domingo, diciembre 22, 2024

Rodolfo Lira Montalbán

106 Publicaciones

Artículos:

Resistencia

¿Qué habrá pasado durante el crecimiento de esos niños? ¿En qué momento un niño bueno se convierte en un adulto que hace el mal a sus vecinos?

Despabilen – Rodolfo Lira Montalbán

Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡Cero! El enorme cohete comienza a tomar altura entre vapores de combustible devorado por sus vibrantes motores. La expectación...

Sin amenazas – Rodolfo Lira Montalbán

El día de la convención se acercaba. Viajaría confiado, llevando en el portafolios el resumen anual con los números de la sucursal a su...

Dando el avión – Rodolfo Lira Montalbán

Camino al aeropuerto, recorrió su colonia como todas las mañanas a esa temprana hora. Vio pasar a los conciudadanos de siempre: al dueño del...

Rodolfo Lira, un aspirante a escritor ya publicado

Rodolfo Lira se describe como un aspirante a escritor que siempre está en la búsqueda de nuevos retos, que huye de la solemnidad y...

Tres de la madrugada – Rodolfo Lira Montalbán

La peor hora para todo fin práctico: tres de la madrugada. Nadie en su sano juicio está despierto a esa hora. Y los que...

Abstinencia – Rodolfo Lira Montalbán

“Aunque me hinque, no me des ni un cigarro. Te regalo esta caja, todavía tiene unas siete cajetillas, son todas tuyas. Te lo digo...

San Juditas – Rodolfo Lira Montalbán

Cuando la prima ya dominaba el zangoloteo provocado por el autobús de pasajeros procedente de la Ciudad de México con dirección a Querétaro. Cuando ya estaba...

Las gemelas Torres – Rodolfo Lira Montalbán

Dos niños y su madre desempacaban maletas en su nueva casa, acomodaban enseres y muebles que los encargados de la mudanza dejaron esparcidos como...

Me hacía el amor – Rodolfo Lira Montalbán

Aglomeradas aquel domingo familiar, tías, sobrinas y abuela, se encontraron en el tránsito entre la cocina y el comedor y en torno a la...

El vampiro del cerro – Rodolfo Lira Montalbán

Los ruidos de la noche se magnificaron. La hicieron brincar de miedo aquellos que el gato hacía en la azotea al tratar de atrapar...

Adulterado – Rodolfo Lira Montalbán

Era un grupo heterogéneo: los había taxistas, técnicos en electrónica, empresarios y oficinistas. Su gusto, además del que compartían por la música de rock,...

El tejocotal – Rodolfo Lira Montalbán

La palabra tejocotal siempre me sonó a conjunto abundante de tejocotes, es decir: a muchos. Pero en las incontables ocasiones en que fui al...

Encinta en cinta – Rodolfo Lira Montalbán

Se escuchan en el hospital, en la sección de maternidad y tras la ventana del cunero, frases emotivas que se pasean en el precipicio...

El vaso rojo – Rodolfo Lira Montalbán

Pudo ser cualquier otro día, pero lo triste de ese recuerdo tiene el sabor de una tediosa tarde de domingo. Cuando, al final del...

Tuyo es mi corazón – Rodolfo Lira Montalbán

Esas tres parejas vecinas tenían muchas coincidencias: eran similares en edad, en gustos, en la elección de la escuela de sus hijos. Establecieron una...

La kermés de la perdición – Rodolfo Lira Montalbán

Sábado por la tarde. El termómetro ya rebasaba los 35 grados. El televisor no prometía nada. El refrigerador, tampoco. En esa apatía de electrodomésticos,...

Vuelo a Los Ángeles – Rodolfo Lira Montalbán

Angelical, así es como catalogaba doña Angélica a su extensa colección. Las había de porcelana, de madera y de cristal. Piezas que en el...

Salvo buen cobro – Rodolfo Lira Montalbán

Agustín no se encontraba a gusto con sus últimas ventas. Sus comisiones, producto de la venta de materiales ferreteros, no habían sido lo buenas...

Tu abuelita en bicicleta – Rodolfo Lira Montalbán

Ñáñaras fue la primera palabra que acudió a su cabeza. Una vez obtenido el aval de la Real Academia, la incorporó a la descripción que...

Chilito con huevo  – Rodolfo Lira Montalbán

Se dijo a sí mismo: “Mí mismo, si Anthony Bourdain lo hizo, ¿por qué yo no?” Y no estamos hablando de pensamientos suicidas, sino...

Roni – Rodolfo Lira Montalbán

Se cuela un aire helado por la ventana de mis recuerdos, me pica en la nariz y en los ojos por la partida de...

El ancla del abuelo  – Rodolfo Lira Montalbán

Se puede considerar que su gusto por las antigüedades llegó a ser su enemigo: amenaza de su presupuesto, de los espacios libres en su...

Tres amores y un ukulele – Rodolfo Lira Montalbán

Conoció a la primera de ellas en su juventud. El encuentro fue gracias a la mediación de su hermano. Ha sido su compañera fiel...

Motivos de peso – Rodolfo Lira Montalbán

A pesar de todos sus esfuerzos, de todas sus privaciones, las tentaciones de la carne pudieron más que él. Y no sólo las de...

Suéter negro – Rodolfo Lira Montalbán

Fue en medio de la reunión, entre cafecitos, cervezas y carajillos, cuando la inquieta Vicky lanzó uno de sus gustados retos intelectuales. Le encantaba...

Noveno piso – Rodolfo Lira Montalbán

Al cumplir los tres meses de vida, el pequeño bebé no podía presumir de fortaleza ni de tener signos vitales esperanzadores. Lo lejano del...

Amor a la camiseta – Rodolfo Lira Montalbán

A los doce años de edad, su fuente de ingresos dependía en todo del dinero que su padre le daba los domingos. Durante semanas,...

Escoba cómplice – Rodolfo Lira Montalbán

Las extrañas motivaciones de aquellos que fundaron ciudades en los desiertos pueden tener una explicación lógica: en caso de huida, los maleantes contaban con...

Recuerdos desteñidos – Rodolfo Lira Montalbán

—¿Quiénes son ustedes? —Somos Tony y Douglas, del Túnel del Tiempo. Atesoro recuerdos desteñidos de los años setenta, algunos de ellos en blanco y negro. Imágenes de...

Tema libre – Rodolfo Lira Montalbán

Exhibiéndose por las calles se paseaba indolente un tema libre. Su desnudez, al más puro estilo Tarzánincomodaba algunas conciencias. El colmo del asunto sobrevino cuando este...

Renacimiento instantáneo – Rodolfo Lira Montalbán

En el área de juegos infantiles del parque y en esa solitaria tarde, solo dos personajes misteriosos se mecían en los columpios cerca del...

Carente de elementos – Rodolfo Lira Montalbán

Alejada más de 408 kilómetros de la superficie terrestre, allá por la termósfera y dando una vuelta a la Tierra cada 92 minutos se...

Senescente en fuga – Rodolfo Lira Montalbán

En medio del intenso tráfico, caminito de la escuela y manejando como locos, iba todo el reino animal. Apenas lo notó: después de tantos...

El Palacio del Yerro – Rodolfo Lira Montalbán

Había una casa muy extraña en el vecindario. En su construcción, no era muy diferente a las demás de la cuadra, sin embargo, los...

Impermeabilizada – Rodolfo Lira Montalbán

Día de Reyes, de juguetes nuevos bajo el árbol navideño. La casa se impregnaba con su feliz olor característico. En septiembre, los sugestivos aromas...

Te vas a perder – Rodolfo Lira Montalbán

Mientras en forma maquinal estacionaba el auto en la cochera, escuché el grito una y otra vez: “¡La mató!”. Sobresaltado e inmóvil quedé frente...

Cronos versus Kairos – Rodolfo Lira Montalbán

Esa larga mesa cubierta con paño verde era requerida de manera invariable por todos los partidos y corrientes políticas. Testigo en decenas de ceremonias...

Mentolados – Rodolfo Lira Montalbán

Lo apretado de algunas corbatas y fajas no era un sacrificio. Aquella noche, los invitados a la fiesta lo soportaban todo con una sonrisa...

Compañeros de viaje – Rodolfo Lira Montalbán

El sopor que da después de comer en una tarde calurosa y el vaivén de aquel tren, me arrullaron. Hasta el momento de perderme...

Trigémino – Rodolfo Lira Montalbán

Le guiñé el ojo, fue un impulso inevitable. Ella era guapa y a mitad de la entrevista le guiñé el ojo una y dos...

El eslabón musical perdido – Rodolfo Lira Montalbán

Captar la señal de la frecuencia modulada en la radio requería habilidades especiales. En aquel pueblo, distante de las estaciones emisoras de la gran...

Los de adelante corren mucho – Rodolfo Lira Montalbán

La cuenta regresiva dio inicio. Tal vez las manos de los dos tripulantes de la cápsula espacial Crew Dragon no sudaban debido a su arduo entrenamiento....

Al fin solos – Rodolfo Lira Montalbán

“¡Al fin solos!”  Frase en peligro de extinción que Javier exclamó con alivio a su llegada al aeropuerto de Montego Bay, en Jamaica. La expresión...

Cuarentennials – Rodolfo Lira Montalbán

Por si no te habías dado cuenta, ya estamos a primero de junio del 2063. En este año el abuelo cumple cien años y...

Yo no soy financiero, por ti seré – Rodolfo Lira Montalbán

La tripulación hacía esfuerzos desesperados por arreglar el problema; cada vez que lograban recuperar los registros de los instrumentos de navegación, veían con angustia...

Chicle bomba – Rodolfo Lira Montalbán

El camioncito verde olivo con blanco amarillento brincaba y rechinaba tanto, que las adoloridas espaldas y oídos de sus pasajeros ya pedían la parada....

De la tiznada – Rodolfo Lira Montalbán

Se sabe que eres mexicano cuando tienes una prima que se llama Guadalupe, le dicen Lupita y además vive en Puebla. Se sabe que...

En canicas – Rodolfo Lira Montalbán

Hincados o en cuclillas, alrededor de un círculo dibujado en un pedazo de la banqueta, en donde el cemento perdonó a la tierra, solía...

La máscara más cara – Rodolfo Lira Montalbán

La fiesta de aquella noche quedaría registrada en la agenda como una de las más divertidas del año. Los cantos y risas cesaron cuando...

Inventario es mala palabra – Rodolfo Lira Montalbán

Al llegar la tan aborrecida como atenta circular anual de la dirección que contenía la palabra: inventario, así como la orden expresa y los...

Mi arbolillo – Rodolfo Lira Montalbán

La habitación estaba en silenciosa penumbra, iluminada solo por los tímidos pabilos de algunas velas encendidas sobre la mesa, que eran parte de los...

Gato encerrado – Rodolfo Lira Montalbán

Han estado ahí por años. Las miro con recelo, ellas me miran a mí agazapadas bajo del librero en un duermevela como el de...

Qué pena con las visitas – Rodolfo Lira Montalbán

Navegué por los extensos mares del internet en búsqueda de ideas nuevas al tan recurrente tema de la amistad. Intenté documentar una anécdota en...

Inundados de recuerdos – Rodolfo Lira Montalbán

A fin de expiar los pecados con que el catecismo los atemorizaba, los feligreses contritos asistían al templo todos los domingos. En ese extenso...

Mire usted – Rodolfo Lira Montalbán

La abuela siempre ha sido de carácter muy adaptable, aunque fue intransigente y en extremo cuidadosa cuando de su apariencia y la de sus...

El incidente del espejo – Rodolfo Lira Montalbán

En los austeros años de la posguerra, eran muy pocos los vecinos de ese pueblo que podían pagar los honorarios de un arquitecto. La...

Corazonada – Rodolfo Lira Montalbán

Mientras la luz del semáforo cambiaba al verde, echó un vistazo a la hora en el reloj del auto. ¡Otra vez llegaría tarde! El...

Cepillo, parte dos – Rodolfo Lira Montalbán

Cincuenta posibles dueños de un mismo perro, llamaron ese domingo muy temprano. Lo hicieron motivados por el reportaje aparecido en la sección dominical del...

Rodolfo Lira

¿Qué es una persona si no un cúmulo de experiencias, decisiones, decepciones, satisfacciones, orgullos y arrepentimientos? ¿Quién más si no un escritor para describir...

Cepillo – Rodolfo Lira Montalbán

A partir del mediodía y hasta que el sol se pone, durante la canícula de las ciudades del desierto norteño, las calcinantes banquetas son...

Huyo del garambullo – Rodolfo Lira Montalbán

En un segundito, así pasan las cosas: en un segundito. Así lo decía su madre.      Ese fue el tiempo que tardó ese puñado de garambullos...

Dos pesitos – Rodolfo Lira Montalbán

Asidos con fuerza, pero con ternura, a cada mano de la abuela, los futbolistas, ella de ocho y él de nueve años, en camino...

Diván el terrible – Rodolfo Lira Montalbán

Al salir de la fábrica, se sintió orgulloso de la tarea para la cual estaba convocado. Sus antepasados sirvieron en un principio como una...

Se reparan aforismos – Rodolfo Lira Montalbán

Los sinuosos pasillos del mercado, abarrotados con mercancías de toda ralea, desde las que cuentan con todas las normas que la ley establece, las...

Bendito cubreboca – Rodolfo Lira Montalbán

El local era pequeño y las restricciones sanitarias permitían solo dos clientes dentro. Entre anaqueles con medicamentos, jaulas habitadas por cachorros de perro, de...

Galope carretero – Rodolfo Lira Montalbán

Las veintidós ruedas del camión, sustentaban dos pesados remolques. Transitando a ciento veinte kilómetros por hora, rompían la resistencia que el aire oponía al...

Primer escrutador – Rodolfo Lira Montalbán

Las cervezas y la carne asada estaban listas, la mesa puesta. Los invitados llegaron puntuales con el platillo que les tocó. Pero siempre, hay...

Autobús escolar – Rodolfo Lira Montalbán

— ¡Manuel! Te llaman de la dirección. —¡Ay, nanita! Ahora, ¿qué hice? La tarea de Manuel era la de mantener el autobús escolar en condiciones óptimas...

La credencial del Héctor – Rodolfo Lira Montalbán

Formados en la fila, esperaban su turno para tramitar la credencial de elector, el Héctor y el abuelo. Delante de ellos, diez personas esperaban...

El cubo de la mosca – Rodolfo Lira Montalbán

En el minucioso proceso de embellecimiento, indispensable para no lucir tan “pior” en su salida a cenar, ella se hacía esperar hasta una hora,...

En el mar la vida es azarosa – Rodolfo Lira Montalbán

Las doce velitas del pastel fueron apagadas, el betún embarrado y el regaño aplicado. Los juegos infantiles y el griterío invadieron la casa. Casi...

Doña Borre – Rodolfo Lira Montalbán

Los aparatos electrodomésticos fabricados por allá de 1930, al cumplir la mayoría de edad, y haber servido con suficiencia en el frente de batalla...

Acoso sistemático – Rodolfo Lira Montalbán

Cuando nació el niño, vecinas y comadres procedieron a la inspección de rigor y depositaron sus regalitos sobre la atestada mesa del comedor, con...

Arturo era millonario – Rodolfo Lira Montalbán

El tope de la esquina, con su silenciosa autoridad, obligó a Luz a bajar la velocidad, tanto del auto, como de sus pensamientos. Sus...

Mixiotes sin ala – Rodolfo Lira Montalbán

Cuatro hermanas y una madre, constituidas como Real Academia Mexicana del Mixiote, sesionaban esa mañana en la cocina. El lugar era del tamaño justo para...

La sirena Irene – Rodolfo Lira Montalbán

En la mitología griega, sabido era que el hipnótico canto de las sirenas atrapaba a los marinos. La sirena Irene (aquella que trae la...

Del manejo a la defensiva – Rodolfo Lira Montalbán

Por las extensas llanuras del viejo oeste, cabalgaban el Llanero Solitario y su fiel compañero Toro. Por ciudades del centro de la República mexicana, circulaban el agente de...

De gatos que comen sandías – Rodolfo Lira Montalbán

Lo vio por la calle que sube al templo, en la misma banqueta y a la misma hora de todos los días. El sol,...

Algún día iremos a París – Rodolfo Lira Montalbán

Sin reparar en gastos, salieron con rumbo a la Ciudad Luz, el intrépido Nahúm y su hijo, José Luis. Tito no se explica cómo este par...

Hermano chileno – Rodolfo Lira Montalbán

El Festival de Viña del Mar que se celebra en Chile, no era, como lo es hoy, solo un festival de músicapopular. ¡No, señor! en la década de...

Esa ya la vimos – Rodolfo Lira Montalbán

En el capítulo anterior, nuestro antihéroe, el tío "Don Juan", se quedó sentado a la mesa sorbiendo su sopa, bajo la mirada atenta de...

Luego se igualan – Rodolfo Lira Montalbán

Congregada por el abuelo, la familia se disponía a atestiguar el momento en el que el primer hombre posaría su pie sobre la superficie...

Mauricio Trespatines – Rodolfo Lira Montalbán

De los siete u ocho metros de altura que tiene el árbol, alcanzó a trepar casi cinco. Su exceso de confianza fue puesto al...

Era necesario un colibrí – Rodolfo Lira Montalbán

Para incorporar un texto a la antología dedicada a los milagros encontrados en el jardín, era necesario un colibrí. Sin la complicidad de aquella...

El alcalde en busca de sentido – Rodolfo Lira Montalbán

Remontando exuberantes cerros y transitando fecundos valles, muchos caminos que parten de la costa y ganan el altiplano, conforman: una maraña. Entre ellos se...

El alcalde en busca de sentido – Rodolfo Lira Montalbán

Remontando exuberantes cerros y transitando fecundos valles, muchos caminos que parten de la costa y ganan el altiplano, conforman: una maraña. Entre ellos se...

María Luz – Rodolfo Lira Montalbán

Eran las cinco en punto. La tía, dueña del control remoto, sintonizó el canal correcto. El programa: “Misión salud”. El escenario: el Instituto Nacional...

De manteles largos – Rodolfo Lira Montalbán

En la inauguración de un temazcal, se hacen necesarios: un banquete, cuetes, ofrendas, la presencia de conspicuos personajes y un ramillete de lindas damitas que hagan las...

El Malamén – Rodolfo Lira Montalbán

Cuando el calendario participa la llegada del día primero de enero, la abuela enciende una veladora. Lo hace con la devoción de todos los...

Reverdecí también – Rodolfo Lira Montalbán

Si les digo que el tronco de este árbol, que habita en mi jardín, tiene cuatro metros de circunferencia, es porque tengo la cinta...

KILAUEA – Rodolfo Lira Montalbán

Si a una minivan de tamaño chico, preferentemente de color azul cobalto, le quitas las ruedas y las cambias por unas barras paralelas de...

Cayetano y Ubalda – Rodolfo Lira Montalbán

No es por presumir, pero además de importante, modestia aparte, soy imponente. No soy capilla, ni parroquia, soy la Catedral. Mi construcción comenzó en...

Ni pío – Rodolfo Lira Montalbán

El corazón del fugitivo lo hacía al ritmo que estos le marcaban. Hábilmente logró escabullirse por un buen tiempo, atemorizado, se escondió lo mejor...

Posadas postergadas – Rodolfo Lira Montalbán

Aquella noche de paz, noche de amor, del ya muy flaco calendario de 1980, cuando el reloj marcó la una de la mañana y...

Pasto oficial – Rodolfo Lira Montalbán

Eran las tantas de la madrugada, tiempo del Este. Los banderines multicolores colgaban todavía de poste a poste, los restos de confeti seguían pegados...

Motoristas – Rodolfo Lira Montalbán

A escasos veinte centímetros de sus botas, las pequeñas piedras del pavimento pasaban a más de ciento veinte kilómetros por hora, dibujando ante su...

Ataque químico – Rodolfo Lira Montalbán

Las húmedas sabanas, revueltas; nuestros cuerpos, sudorosos. Las piernas, que otras noches permanecían entrelazadas en un conveniente tejido, aquella vez prefirieron una lejanía repelente....

Ciudad con encanto – Rodolfo Lira Montalbán

Habitantes del pueblo de Latiguillo, obedeciendo al pie de la letra los consejos de los grandes maestros de la literatura, en cuanto a evitar los lugares...

El purgatorio eres tú – Rodolfo Lira Montalbán

De acuerdo con este argumento teológico del compositor José Antonio Méndez, avalado musicalmente por el trío, Los tres diamantes, puedo inferir que, la gloria a...

La Gran Fonda – Rodolfo Lira Montalbán

Puntual como todas las tardes, recorría las irregulares banquetas de mi pueblo y llegaba al lugar que ocupé en los primeros años de la...

Surtido rico – Rodolfo Lira Montalbán

En la banqueta, territorio comercial del tianguis, la empresa de Rutilo desplegaba su inventario, consistente en la más variada herbolaria curativa y en remedios...

El hambre es canija – ...

Escondida tras los rincones temerosa que alguien la vea platicaba con los ratones la pobre muñeca fea.                   Francisco Gabilondo Soler,  Cri-cri La fea, la bonita, la flaquita y la gordita...

Deambulando – Rodolfo Lira

Mi escondite secreto, en las noches del cálido verano queretano, es el quiosco del Jardín Zenea. Cuando, al final de la jornada, los músicos...

Catálogo de dolores – Rodolfo Lira Montalbán

El dolor es parte inevitable de nuestras vidas, pero es muy distinto ser seres dolientes a ser seres sufrientes. Podemos elegir padecer el sufrimiento...

Otra oportunidad – Rodolfo Lira Montalbán

“Te pedimos por nuestro hermano Rodolfo, a quien llamaste de este mundo a tu presencia.” Todo era oscuro a mí alrededor, no sentía mi cuerpo,...

Inician desfiles navideños del Festival Alegría Contigo 

Por tercer año consecutivo, Gobierno del Estado y el...

Rutas complementarias Qrobus se suman al pago con tarjeta bancaria

Las más de 500 unidades Qrobus que integran a...

S&P ratifica calificación soberana de México con perspectiva estable

Standard & Poor's Global Ratings (S&P) ratificó las calificaciones soberanas de México

Damas y caballeros

Quizá se deba a la belleza de sus bosques, a la reciedumbre de sus montañas o a factores de la genética de sus pobladores