Durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, los descubrimientos científicos y el interés por el desarrollo de la tecnología, han sido los pilares de la transformación en el pensar y el hacer de los países. Los que tenían las mejores posiciones económicas se convertirían en quienes dictarían las reglas a seguir, sobre todo, para los países llamados tercermundistas, hoy emergentes.
El caos en el mundo apareció al término de La Segunda Guerra Mundial. Los sobrevivientes, aterrorizados por el genocidio, duelo y destrucción; emergieron de las cenizas para rescatar de las ruinas lo rescatable y crear los cimientos para el desarrollo de las generaciones venideras.
Varios países que habían quedado en ruinas por los bombardeos, logaron reconstruirse.
Los pueblos cuyo sustento se basaba en la agricultura, empezaron a crecer en el campo de la industria.
Al firmarse el Tratado de Paz, emergió la necesidad de borrar las evidencias de las cruentas batallas. La necesidad de mano de obra se hizo evidente. Los profesionistas ocuparon mejores puestos. Los obreros, con un salario seguro, aunque poco, podían alimentar a su familia.
Cuando se tiene lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de una familia, se puede vivir en cierta paz, creando ilusiones futuras.
En la década de 1950, nació una forma de ver el mundo. A este período se le conoce como Estado de Bienestar. Quien estudiaba y terminaba su educación universitaria, estaba seguro de que habría un empleo para él.
A partir de la década de 1960, en las escuelas privadas y públicas, el número de inscripción había aumentado; los padres hacían grandes esfuerzos para que sus hijos recibieran buena educación, y accedieran a una mejor vida que la de ellos. El llamado Estado de Bienestar duró aproximadamente tres décadas.
Con el movimiento estudiantil mundial de 1968, el mundo se sacudía nuevamente. Los jóvenes se manifestaban en contra de la opresión de los gobiernos y de la explotación de los obreros. Exigían la libertad de prensa.
Empezaba a extinguirse un estilo de vida, dando lugar a otro sistema. El movimiento estudiantil se hizo presente en varios continentes.
En México gobernaba Gustavo Díaz Ordaz, la opresión era intolerable. El 2 de octubre, cientos de jóvenes fueron masacrados, a otros los desaparecieron, sin saber sus padres dónde quedaron sus restos. Densas nubes negras oscurecían la vida cotidiana del país. La autonomía universitaria fue violada al ingresar soldados del Ejército Mexicano a las instalaciones de La UNAM.
El gobierno trató de maquillar la masacre de los jóvenes estudiantes ante la prensa local y extranjera. El 12 de octubre se inaugurarían los XIX Juegos Olímpicos en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Este grandioso evento mitigó el dolor que sufría México.
El mundo siguió girando, la vida continuó su curso. Luis Echeverría Álvarez recibió la banda presidencial de Gustavo Díaz Ordaz. Se inició otro estilo de gobierno con un personaje que no aceptaba sugerencias de su gabinete. Su palabra era ley.
Durante su mandato, se crearon preparatorias para dar oportunidad a la juventud de continuar estudiando. Muchos jóvenes lograron terminar sus estudios preparatorianos con la intención de ingresar a una universidad.
Echeverría no quería más problemas con los estudiantes, había que tenerlos ocupados. En diversos estados de la República Mexicana, construyeron universidades públicas, y se otorgaron permisos para las privadas. La idea era buena, sólo que al egresar no había fuentes de trabajo. Fue grande la frustración para estudiantes y padres de familia. Mientras eso sucedía en la mayoría de países de América Latina, el mundo seguía girando. La ciencia y la tecnología avanzaban con rapidez inusitada.
Los científicos han descubierto que a través de la nanotecnología se puede manipular la materia a una escala micro, que sólo se puede observar con potentes aparatos. Con estos descubrimientos se pueden crear otras estructuras y por consiguiente otros materiales, e instrumentos.
La nanotecnología ha permitido avances científicos en la medicina, y un sinnúmero de productos que utilizamos o consumimos los humanos. En el campo de la informática, ha permitido la creación de instrumentos sofisticados para la comunicación. La ciencia y la tecnología han despertado la curiosidad científica, de la que tal vez en este momento no imaginemos sus alcances.
Lo verídico es que estamos viviendo tiempos de cambios constantes, donde quien percibe el movimiento, acelera el paso para subirse a la nave del futuro.
Las generaciones de este tercer milenio cuentan con otros instrumentos que les permitirán sortear las exigencias rumbo del nacimiento de una nueva era, en el transitar de la humanidad.
Los jóvenes encontrarán caminos complejos, tendrán que aprender a vencer los obstáculos. Aprenderán a fortalecer su capacidad de análisis en los diversos aspectos que implique el proyecto que quieran poner en marcha. Tendrán que realizar grandes esfuerzos para integrarse a un ritmo de vida acelerado y con frecuentes descubrimientos. Será un mundo en constante cambio.
Este movimiento acelerado implica dar mayor atención a los programas educativos. De no hacerlo, la mayoría de los jóvenes en México, estarían en gran desventaja en comparación a otros países. En estos últimos años, el presupuesto federal para educación, las bellas artes y el deporte, se ha restringido.
Dentro de este mundo caótico, ha emergido una pléyade de jóvenes estudiantes que antes de egresar de la institución educativa, ya han tenido experiencias con el ámbito empresarial. Sus sueños estudiantiles empiezan a ser tangibles, al ser analizados y calificados sus proyectos por altos funcionarios de la empresa que les dio acceso.
Esta juventud se mueve y piensa a futuro, desde el análisis de un presente.
Ellos serán los pioneros de la nueva era, que está por nacer.
