viernes, julio 26, 2024

Los señores de antes – Sandra Fernández

Pertenecen a otro tiempo. Es muy fácil distinguirlos, se llegan a ver a algunos de estos señorones caminando por la calle, algunos con bastón, otros caminan solitarios o acompañados de personas más jóvenes, que pudieran ser sus hijos o sus nietos, algunos se apoyan de una andadera para caminar, o incluso, en sillas de ruedas, pero, nunca pierden el estilo y sobre todo el porte que se mantiene intacto aún con los años. 

Los señores de antes usaban vaselina o Wildroot para peinarse. Conservaban el mismo corte de cabello y por ende el mismo peinado toda su vida. Iban a la misma peluquería de la Colonia. “córtalo como siempre” le decían al peluquero con la confianza de siempre.

Usaban loción de afeitar con aroma a flor de azahar y se rasuran la barba y el bigote con navaja. Su forma de vestir era sobria, formal, de colores oscuros; los pantalones de vestir con la raya planchada en medio, los zapatos boleados, la camisa almidonada de discretos estampados.

Son los señores que ceden el paso a la mujer si por casualidad les toca coincidir al entrar en algún lugar, que acompañan con frases como “Usted primero, bella dama” e inclinan ligeramente la cabeza como muestra de cortesía. Son los mismos que usan pañuelo con sus iniciales bordadas. Los que ceden el asiento a las mujeres en el camión, regalan rosas y dedican canciones. Son grandes conversadores, les gusta contar de su vida, de sus anécdotas, rememorar tiempos mejores y recordar a las personas que conocieron y que tuvieron algún momento chusco o divertido en su vida. 

Son los señores que formaban una familia y se enorgullecían de ella. Los que aceptaban estoicamente los avatares de la vida, seguían adelante con lo que les había tocado vivir, sin quejarse ni echarse para atrás Se convertían en el pilar de la familia, el sostén de los suyos y también el ejemplo para sus hijos, fieles a sus valores y al respeto inculcado y aprendido después de andar y de vivir. Respetaban a la mujer, solo por eso, por ser una mujer. “A la mujer, no se le toca”, solían decir.

Hay algunos que venían “de abajo”, apenas aprendieron a leer y a escribir y no terminaron ni siquiera la primaria por salir a trabajar siendo muy jóvenes; a ganarse la vida. Se formaron con el trabajo rudo, duro, pero fueron aprendiendo a salir adelante, tocando puertas, lanzándose al mundo porque sabían que tenían algo que cumplir, una responsabilidad que no podían eludir. Trabajadores incansables, hacedores, emprendedores. Son los mismos que respetaban a sus padres, a sus abuelos.

 Ahora los puedes ver sentados en las bancas de los parques contemplando a los niños jugar mientras recuerdan su infancia.

 Caballeros de fina estampa, como versa la canción:

“Fina estampa, caballero

Caballero de fina estampa, 

Un lucero que sonriera bajo un sombrero

No sonriera más hermoso

Ni más luciera, caballero

Y en tu andar, andar, reluce la acera al andar, andar”

Así eran los señores de antes. Un aplauso para ellos.

Por:  Sandra Fernández

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