Job era un hombre intachable, un hombre justo que respetaba a Dios. Pero después sufrió una serie de desastres terribles. En cuestión de días, perdió su salud, su familia e incluso su riqueza. Al principio, Job continuó bendiciendo el nombre del Señor, pero más tarde se quebró. Se enojó con Dios y lo culpó de todas sus desgracias.
El rey de Aram puso sitio sobre la ciudad de Samaria, capital del reino de Israel, y se desató una gran hambruna, al grado que las mujeres se comían a sus propios hijos. Entonces, el rey de Israel se enojó con Dios y mandó matar a su representante, el profeta Eliseo.
Jonás se enojó con Dios porque perdonó a la arrepentida ciudad de Nínive y no la destruyó.
Así que no eres el único que está o ha estado enojado con Dios, de hecho, es algo con lo que mucha gente, tanto creyentes como no creyentes, ha luchado a través del tiempo. Cuando sucede algo malo o trágico en nuestra vida, nos enojamos con Dios y le preguntamos ¿Por qué a mí? Pero esta reacción tiene varios defectos de razonamiento.
Te puedes enojar, pero no pecar. El enojo contra Dios se convierte en pecado cuando te rebelas contra Dios, te apartas de Él y comienzas a hacer tu voluntad.
Caín se enojó con Dios, mató a su hermano y se alejó de Dios para siempre. Tiempo después, su descendencia corrompió toda la tierra en la época de Noé y fue destruida.
Cuando suceden cosas buenas, las atribuimos a nuestras capacidades, logros y éxito. Sin embargo, cuando suceden cosas malas o no hace lo que queremos, somos rápidos para culpar a Dios, y nos enojamos con Él por no haberlas evitado.
Pero hoy quiero explicarte porque no debes enojarte con Dios y, si estás enojado con Él, como salir de ese enojo y estar en paz con Dios y contigo mismo. Para eso, hay tres puntos que te quiero compartir.
- DIOS ES BUENO, SIEMPRE. Jamás te causará un mal. Dios es el padre perfecto que te ama y siempre quiere lo mejor para ti. Así que quítate de la cabeza que cualquier mal vino de Dios, es imposible.
- VIVIMOS EN UN MUNDO BAJO MALDICIÓN. Estamos en un mundo caído y maldito por causa del pecado. Todo lo malo que ocurre en el mundo se debe a la desobediencia a Dios, a la separación del hombre de Dios.
Entonces, bajo esta maldición, el mal proviene, en primer lugar, de Satanás, el primer rebelde y desobediente, quién tiene como propósito en tu vida robarte, matarte y destruirte.
En segundo lugar, el mal proviene del hombre mismo, dado que Dios le dio la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Al ser de libre voluntad, el hombre puede decidir violarte, secuestrarte, golpearte, abandonarte, traicionarte, robarte o hacerte cualquier mal, sin que Dios intervenga, precisamente por la libre voluntad.
Esto explica el mal que hay en el mundo y el cual no es acreditable a Dios. Pero también nos deja en la posición del castigo eterno, por eso tuvo Jesús pagar el precio de nuestra salvación. Los que reciben a Jesús en su corazón cambian su estatus y, si crecen espiritualmente, comienzan a parecerse más a Jesús y a hacer más cosas buenas que malas.
- A TRAVÉS DE LA VIDA, DIOS ESTÁ CONTIGO. A pesar de Satanás y a pesar de la maldad del mundo, Dios está cercano a los que le buscan.
Esto implica dos cosas, por lo menos: Primero, que Él te guardará de todo mal. Te dará su protección y cuidado. Segundo, a pesar del mal, Dios aprovecha las circunstancias, aun las malas, para bendecirte, si es que estás cercano a Él.
Cuando algo malo nos sucede, sabemos que Dios puede usarlo para atraernos más cerca de Él y fortalecer nuestra fe, lo que nos lleva a una mayor madurez y plenitud espiritual. También nos lleva a convertirnos en un testimonio de consuelo para otros.
Tu enojo con Dios será quitado cuando comprendas quién es Dios, como te ama, cómo te trata en realidad y que destino tiene para ti. Deja de estar enojado con Dios, no hay ninguna razón.
Pastor Jorge Cupido
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