viernes, julio 26, 2024

Un lenguaje casi olvidado – Teresita balderas y Rico

A través de los años, en cada región geográfica del mundo, se ha creado un lenguaje típico del lugar de origen. Esta forma de comunicación nace de la experiencia vivida, de sucesos acaecidos en ese pueblo, ciudad, o rancho.

La trasmisión primaria ha sido oral, divulgada de una generación a otra. En el siglo XX, era común escuchar en los asentamientos a las orillas de la ciudad, este tipo de lenguaje. Podría decirse que es parte de la filosofía de la vida cotidiana de ese lugar.

En mi niñez escuchaba a mis padres decir algún refrán cuando querían darnos un consejo, o ponernos en alerta sobre cosas de la vida.

Esta forma tan particular de expresión está a punto de extinguirse.

La maestra Lucía Soto Aviña, en diversas etapas de su vida ha recopilado varios dichos, o refranes. Teniendo la sabiduría para guardarlos, y posteriormente escribirlos, coadyuvando en la conservación de ese lenguaje que encierra la filosofía comunicativa de la vida cotidiana de esa comunidad. 

Algunos refranes que en su momento fueron populares

Libro cerrado, no saca letrado. (Si queremos aprender, es necesario abrir, y leer el libro)

De ningún laberinto propio se sale con llave ajena. (Debemos resolver nuestros problemas, no esperar que alguien lo haga por nosotros).

Más sabe el diablo por viejo, que por diablo. (La experiencia vivida, y, los conocimientos adquiridos, permiten o facilitan alcanzar el objetivo deseado).

Si de novio es tan mezquino, ¿cómo será de marido? (decían las abuelas o madres a sus hijas, al saber que el novio era un tacaño, despreciable)

Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata. (En este caso refiere a quien observa al otro ejecutar un delito, sin tratar de evitarlo, o denunciar al sujeto, entonces se convierte en cómplice de los hechos).

Vuélvase lo suyo a su dueño, y tendrás buen sueño. (Habría que cubrir la deuda obtenida, o regresar algo prestado, y la tranquilidad volverá).

Quien mucho abarca poco aprieta, (Hace referencia a las personas que tiene muchos compromisos, y terminan por no cumplirlos, o hacerlos mal). 

Nada es mejor en la vida, que una familia unida. (La familia unida es la clave de la armonía y felicidad).

El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla (Es mejor conocer la verdad, por abrumadora y dolorosa que sea, solo necesitamos tener la mente abierta para conocerla. Al conocerla nos dará luz para resolver un problema).

La imprudencia es hija de la ignorancia (por no razonar antes de actuar, se cometen grandes errores).

No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver. (Sabemos que hay un problema, pero no queremos, o sabemos enfrentarlo. Eso que no queremos ver ni oír, nos puede llevar a un callejón sin salida).

Otros refranes para que el amable lector interprete

Después de ahogado el niño, tapan el pozo.

Tanto quiere el diablo a su hijo, hasta que le saca un ojo.

Afortunado en el juego, desafortunado en el amor

Pulque bendito, dulce tormento, qué haces afuera, vamos adentro.

Un diablo bien vestido, por ángel es tenido.

El que nace para tamal, del cielo le caen las hojas.

El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija.

Más vale llegar a tiempo, que un minuto después.

La vida es lo que pasa, mientras haces otros planes.

Dime de qué presumes, y te diré de qué careces.

Antes de armas tomar, todo se debe intentar.

Compadre que no le llega a la comadre, no es buen compadre.

Dejar lo cierto por lo dudoso, puede ser peligroso.

Hoy te lo dice una amiga, mañana te lo dirá la vida.

Este tipo de lenguaje, que: advierte, orienta, se mofa, y en ocasiones sarcástico; suele ser, un hilo conductor para intentar conocer, o imaginar la vida de los pueblos en épocas pasadas.

En las comunidades lejanas del bullicio citadino los padres y abuelos e la generación actual, utilizan algunos refranes como los anteriores, o nuevos que han creado.

Suelen acontecer sucesos inesperados, cuando la interpretación de una palabra es diferente en dos regiones. En los años 90 del siglo pasado me desempeñaba como técnico pedagógico, me correspondía dar talleres de actualización a los maestros de Educación Primaria de la Zona Escolar X de la Ciudad de Querétaro. 

Cierto día, una maestra de una escuela particular, me comentó que estuvo a punto de perder su empleo, por un mal entendido, uno de sus alumnos dijo a sus padres que la maestra le había regañado con groserías. Los papás llegaron fúricos a la escuela, la maestra fue llamada a la oficina del director, para que explicara a los padres porqué había maltratado su hijo.

Ella estaba temerosa, no acostumbra maltratar a sus alumnos (atendía segundo grado) hubo un rato de discusiones, hasta que la maestra preguntó al padre cuál era la supuesta grosería dicha a su hijo. El papá, furioso:  dijo “zoqueteado”. La profesora aliviada, sonrío, para mayor enojo del papá.

Señor, yo nací en Sonora, en los estados del norte, la palabra zoqueteado se le dice a un niño o adulto que se haya mojado enlodado o cualquier otra forma de ensuciarse la ropa. Ese día llovió temprano cuando los niños salieron al recreo había pequeños charcos. Su hijo y otros niños entraron al salón con el uniforme todo sucio. Por ese motivo, les dije a los niños que venían enzoqueteados. 

El lenguaje es muy poderoso puede alabar, pero también castigar. 

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