jueves, septiembre 19, 2024

Los genios también sufren – Teresita Balderas y Rico

La gente vive el éxito a su manera, de acuerdo con las circunstancias y la forma de percibirlo. Los genios que han dejado su legado a la humanidad, han vivido en varias ocasiones condiciones adversas que han obstaculizado de algún modo sus proyectos. 

Al escuchar sobre la genialidad de científicos, escritores, músicos, pintores, suele pensarse que la vida para ellos ha sido fabulosa, que ante su genialidad no tendrían problemas para colocarse con éxito en el lugar que ellos eligieran de acuerdo a su especialidad. La realidad es otra: los genios en su mayoría han tenido una vida de privaciones. Como la mayoría de los jóvenes con un título en la mano, han tenido que formarse y tocar puertas para acceder a un empleo.

Hoy mencionaremos, a grandes rasgos, algunos aspectos de la vida de Albert Einstein y Vincent Van Gogh.

Albert Einstein es considerado uno de los grandes genios, reconocido científico, gran físico, autor de la teoría de la relatividad, nació el 14 de marzo de 1879 en un pueblo de nombre Ulm. Sus padre fue Hermann Einstein y su madre Pauline Koch. 

La familia tenía problemas económicos. El negocio de electrónica que tenía el señor Hermann Einstein no producía lo necesario para una vida cómoda.

El niño Albert hacía muchas preguntas a su padre, cuyas respuestas no le satisfacían. Lo mismo sucedió cuando lo inscribieron en el Instituto de Múnich, católico y de rígida disciplina, la que no le gustaba a Albert. Él seguía haciendo preguntas, ahora a los maestros, quienes respondían desde las enseñanzas de la religión, no de la ciencia.

Después de la enseñanza elemental, lo inscribieron en Luitpold Gymnasium. Ahí estuvo cinco años. En esos momentos, fuera de las preguntas que molestaban a los maestros, no se vislumbraba la genialidad de Einstein. Al jovencito no le gustaba aprenderse de memoria las fechas o lecciones. Su profesor de griego en una ocasión le dijo: “Nunca serás nadie”.

En su juventud, Albert estudió en varias instituciones, terminó su preparación académica, y los problemas económicos continuaban. Por fortuna, tenía buenos amigos, quienes lo admiraban por la agudeza de pensamiento. Al enterarse de sus penurias económicas, lo invitaban a comer a sus casas. Albert, en agradecimiento, como sobremesa, ofrecía piezas musicales en el violín que aprendió a tocar gracias a la enseñanza de su madre. Conservaría ese instrumento toda su vida.

Le urgía tener un trabajo, sólo que no era fácil encontrarlo.

Era bien visto que el estudiante que terminaba sus estudios con alto promedio, aspirara a una suplencia y posteriormente sería maestro universitario. Einstein sufrió para lograrlo; su carácter reservado y los cuestionamientos que hacía a los maestros le dificultaban acceder a esa oportunidad. En ocasiones encontraba una posible vacante. Sin embargo, en esa universidad estaba un maestro que sentía antipatía a Einstein, y por ser un docente reconocido, aconsejaba a las autoridades universitarias no recibirlo. 

Solo la recomendación de un distinguido maestro podría darle esa oportunidad anhelada. 

Cuando fue reconocido por su gran capacidad científica y la teoría de la relatividad, las universidades de prestigio se disputaron la presencia del gran científico Albert Einstein en sus aulas. 

Albert Einstein es uno de los genios más reconocidos en el mundo científico. Fue defensor de sus hermanos judíos, sufría la tragedia que habían vivido en los campos de concentración, muchos familiares murieron ahí. Se preocupó por la paz mundial, sabía que los rusos estaban fabricando un arma de alto poder destructivo.    

Vincent Van Gogh fue un gran pintor, cuyo legado es reconocido en el mundo entero. Sus obras se venden en millones de dólares. Los coleccionistas se pelean sus obras, ofreciendo cantidades estratosféricas, dinero que Van Gogh jamás tuvo en sus manos. 

El infortunio lo acompañó toda su vida: no fue capaz de realizar lo que la sociedad de su época consideraba correcto. Su padre, Theodorus Van Gogh, era un pastor protestante. El primer hijo de Theodorus y Anna Cornelia nació muerto. Un año después, el 30 de marzo de 1853, nació su segundo hijo, a quien nombraron como el niño muerto, Vincent Van Gogh. Su calvario empezaría desde su nombre sustituto.

Su padre quería que fuera un pastor como él, respetado en la comunidad, pero la teología era demasiado para el carácter de Vincent. Intentó emplearse como auxiliar de maestro y seglar en la cuenca belga de Borinage, una región de extrema pobreza. Su escaso salario fue retirado, quedando sólo bajo la protección de su hermano Theo. Tuvo trabajo en una galería, pero el dueño pronto lo despidió, dado que Vincent decía a los clientes qué pintura debieran comprar, no la que ellos habían seleccionado. 

Tampoco pudo formar una familia: las mujeres que él elegía, no se interesaban en   él. 

Van Gogh amaba y respetaba la naturaleza. Disfrutaba pintar al aire libre. A través de las pinceladas, quería mostrar sus sentimientos, cómo veía el mundo, el suyo, atormentado.

Vincent pintó diversas obras que a través de los años lo llevaron a la inmortalidad, su amor al arte le dio ese derecho.

La vida de los grandes genios suele tener una serie de altibajos. Unos logran que sus descubrimientos e investigaciones sean reconocidos en vida, como la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Otros sobreviven con escasos recursos económicos. Vincent vivió los últimos años gracias al apoyo de su hermano Theo. Solo después de la muerte del gran pintor, su obra fue reconocida.  

Vivir la vida es una aventura. Inclusive los genios pasan penurias.

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