Muchos de los profetas del Antiguo Testamento mostraron una gran obediencia hacia el Señor, pero Jonás no fue uno de ellos, al menos no en un inicio. Cuando el Señor lo llamó para que llevara Su mensaje a otro pueblo, Jonás se rebeló.
El Señor le dijo al profeta con precisión lo que quería que hiciera, pero el profeta decidió hacer todo lo contrario. Jonás no decidió únicamente no hacer nada, sino que, además, de forma activa, se fue en la dirección contraria. Estaba huyendo de su misión y de la presencia del Señor.
Todos tenemos un poquito de Jonás. Cualquiera de nosotros puede sentirse tentado a resistirse de hacer la voluntad de Dios si difiere de nuestros deseos. Por fortuna, Dios no se rinde tan rápido con Su pueblo.
El Señor quería que fuera a Nínive. Allí, debía predicar contra la gran maldad del pueblo en esa ciudad porque esa maldad estaba a punto de destruirlos. Dios mostraría Su misericordia al enviar a Su profeta para advertirles y salvarlos. Pero Jonás se embarcó en la dirección opuesta.
Entonces sucedió algo terrible, Dios envió una gran tempestad. Jonás desobedeció a Dios y trajo una tormenta sobre su vida. Cuando te sales de la voluntad de Dios inevitablemente encuentras tormentas que pueden hacer que tu vida se convierta en una pesadilla.
En este pasaje encontramos una enseñanza fundamental para nuestras vidas: Dios tiene para nosotros un llamado y una misión. Somos gente de propósito, del propósito de Dios de que el mundo se salve y de que seamos obedientes a Su Palabra.
Cuando ignoras el mandato de Dios viene la tormenta a tu vida. Estas tormentas a veces son por nuestras malas decisiones, pero, a veces, son tormentas que Dios manda, pero entre ambas hay una gran diferencia. Las tormentas del mundo son incontrolables y tienen la intención de destruirte. En cambio, las tormentas de Dios son controladas y tienen el propósito de hacerte volver a Él. Dios es bueno y quiere lo mejor para ti.
Después que se supo que Jonás era el responsable de la tormenta que Dios había enviado, los marineros comenzaron a interrogarlo. El profeta testificó abiertamente que él adoraba a Dios. La confesión de Jonás reveló su fe, aunque sus acciones hasta ese momento contradecían sus creencias.
Al oír las palabras de Jonás, los marineros tuvieron más temor, y exclamaron: “¿Por qué has hecho esto?”. Incluso los no creyentes podían ver la insensatez de las acciones desobedientes de Jonás. Entonces Jonás les da una instrucción: “Échenme al mar y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.
Al principio, los marineros se negaron, pero al ver que la tormenta los iba a destruir por fin lo lanzaron al mar. Entonces la tormenta se calmó instantemente y produjo un efecto maravilloso:
¡al instante se detuvo la tempestad! Los marineros quedaron asombrados por el gran poder del SEÑOR, creyeron en Él y prometieron servirle.
La Biblia es la historia del amor redentor de Dios por los pecadores. Dios usó la rebeldía de Jonás para que todos esos marineros se dieran cuenta de Su poder y creyeran en Él.
Esta historia te enseña que es vital quitar de tu vida lo que causa tormentas en tu casa y en tu vida. Debes arrojar al Jonás que llevas dentro al mar para que la tormenta se calme. Si estás huyendo del Señor, debes arrepentirte y rendirte a Él y a su voluntad.
Jonás es una muestra del verdadero arrepentimiento, el cual guía al hombre estar más indignado por su pecado que por su sufrimiento. Cuando un hombre se arrepiente de esa manera, la gracia de Dios se manifiesta y evita que se ahogue, calma la tormenta y salva a los que le rodean, y después usa al hombre para cumplir sus propósitos eternos.
Hoy es el día para cambiar de rumbo y acercarnos más al amor de Dios. Hoy es el día para echar al mar al Jonás que llevamos en nuestras mentes y corazones. Hoy es el día de calmar la tormenta a tu alrededor.
Pastor Jorge Cupido
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