En el capitulo 15 de Lucas, Jesús comparte la parábola (historia con enseñanza) de la moneda perdida, la cual contiene conceptos muy precisos del carácter y deseo de Dios.
O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente. (Lucas 15:8-10)
En esta parábola, de entrada, Jesús enseña varias cosas:
- Nos compara a monedas de plata, es decir, que somos valiosos para Él. Todos le somos importantes y nadie le es indiferente.
- Da a entender, claramente, que el hombre se ha perdido, obviamente por causa de su desobediencia a Dios.
- Se nos presenta la imagen de una mujer, dueña de la moneda. La mujer representa a Dios y es una clara referencia a que Dios no hace discriminación de personas. Para Él, la mujer vale tanto como el hombre.
La moneda, representa al ser humano, un ser que sufre, alguien que está padeciendo, que está apartado de Dios, que tiene frente a sí un terrible destino eterno de sufrimiento y que, por lo tanto, necesita salvación. A pesar de que esa persona no se de cuenta de su necesidad de Dios, ni lo busque, el Señor lo considera valioso, tiene amor por ella y hace todo para rescatarla.
En esta historia, la mujer no se muestra indiferente ante la pérdida de la moneda, al contrario, se pone inmediatamente en acción, prende la luz, barre la casa y busca por todas partes. Con diligencia desea encontrar la moneda a toda costa. La búsqueda la hizo de manera organizada, con paciencia, no se rindió, no la dio por pérdida. De la misma forma Dios lo hace, en su inigualable paciencia, demuestra su amor a los pecadores, buscando la forma en que todos lleguen al arrepentimiento y a la salvación eterna.
En este relato, Jesús quiere que la gente comprenda sus sentimientos hacia aquellos que se encuentran perdidos, tal como la moneda. Quiere que sepan que Dios está haciendo todo lo posible (y hasta lo imposible) para que sean rescatados del pecado y de su espantoso destino eterno. Jesús, por amor, quiere de vuelta a toda la gente con Él.
Finalmente, cuando la mujer encuentra la moneda perdida, reúne a sus amigas y vecinas para festejar. Jesús nos enseña que hay fiesta en el cielo cuando una persona se arrepiente y lo acepta como su Salvador. ¿Se puede imaginar como será una fiesta en el cielo?
La mujer en esta parábola representa el amor, la voluntad, la iniciativa y el esfuerzo que Dios hace para hallar Sus tesoros, es decir, a cada ser humano a lo largo de la historia. Y, una vez hallado, lo cuida como a tal.
Jesús está rescatando a los que creen en Él, para llevarlos a su hogar celestial en su próximo regreso. Él nos dio esta enseñanza para que entendamos Su corazón y nuestro propósito. Nunca nos cansemos de dar gracias a Dios por su amor y por su esfuerzo por encontarnos. Nunca nos cansemos de obedecerle y de darle gusto compartiendo con otros esta maravillosa noticia.
Pastor Jorge Cupido
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