domingo, octubre 6, 2024

La educación y el olvido histórico – Teresita Balderas y Rico

Sembrar una buena educación es abonar al progreso de una nación.

Llegué a mi adolescencia escuchando que la educación pública era laica, gratuita y obligatoria. Me ilusionaba con esa narrativa: “Todo mexicano tiene derecho a la educación, ningún niño quedará sin ir a la escuela; la educación primaria llegará hasta el último rincón de México”. Mi espíritu infantil se alegraba. A esa edad, mi inocencia creía que lo que prometían las autoridades se cumpliría. Inocente, pobre niña.

Alcancé los primeros libros de texto gratuito para educación primaria. Una maravilla en contenido, formato y estética.

En aquellos años, creí que la definición de laica, gratuita y obligatoria era una propuesta recién creada. Erróneo pensamiento, muchos años antes habían nacido esos ideales. 

Me sucede con frecuencia que, al buscar un libro que en ese momento necesito, no lo encuentro. Ignoro si está camuflado, lo presté o lo regalé. Mis libros están formados en tercera fila, llevo años tratando de organizarlos sin alcanzar mi objetivo. Sin embargo, no me quedo con las manos vacías. Por lo general, encuentro uno o varios que he adquirido en el transcurso de los años y por diversas circunstancias no han sido requeridos.

Este fin de semana, seleccioné libros relacionados con el campo de lo educativo, ente ellos uno muy interesante: Filósofos mexicanos del siglo XX, de Mario Maqallón Anaya. Al hojear el libro, encontré temas muy interesantes relacionados con la educación en México.

Maqallón comenta sobre el gran trabajo realizado por Abraham Castellanos: pedagogo, filósofo, una de las mentes más brillantes de finales del siglo XIX y principios del XX, en México.

El nombre de Abraham Castellanos me recordó mis años de estudiante, donde se mencionaba su obra en pro de la niñez mexicana. El ideal de Castellanos era dar atención escolar a los niños de todas las clases sociales, sobre todo a los más desprotegidos; entre ellos, lo que vivían bajo la explotación de los hacendados con míseros salarios.

En su propuesta educativa, abogaba por el reconocimiento de las etnias, desde el entendido que hablaban otro idioma, que habría que respetar, pero a la vez integrarlos a la enseñanza de la lengua española. 

En la década de los sesenta del siglo XX, a la enseñanza del español se le nombraba Lengua Nacional. El título de la materia de alguna forma recuperaba la propuesta que hizo Abraham Castellanos en el siglo XIX.

En este mes, julio de 2024, aún existen múltiples problemas educativos sin resolver. Es increíble que, estando en la tercera década del siglo XXI, en diversas comunidades rurales del país muchas escuelas estén en total abandono. Carecen de lo indispensable: ser una escuela segura para asistir a clases, con servicios sanitarios, mobiliario acorde al nivel de enseñanza: preescolar, primaria o secundaria.

Me pregunto cuántos años más tenemos que esperar para que se atienda el campo educativo, desde nuestra identidad como mexicanos que, vislumbrando el camino del progreso, se preparan para entrar en el interesante camino de la nueva tecnología. Aprender y comprender su lenguaje, para moverse en él. Se ha abierto otro mundo en la comunicación y en la informática. Es impostergable que los niños y jóvenes conozcan y tengan los elementos necesarios para aprender su lenguaje, y explorar el interesante y enigmático campo de la comunicación. 

Sin embargo, desde estos parámetros, los niños que viven en lugares lejanos con grandes carencias seguirán siendo víctimas del olvido histórico del sistema educativo.

Grandes pensadores mexicanos se han preocupado y ocupado por la educación en México, han abierto caminos de oportunidades donde, a través de la preparación escolar, se construya una nación incluyente, en la cual todos accedan al derecho de cultivar y desarrollar su intelecto.

Han sido muchos años de promesas no cumplidas.

Habría que pensar un México alfabetizado, donde los niños, jóvenes y adultos tengan la oportunidad de construir una vida sin violencia, sin miedo de salir a la calle, que alcancen sus objetivos propuestos y puedan palpar y disfrutar el esfuerzo realizado con sus actitudes, las acciones asertivas, porque fueron cuidadosamente planeadas, analizadas, en sus proyectos de vida estudiantil, con la esperanza de construir una historia diferente en la búsqueda de una mejor forma de vivir.

Abraham Castellanos, en su propuesta educativa, se preocupaba en incluir a los niños indígenas en la enseñanza del español, pero respetando sus dialectos. A Castellanos le preocupaba que las lenguas originarias se perdieran en el olvido. Desafortunadamente, lo que más temía sucedió. Muchas de ellas han desaparecido.

La propuesta del maestro Castellanos, por su relevancia actual, parecería que fue creada a principios del siglo XXI.

Las lenguas en cada rincón de este planeta se han desarrollado con el crecimiento de la humanidad. Cada pueblo ha construido su propio lenguaje para comunicar sus emociones y necesidades. Ha tenido que aprender la lengua de habitantes de otros lugares para relacionarse con ellos, tener convenios, realizar negocios y adquirir insumos. Podría decirse que fue el inicio de los ahora grandes consorcios.

El buen uso del lenguaje es vital en el desarrollo de la vida cotidiana. Una buena comunicación nos permite resolver un asunto, así nos sentimos más tranquilos y seguimos nuestro camino en paz.

Una buena educación nos da los elementos para seleccionar los caminos asertivos en nuestra historia de vida.

No la dejemos en el olvido.     

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