lunes, octubre 7, 2024

Hablar o comunicar – Teresita Balderas y Rico


La comunicación es una necesidad antropológica social. Desde las hordas hasta las tribus ya organizadas, el ser humano ha vivido en una búsqueda constante de las formas adecuadas para comunicarse con los otros.

En el amanecer de la humanidad, los neandertales emitían sonidos guturales, que al cabo, en su desarrollo les proporcionó una forma primitiva de comunicación. Al paso de los siglos, con el advenimiento de los homo sapiens, esos sonidos se fueron puliendo al señalar objetos similares encontrados en sus desplazamientos, dando lugar al nacimiento de los nombres de las cosas que ellos veían con frecuencia. 

Los sonidos repetidos e identificados por otros fueron el nacimiento de una lengua.

Las formas de nombrar a las cosas y su utilidad fueron diferentes, ya que los sapiens habían aprendido a andar en grupos, en diversas regiones del planeta Tierra, con orografías y climas diferentes. Este fenómeno dio origen al nacimiento de diversas lenguas, llamadas posteriormente idiomas. En la humanidad fue desarrollándose la necesidad de comunicarse.

Como seres gregarios que somos los humanos, en el devenir de los siglos se han buscado diversas formas de establecer comunicación con grupos lejanos de un asentamiento a otro. En la actualidad, con el avance científico y tecnológico, se han creado formas muy sofisticadas para entablar conversaciones con personas que viven a cientos de kilómetros del lugar donde se inicia la comunicación. Impensable haberlo hecho en décadas anteriores.

La comunicación es una necesidad inherente al sujeto, mas no es sencillo hacerlo. A veces se habla mucho sin comunicar algo importante. No es lo mismo pronunciar un sinnúmero de palabras, que decir algo relevante, y de beneficio mutuo, donde el emisor logre atrapar la atención del receptor, con un vocabulario claro y entendible. Así, el receptor podría interesarse en la propuesta recibida.

Los seres humanos necesitamos saber comunicarnos, y así obtener los insumos que requerimos para seguir viviendo. En el entendido de que los humanos somos los seres vivos más vulnerables y dependientes en nuestro desarrollo, necesitamos de los otros para cubrir nuestras necesidades vitales. Lo que conlleva a desarrollar una comunicación sustentada y entendible.  

Es necesario entonces cuidar las acciones comunicativas. Quien aprende a comunicarse tiene más elementos para resolver una situación problemática, o bien para emprender un proyecto y llevarlo a cabo con éxito.  

El gran sociólogo Jürgen Habermas, de la Escuela de Fráncfort, menciona dos tendencias en la acción comunicativa: una es la que persigue el éxito y se dirige a la imposición mediante el engaño o la coerción. La otra, se dirige al entendimiento, el acuerdo y la coordinación de acciones.

De acuerdo a la teoría de Habermas, la acción del habla sucede a través de los signos lingüísticos. Sabemos que estos símbolos representan objetos, cosas, síntomas (formas de pensar y actuar del sujeto hablante).

Menciona también que los actos del habla existen en tres mundos: objetivo, afectivo y normativo. Desde estos parámetros, podríamos estructurar nuestro lenguaje, hablado o escrito.

La lengua es poderosa y filosa como una espada, puede alcanzar el objetivo deseado, u ocasionar la derrota.

Un lenguaje bien empleado puede salvar vidas. Su uso inadecuado, desatar una guerra.

La acción comunicativa es muy importante en cualquier evento que se utilice, desde las acciones de la vida cotidiana, hasta la toma de decisiones en diversos rubros: económicos, políticos, sociales, educativos, artísticos, deportivos, entre otros.  

Las dos tendencias de la acción comunicativa que menciona Habermas son importantes. Depende de la intención de quien la ejecuta, y, el producto que de ella se obtenga. En la primera, donde se espera el éxito, y se dirige a la imposición mediante el engaño o coerción, el beneficio será para una persona interesada, o un grupo poderoso.

Habermas, en esta tendencia, nos invita de alguna forma a estar atentos a las intenciones de quien habla. Reflexionar sobre el asunto en el que pretende involucrarnos. 

La segunda, donde la acción comunicativa se dirige al entendimiento, el acuerdo y la coordinación de las acciones, es la que nos conviene, porque el beneficio será grupal. 

Es impostergable aprender a escuchar, analizar y reflexionar.

Por desgracia, las acciones comunicativas que más éxito tienen emplean la manipulación y coerción. Como a veces da cierta pereza pensar, para reflexionar y decidir, nos dejamos adormecer con el canto de la sirena.

Haciendo una analogía, en estos tiempos caóticos y violentos, estamos viviendo una acción comunicativa de manipulación y coerción.

Comunicarnos parecería una acción sencilla; sin embargo, el proceso de la comunicación tiene una estructura lingüística que debemos conocer, para poder expresarnos con fundamentos y claridad acerca de lo que deseamos dar a conocer, y quienes nos escuchan comprendan la intención del mensaje. 

Es recomendable leer libros de diversas áreas del conocimiento humano. El hermoso hábito de una lectura constante coadyuva en el desarrollo del capital cultural. Al tener más elementos para estructurar las ideas, la acción comunicativa es más apropiada y efectiva. 

Leer y escribir son acciones básicas para el desarrollo del buen hablar.

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