lunes, septiembre 16, 2024

El sol de mi otoño – Teresita Balderas y Rico 

La espera terminó. Por fin, las lluvias han dejado caer su vital líquido en Querétaro. En estos días que nos ha visitado, aunado al beneficio ofrendado a la vegetación, ha permeado el estado de ánimo de los habitantes de esta bella ciudad, al regalarnos también gotas de felicidad. El sábado 20 de este mes de mayo de 2023, fui al Centro Histórico de la ciudad de Querétaro, que se veía brillante, orgulloso de sus calles y las bellas torres de sus templos. Los árboles de los jardines lucían su verdor, limpios de polvo por la espléndida lluvia.

La gente sonría, su rostro expresaba tranquilidad, la felicidad los acompañaba. Emociona ver a las personas felices, regalándose momentos inolvidables, que incidirán en el fortalecimiento del espíritu, creando una atmósfera donde sutilmente renacen nuevas esperanzas y afloran las ilusiones. 

Cada elemento en este planeta azul, llamado Tierra, es imprescindible en la vida de   los seres que lo habitamos. El agua, en este caso convertida en lluvia, ha sido un gran regalo.

Observar a la gente caminar con tranquilidad y sonrientes, contagia su energía positiva. Ese fenómeno me atrapó, recordé mis años en la escuela primaria. Nos gustaba que lloviera estando en el salón de clases, porque a la salida brincábamos en los charcos, mojarnos era un gran placer. Llegábamos a casa empapados, esperando el acostumbrado regaño de mamá, pero la diversión lo valía.

Mientras caminaba, recordaba a mis amados maestros, con su entrega total a la tarea de educar y enseñar. Los salones de clases eran adornados de acuerdo a cada estación del año. Los maestros se esmeraban en la decoración. Sin una competencia abierta, esperaban tener el salón mejor arreglado. 

A la hora del recreo, presumíamos con los niños de otro salón, diciendo que el nuestro era el más bonito.  

Para cada estación del año, había una lámina representativa, eran muy bellas. Se adquirían en las librerías. De la primavera, recuerdo a unos niños jugando, sonrientes, flores de bellos colores, mariposas y el cielo azul. La del verano mostraba árboles frutales, cielo azul y un sol brillante. La del otoño tenía árboles con hojas naranja y ocres, que volaban con el viento. La representativa del invierno anunciaba la cercanía de la navidad, la caída de la nieve y a una tierna ancianita vendiendo castañas asadas.

¡Cuántos recuerdos me trajo la lluvia! 

Algunos de mis maestros se encontraban en el otoño de su vida. 

Para mis amados e inolvidables maestros

El sol de mi otoño

Otoño, intervalo entre el apasionado verano y el sosegado invierno,
algunos se quejan de ti porque eres cambiante y sorprendente.
En ratos eres silencioso, otros, escandaloso, y de pronto lluvioso.
Te he pillado espiándome, algo tramas. ¿Qué locura harás?

Sol de otoño abrigador, invitas a soñar, eres amigo del amor,
tienes olor a durazno y guayaba. Luces todo tu esplendor.
Eres de vigorosa estructura, de tersa piel y empalagosa dulzura.
Las experiencias vividas te han dado esa madurez.

Ese bosque que en otoño se deshoja 
para que los rayos del sol de noviembre revelen las veredas
aquellos caminos que en los ayeres lucían en florescencia
pletóricos de utópicas promesas.

Sol de mi otoño, que tratas de ocultarte temprano,
sol amigo, celestino que motiva y luego se esconde
para dejar a los enamorados vivir su intimidad,
si te preguntan respondes: “Yo no sé tras el trigal lo que pasará”

Te quiero, otoño, con tus tapetes de verde a marrón
y de amarillo a naranja.
Recuerdo mis pasados sueños, camino tus senderos
mis pasos suenan al pisar la hojarasca, los escucho, sonrío.

Soy feliz en mi otoño, con la luz del sol que pinta en dorado.
Me gusta sentir la lluvia sutil rociar mis sentidos,
despertar tranquila en cada nueva alborada,
ver las bandadas de aves volar hacia el campo abierto.

Disfruto esperar la noche en mi jardín y ver titilar las estrellas
camino mi casa, testigo fiel de mis amores y desamores
serviré una copa de champagne. Brindaré por ti, otoño querido.
Me visto de naranja haciendo juego con el tapete de tu hojarasca

Sonrío a mi pasado, recordando las veces que tus hojas caían
en mi pelo y en mis cuadernos                           
disfruto el presente, porque amo la vida  
pienso al futuro porque aún hay veredas que pienso caminar.
Gracias, otoño, espero que nos volvamos a ver.

Desde la ventana de mi cuarto, veo la luna aparecer. 

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