La lectura del libro “Las mujeres de Adriano”, de Héctor Aguilar Camín, llamó mi atención. Mueve los hilos de la antropología social, deja al descubierto la necesidad de amar y sentirse amado en la juventud, la madurez y la vejez.
Más allá de la escritura de una novela, en este texto subyacen actitudes, emociones. El deseo de vivir. Hombres y mujeres, en el transitar de la existencia, han tenido el imperioso anhelo de ser deseados por otros u otras; ser parte de su pensamiento en su vida cotidiana.
Amar y sentirse amado es una necesidad inherente al ser humano.
Amar duele
¿Vale la pena amar tanto?
el amor duele, consume, transforma.
Me paro frente al espejo, me aterra lo que veo:
ese rostro avejentado no es el mío.
No me reconozco.
Esa piel marchita no es la mía
los ojos han perdido su brillo.
¿Vale la pena amar tanto?
Desdichados los pobres de espíritu, que nunca han amado
desconocen el sabor agridulce del amor.
Tú lo conoces bien, y has aprendido a matizar el sabor,
sabes mover las piezas del juego, para ganar la partida.
Tu amor es nocivo, destruye, y sin embargo te amo.
No solo te has posesionado de mi cuerpo
pretendes también doblegar mi espíritu, apoderarte de mi alma.
¡Voy a romper las cadenas para ser libre otra vez!
Porque te amo, me alejo. Porque me amas, me voy
este amor, que es tuyo y es mío, nos consume lentamente.
Antes de morir, porque mueres, y muero también por ti.
¡Sólo queda decir adiós!
Han pasado dos años, de la última vez que el amor hicimos.
He buscado la miel de otros labios y el arrullo de otros brazos.
No me cobijan ni arrullan, y los besos saben a hiel, he buscado y buscado
mas todo ha sido en vano, aún sigo pensando en ti.
Mis días han sido grises, tiempos lentos y pesados
tal vez en tu vida, la dicha has alcanzado
te han amado al transitar los caminos.
Tal vez de mí te has olvidado.
Este ha sido un encuentro inesperado
jamás pensé que estuvieras en este confín del mundo
quise viajar para olvidarme de ti, pero el destino tenía otros planes
y, mira, la sorpresa que me ha dado la vida.
No hubo palabras, solo nos abrazamos.
Nuestras manos y labios se reconocieron
ellos también se habían extrañado
al instante que nuestras miradas se cruzaron, supe cuál sería el final.
La suave arena de la playa acariciando los pies
la plateada luna llena, pródiga refleja su belleza en el denso mar
una suave brisa con olor a mar nos acompaña en nuestro caminar
todo es armonía, una noche ideal para volver a amar.
El ayer se fue, la desdicha ha desaparecido
el futuro aún no llega, no sabemos lo que traerá
solo tenemos este presente, un instante en nuestra vida
vivamos este momento, que algún día solo recuerdo será.
Ahora tus cálidos labios y hábiles manos
recorren cada espacio de mi piel
en pausado ascenso al paraíso
preámbulo de la unión de cuerpo y alma, en sincronía universal.