Leer es adentrase en aventuras que tal vez el lector no sea capaz de llevar a cabo, pero podrá vivirlas, disfrutarlas, reír, suspirar; tal vez una lágrima furtiva recorra su mejilla. Pueden suceder tantas cosas, al meterse entre las páginas de un libro.
¿Qué sucede cuando tomamos un libro en nuestras manos?, ¿qué pasa por nuestra mente?
¿Qué hace el escritor para que el lector destine varias horas a la lectura de su libro?
Quien ama la lectura, elige el libro que ha tenido el deseo de leer y, por ciertas circunstancias, no le había sido posible comprarlo. Ahora que ha cubierto pagos de colegiaturas, predial y otros compromisos, tiene los recursos para hacerlo. Visita las grandes librerías donde es factible encontrarlo. En la primera visita no tiene éxito, en una segunda, lo encuentra. Se apresura a tomarlo pues le han informado que solo quedan dos ejemplares, el autor ha obtenido el premio Nobel. Sus amigos le han comentado que vale la pena leerlo.
Una vez con el ejemplar en sus manos, lo acaricia, lo observa cuidadosamente, por fin tiene en su poder ese tesoro. Algo mágico tienen algunos libros que seducen y atrapan. Jorge Luis Borges decía que no estaba tan orgulloso de los libros que había escrito, sino de los que había leído. Para que el gran Borges exprese ese sentimiento, deja entrever que ha disfrutado la lectura de otros escritores excepcionales.
La lectura es un llamado a vivir otras vidas, a caminar junto a los personajes creados por el escritor. Conocer parte de su vida, saber cómo viven lo cotidiano. ¿En qué momento se metieron en tan terrible problema?, ¿por qué a una persona con buena educación, que ha tenido una vida sana y cumplido como buen ciudadano, lo involucran en algo tan aberrante?
El lector está triste, le duele lo que está sufriendo su personaje, porque sabe que es inocente y, sin embargo, todas las evidencias del crimen lo señalan como culpable. El lector quiere señalar quiénes y por qué lo metieron en ese problema, pero no puede, porque está en otra dimensión.
Los libros que hemos leído en el transcurso de nuestra existencia, en lo general dejan huella en nuestra memoria. Al paso del tiempo, lo damos por olvidado, o eso creemos. A veces, en una conversación casual, alguien menciona que leyó un título y agrega que a un compañero le sucedió algo similar. Entonces, de inmediato llega a ese presente la enseñanza que dejó el libro y lo empezamos a comentar, dando nuestras respectivas opiniones acordes a lo que percibimos de su lectura. Hablamos por largo rato como si fuéramos expertos.
Cada libro tiene su propia historia, expresa o camuflada. Detectamos las ideas del autor, su estilo, sus emociones y la valentía de compartirla. En el libro En esto creo, de Carlos Fuentes, en el tema Amistad, encontré una narrativa muy interesante respecto a su significado: “La amistad es la gran liga inicial entre el hogar y el mundo; el hogar, feliz o infeliz, el aula de nuestra sabiduría original, pero la amistad es su prueba. La amistad le abre el camino a los sentimientos que solo pueden crecer fuera del hogar. Encerrados en la casa familiar, se secarían como plantas sin agua. Abiertas las puertas de la casa, descubrimos formas del amor que hermana al hogar y al mundo. Estas formas se llaman amistades”.
Gran verdad es el concepto que Carlos Fuentes nos regala sobre la amistad. Si miramos hacia el pasado, reconoceremos que de la niñez hacia la adolescencia pasamos por ese puente, reconociendo las enseñanzas familiares y el dulce sentimiento de la amistad.
Leer es también aprender a vivir.
Abrir las páginas de un libro es abrir puertas, es indagar las historias de los personajes que dan vida a lo que el lector elige para aprender y saber cómo viven otros.
Existen libros que atrapan al lector, haciendo que él regrese con frecuencia a sus páginas. Cuando se da este fenómeno, el escritor ha plasmado en su narrativa sucesos que han movido la sensibilidad de quien regresa de nuevo a su lectura. Por esta y otras razones, resulta toda una aventura adentrarse en las páginas de los libros.
He leído algunas frases de expertos en el análisis de la literatura, esta es una de ellas: “Quien no lee, vive solo una vida, quien lee varios libros vive muchas vidas”.
Cada libro deja una huella en la mente del lector.
Entre los libros en espera de ser leídos, encontré uno que me parece una buena lectura para los chicos que cursan educación básica. El lenguaje es concreto, claro, con información muy interesante que puede despertar la curiosidad científica en los niños.
Se titula Querido profesor Einstein. El prólogo es de Evelyn Einstein, nieta del genio científico Albert Einstein. La responsable de la edición es Alice Calaprice.
En este singular libro están los datos relevantes de la biografía del gran físico. Lo que más llama la atención son las cartas que los niños de Estados Unidos, desde sus internados, o desde colegios de varias partes del mundo, enviaban al maestro Einstein. Si bien por ser un científico con demasiada carga de trabajo no pudo responder a todas las cartas enviadas por los niños, se dio el tiempo para contestar varias de ellas.
Carta enviada por niños de un albergue infantil alemán:
Marzo de 1929
Querido profesor Einstein:
Lo felicitamos por su cincuenta cumpleaños, que será el 14 de marzo de 1929. Y esperamos que continúe viviendo y trabajando por muchos años. Sabemos que forma parte de la junta de albergues infantiles de Rote Hilfe. También sabemos que gracias al amor y apoyo de los amigos de los niños, podemos pasar diez maravillosas semanas en el albergue.
Leer nos invita a conocer el mundo.