La educación, desde tiempos inmemoriales, ha sido creada para ciertos fines. Pensemos en los primeros años de la humanidad: la existencia en el planeta era corta, los padres tenían que enseñar a sus vástagos cómo defenderse de los feroces animales, y cómo aprender a cazar para sobrevivir. Cuando las hordas se convirtieron en tribus, la educación empezó a tener una estructura con un propósito.
En los grandes pueblos, la educación adquirió importancia y significado. Se educaba con fines determinados. Educación y cultura, en lo general, están en constante movimiento, lo que implica tener conocimientos, investigar, planear, reflexionar, desde un contexto dado: sobre la estructura, planeación, viabilidad, y profunda reflexión sobre los beneficios esperados.
Este es un gran trabajo intelectual, social y económico, en el cual deben participar especialistas en diversos ramos del saber humano.
Bien decía Immanuel Kant: “El hombre puede considerar como los dos descubrimientos más difíciles: el arte del gobierno y de la educación”. Este pensamiento es aplicable a la crisis educativa y gubernamental que vive el mundo.
La educación tiene fines consolidados, de acuerdo a cada cultura. Los que se han tratado de mantener, entre ellos: proporcionar valores para las buenas relaciones sociales, proporcionar y abrir las puertas de los conocimientos a los estudiantes, que abonen en su desarrollo intelectual, social, emocional.
Es necesario comprender la cultura del contexto socioeconómico donde se vive, los usos y costumbres del lugar, reconocer la cultura ancestral para comprender la actual, y seleccionar las estrategias didácticas adecuadas para alcanzar los fines propuestos.
El sociólogo francés Émile Durkheim, expresó que la educación es una institución social, y que está vinculada con otras actividades sociales. Sabemos que es una realidad, porque lo hemos vivido.
Los avances tecnológicos nos están rebasando, llegaron sin que los usuarios estuvieran preparados para recibirla, sobre todo, los países llamados emergentes como México, donde en muchos lugares la pobreza es extrema y la educación es el recurso idóneo para salir de ella. Sin embargo, se da preferencia a otros rubros.
Retomando el pensamiento de Kant sobre el arte de educar y gobernar, la institución educativa no sale bien librada.
Cierto es que los estudiantes deben sujetarse a un programa de estudios. Sin embargo, ese programa tendría que ser apoyado con la consulta de diferentes teorías de la materia que se estudia. También es importante escuchar o leer opiniones de expertos en el tema. Así, el estudiante tendrá elementos para la creación de los proyectos que realice, teniendo los argumentos científicos, sociales y culturales en la defensa de su proyecto.
La educación de cada país considera, en los programas escolares, la cultura sociohistórica de la nación, vinculándola con los cambios surgidos en los descubrimientos científicos y adelantos tecnológicos.
Los países del primer mundo, sin descuidar su origen antropológico, están alertas a las necesidades educativas para que los jóvenes, al egresar de las universidades, se integren al sistema productivo.
En contraste con ese afán de superación, están los países cuyo progreso ha sido muy lento, donde no se valora la importancia de la institución educativa, desviando la mirada y recursos a otros fines, a veces no tan importantes como la educación. La gente debe educarse para desarrollar la capacidad de discernir, argumentar sus propuestas, ser creativos al emplear su libre pensamiento, analizar, confrontar experimentar, reestructurar, hasta estar conscientes de la calidad de su trabajo intelectual.
La calidad en la educación de un pueblo, hablará del nivel de desarrollo de su gente.
Es imprescindible conocer los programas de estudio, sobre todo en educación básica, donde el niño empieza a conceptualizar los hechos de la vida cotidiana, dentro del aula, y en las relaciones sociales.
Existen lugares en México donde la pobreza extrema obstaculiza el desarrollo intelectual y social en los niños. Por desgracia, un presupuesto mal utilizado deteriora el progreso de un país.
Para fortuna nuestra, existen padres de familia, maestros, investigadores, escritores, que piensan en apoyar las ideas, proyectos de niños y jóvenes para que continúen trabajado sobre un sueño que se está consolidando. Gracias a todas las personas bondadosas que sin afán de lucro apoyan a la entusiasta niñez y juventud.
En Querétaro, hay algunas asociaciones privadas y gubernamentales que se interesan en apoyar a los estudiantes sobresalientes en educación básica, media y superior. Sin embargo, aún tenemos carencias en este rubro.
Existen muchos niños y jóvenes con un coeficiente intelectual sobresaliente. Con proyectos tendientes a coadyuvar en el desarrollo científico, de salud, en lo social, empleando los avances en comunicación, nanotecnología, y la inteligencia artificial.
Para orgullo de México, Ángela Elena Olazarán Laureano, una jovencita veracruzana egresada del CONALEP fue reconocida por Chegg.org Global Student Prize como la mejor estudiante del mundo en 2024.
Su proyecto ganador fue la creación de un asistente artificial que puede detectar 21 enfermedades, dando oportunidad a la gente de atenderse. Es una chica de alto coeficiente intelectual y de gran bondad, quien utilizará el monto dado por el premio para la fundación de un hospital donde se atienda la gente de escasos recursos.
Existen estudiantes sobresalientes en diferentes partes de la República Mexicana, esperando una oportunidad de ser escuchados y guiados en la creación de sus proyectos.
Sí, la educación ayuda a trascender y transforma la forma de vida.
