En el vuelo de media mañana de Ciudad de México a Cancún, de manera inexplicable, con seis meses de antelación ya estaban reservados los asientos de las diez primeras filas.
Rosaura, quien trabajaba en el área de reservaciones de la línea aérea, no encontraba la razón por la que, extrañamente, en los registros no aparecían los nombres de los pasajeros que ocuparían esos asientos.
Pedro, el jefe de Rosaura, diariamente les enviaba un comunicado a ella y a sus compañeros de reservaciones para reafirmarles que esas diez filas y números de asientos eran intocables. Esto se fue convirtiendo en un misterio: ¿Cuál era la razón para que inusualmente no se pudieran ver los nombres de los ocupantes y sólo apareciera la palabra “Pagado”?
¿La razón?
Una prestigiada empresa, que era cliente frecuente y muy importante para la línea aérea, había solicitado a Pedro absoluta discreción del plan.
Mi compañía, que desde hacía varios años era proveedor certificado de esa empresa, fue quien había sugerido un proyecto “muy loco y novedoso”, para el que se necesitaban los servicios de la línea aérea.
Esta importante firma, con sucursales en toda la república, desde hacía algunos meses nos había solicitado, al igual que a otros proveedores con la misma actividad que la mía, un proyecto totalmente innovador.
Después de varios días de juntas con empleados de diferentes departamentos, finalmente desarrollamos el proyecto.
¡El esperado y temido día de la presentación al cliente llegó!
A la hora citada, mi hija, que es la subdirectora, y yo, fuimos recibidas por el director general, así como por los gerentes de mercadotecnia y de presupuestos.
Teníamos 45 minutos para presentar nuestro proyecto, que constaba de proyección de video, costos, objetivo y conclusiones.
Mientras mi hija explicaba cada imagen de la proyección, yo me dediqué a ver las expresiones de los tres gerentes. Por momentos eran de sorpresa, en otros, eran de aprobación y también de emoción. Gracias a Dios, no de rechazo o aburrimiento.
Tres días después, recibí el aviso de que nuestro proyecto era el ganador. Sólo teníamos veinte días para armarlo y conseguir los permisos necesarios.
¡La aprobación más difícil de conseguir era de la línea aérea!
Desde una semana antes de la fecha en que sería el lanzamiento del proyecto, los empleados, mi hija y yo, nos olvidamos de disponer de la hora de comida o de terminar de trabajar antes de las once de la noche.
¡El día para llevar a cabo la novedosa y muy difícil propuesta… llegó!
Quince empleados y nosotras dos, a las cinco de la madrugada, estábamos ingresando al aeropuerto de la Ciudad de México, con decenas de cajas que contenían los materiales para el evento, diez fundas de ropa, diablitos para transportar los bultos y también las cajas vacías que eran parte del proyecto. Todo con la marca de la cadena de tiendas impresa.
Uno de los fines de nuestra propuesta, era la fijación de marca.
Las edecanes llegaron vestidas con el uniforme característico de la cadena de tiendas. Cargando al hombro un saco cubierto con la funda en la que de forma muy visible se veía impresa la marca, comenzaron a pasear por el aeropuerto aparentando ser pasajeras en espera de abordar su vuelo, lo cual hicieron más tarde, tomando asiento en la décima fila.
El director de la empresa que nos contrató, también llegó temprano. Más tarde, de forma cortés y efusiva recibió a una joven pareja. Sus nombres: Eliseo y Pilar.
Poco a poco fueron llegando familiares y amigos de Eliseo y Pilar, quienes, al abordar, tomaban asiento en los lugares de las diez primeras filas. Se caracterizaban por portar ropa formal, nada usual para viajar.
Llamaba la atención un hombre elegantemente vestido con traje negro; portaba un portafolios y algunos documentos en la mano. Tomó asiento junto a Eliseo y Pilar.
En muchos de los compartimentos del avión, se veían cajas y bolsas características de la cadena de tiendas.
Una vez que fueron ocupadas estas diez primeras filas, comenzaron a abordar los pasajeros que tomaron asiento en diferentes filas.
Treinta minutos después del despegue, de una en una, las edecanes se dirigían al baño, del que salían elegantemente vestidas, como las madrinas de una ceremonia. Al mismo tiempo, una sobrecargo colocó en el pasillo una pequeña mesa con mantel blanco.
Eliseo y Pilar se dirigieron hacia adelante y cerraron las cortinas de la zona cercana a la cabina. Diez minutos después, él apareció luciendo un elegante smoking y al minuto siguiente, Pilar, vestida con un precioso traje de novia.
Se colocaron junto a la mesa puesta en la parte delantera, donde los esperaba el elegante hombre de negro, quien procedió a efectuar la ceremonia del casamiento. ¡Era el juez contratado para efectuar la boda a bordo del avión!
Los amigos de los novios fueron invitados a una boda, pero nunca imaginaron que se realizaría a bordo del avión.
Los demás pasajeros no salían de su asombro.
Los reporteros que habían sido contratados dieron amplia cobertura a esta original e increíble ceremonia a bordo, organizada por la prestigiada cadena de tiendas en la que enfocaron toda la publicidad.
El objetivo se logró: el nombre de la cadena de tiendas y el evento, fueron tema de conversación por varias semanas.
g.virginia SÁNCHEZ MORFÍN
@gvirginiaSM