Puede parecer ridículo en estos tiempo hablar de amor romántico, cuando los detalles hacia la pareja son casi nulos; en parejas con muchos años de casados en las que a lo mejor la rutina diaria hizo costumbre el vivir juntos y también en las parejas jóvenes que apenas inician un noviazgo, en las que se carece de ese respeto de los caballeros hacia las damas, y falta ese darse a respetar de las niñas por lo niños y al revés; ¿dónde están las serenatas con un buen mariachi, cuando la novia sólo se asomaba por la ventana para escuchar canciones de amor?, ¿dónde quedaron los caballeros protectores de las mujeres? ¿dónde quedaron los poemas hechos canciones, en donde la mujer no se tocaba ni con el pétalo de una rosa? ¿dónde están las princesas que tienen hora de llegada de regreso a casa? La lista es interminable de lo que como sociedad hemos perdido, sin embargo estamos a tiempo de recuperar los detalles que alimentan el amor en pareja durante el noviazgo, y que nutren la vida familiar cuando el matrimonio se consolida con los hijos. Los detalles de los que hablo no tienen que ser materiales, un te quiero, una flor o ramo de flores, el dulce favorito, la canción que más le gusta, un mensajito con buenos deseos, una carta escrita a mano, una cenita romántica en casa, ver una película de amor, observar y comentar las fotos del recuerdo, un paseo por un parque o en el centro de la ciudad, darse el tiempo de platicar sobre, sueños, deseos y metas cumplidas y por cumplir, entre otras cosas, con las que podemos ayudar a fortalecer los lazos con nuestra pareja.
Enseñemos a nuestros hijos con el ejemplo a vivir el amor; ellos aprenden observando a diario la interacción entre papá y mamá. El respeto, comunicación verbal y no verbal, los detalles y la admiración que demostremos hacia nuestra pareja serán muy enriquecedores para toda la familia.