Historias como esta, suceden con más frecuente de lo que pensamos.
Los grandes maestros son aquellos que comparten los conocimientos, y protegen a sus alumnos.
Selene cursa el cuarto grado de primaria, es una chiquilla carismática, con buen sentido del humor. En la calle por donde vive todos la conocen. Desde pequeña saludada a los vecinos, cuando iba de la mano de su abuelita Lore, la mamá de su papá.
En la escuela es muy creativa y sociable, fue electa jefa de grupo, su profesora la considera una excelente alumna. Todo parecía marchar bien en la vida de la niña. Estaba muy emocionada porque saldría de vacaciones con sus papás.
Al terminar el ciclo escolar, sus compañeros le recomendaron que tomara fotos para saber en dónde estaba. La despidieron con abrazos. Fueron pasando los días, y, los amigos de Selene no recibían las fotografías.
Las vacaciones terminaron, el nuevo ciclo escolar dio principio. Los niños del grupo esperaban ansiosos a Selene, todos fueron llegando excepto ella.
Selene, se presentó al tercer día, los niños al verla quedaron asombrados, volteaban a verse unos a otros, se preguntaban si esa niña era en realidad Selene. Se hizo un pesado silencio en el aula, ella con un saludo apenas audible, buscó un lugar para sentarse.
Llegó la hora del recreo, por primera vez nadie se movió de su lugar. Sus amigos: Laura, Marisol, Julián y Leonardo, se acercaron con timidez.
─¿Eres tú Selene?, ¿qué te pasó?
─la niña permaneció en silencio. Laura, su amiga desde preescolar, la abrazó
─somos tus amigos, ¿qué te sucede? estamos preocupados por ti, ¿cómo podemos ayudarte?
La niña no pudo hablar, el llanto lo impedía.
La maestra que había estado observando la conmoción en el salón, se acercó al grupo de niños que la rodeaban.
─Por favor salgan, hablaré con ella.
─Si maestra, ayúdela, es nuestra amiga.
Los niños obedecieron, pero permanecieron tras la puerta del aula. Estaban tristes por el aspecto que tenía su amiga. Querían saber qué le sucedía a Selene.
La maestra abrazó a la niña, ella al sentirse protegida lloró en su regazo.
─Llora chiquita, te hará bien, cuando te sientas mejor tal vez quieras decirme lo que te sucede.
La maestra sintió tristeza por el aspecto tan descuidado de su alumna. Algo grave tenía que haber pasado. Rostro demacrado, ojeras muy marcadas, delgadez extrema, y, la profunda tristeza reflejada en su rostro. Pasaron unos minutos para que la niña pudiera hablar. Empezó a narrar su tragedia.
Las esperadas vacaciones se transformaron en una pesadilla. Todo fue una farsa. Sus padres la llevaron lejos de su abuelita para informarle que se divorciarían. ¡La niña no lo podía creer! el llanto cubrió su rostro, corrió y abrazó a su padre, preguntándole el porqué. Él, llorando también, la abrazó y dijo cuanto la amaba, y, que nunca la abandonaría.
La madre trabaja en una firma de abogados, sus compañeros hicieron lo necesario para que la niña quedara bajo su custodia. Lo grave de la situación, es que todo el día está fuera de casa, no tiene tiempo para su hija. Desde que nació, ha estado alejada de ella, no demuestra cariño. Selene pensaba que su mami tenía tanto trabajo, que no tenía tiempo para revisar sus tareas, ver sus calificaciones o darle un abrazo.
Esta carencia de apego, era poco perceptible para la niña, su abuelita la ha cuidado y está pendiente de lo que necesita en casa o en el colegio. El gran amor de su padre y de su abuela, ayudaron construir un mundo feliz.
En una de las discusiones que tuvieron sus padres, ella tímidamente, sugirió que la dejaran vivir con su abuelita, la madre furiosa le dio un fuerte golpe en la espalda, gritándole que era una mocosa y no tenía ningún derecho de opinar, que solo debía obedecer y no convertirse en un estorbo.
Cierto día, la madre de Selene habló por teléfono con uno de sus amigos. Lo que escuchó la niña, la dejó aterrorizada.
Al recordar lo que su madre dijo, Selene volvió a llorar, tan fuerte, que los niños que permanecían tras la puerta entraron de inmediato.
─No llores pequeña le dijo la maestra, no estás sola, nos tienes a nosotros. ¿Qué fue lo que escuchaste?, tal vez se pueda solucionar.
─Mi mamá dijo a su amigo que me pondría en un internado, que ella no había nacido para cuidar mocosas. Tengo mucho miedo maestra, no quiero estar encerrada, lejos de mi papá y mi abuelita.
La profesora trató de consolarla, diciéndole que las cosas se arreglarían, pero que debía tener paciencia. Cuando dejó de llorar la maestra pregunto.
─¿Quién te trajo?, ¿cómo llegaste a la escuela Selene?
─Mi mamá no está, se fue a trabajar y del dinero que ahorré para las vacaciones tomé para pagar el taxi.
─Te expusiste mucho al viajar sola, dijo la maestra.
─Tenía miedo viajar, pero fue más grande el deseo de venir a despedirme.
La tristeza había entrado al salón de la mano de Selene, contagiando a todo el grupo. Haciendo gran esfuerzo, sus compañeritos dijeron, ya no llores, nosotros te queremos mucho, todo cambiará.
Las muestras de cariño de los niños del grupo, y de la profesora, atenuaron el dolor e iluminaron el sombrío rostro de la niña.
La directora del colegio citó a una reunión urgente al Comité de Padres de Familia, al psicólogo, trabajadora social, y a un abogado, con el objetivo de conocer legalmente hasta donde la escuela puede intervenir a favor del bienestar de una de sus alumnas.
Después de la reunión, la maestra dio una buena noticia a Selene.
─ Ya localizaron a tu abuelita y fueron por ella, estarás en su casa hasta que tu papá pase por ti. Tendrás que ser muy valiente, llevará tiempo a los adultos arreglan sus asuntos.
Ya no estés triste.
Por favor regálame una sonrisa.
