¿Qué será más fácil? perdonar cuando alguien nos lastima o pedir perdón cuando lastimamos a alguien. En la vida se nos presentan ambas situaciones y es cuestión de decidirnos a actuar de una u otra manera.
Para pedir perdón está implicado el orgullo, el ego y la humildad de reconocer el error que cometimos. Sabernos imperfectos y que nos equivocamos a veces cuesta trabajo, pero hacerlo nos permite crecer como persona… se requiere madurez para aceptar y reconocer cuando me equivoco, cuando fui injusto, cuando cometí alguna falta y a causa de ello dañé, incomodé o lastimé a alguien. A veces estamos encerrados en pensar solo en nosotros mismos, sin tratar de ser empáticos y pensar en cómo se sintió el otro. La empatía es necesaria para fomentar buenas relaciones sociales, en la que entiendo al otro, me pongo en su lugar y después actúo. Esto nos lo enseñan desde pequeños, pero muchos adultos no lo llevan a cabo. Pedir perdónnos quita esa sensación de culpabilidad, porque aunque en la actualidad la palabra «culpa» ya casi no se utiliza, sabemos que la de «responsabilidad» sí, y todos somos responsables de nuestros actos y cada acto tiene consecuencias.
Por otro lado para perdonar se necesita bondad, valor, y fortaleza, así como dejar de lado el rencor que no llevará a nada bueno, solo nos encauzará hacia la tristeza, enojo, o ira. Cuando perdonamos nos llenamos de una paz y armonía que nos lleva a pensar que lo que pasó también de alguna manera nos hizo crecer como personas, aprender algo y sacar algo positivo de lo ocurrido. Pensemos en sacar provecho de lo que la vida quiere enseñarnos con cada segundo que pasa.
En las relaciones humanas no todo puede ser color de rosa, no hay relaciones perfectas, lo importante es cómo actúo ante las diversas situaciones que se me presentan y qué elementos se ven amenazados en ella como el amor, cariño, la confianza, etc. En ocasiones se vale poner distancia de por medio para dejar sanar una herida emocional. En otras ocasiones, cuando el daño no fue mayor y además hay mucho cariño de por medio, puede seguir siendo llevadera una relación sin verse afectada.
Lo importante aquí es utilizar el perdón (tanto al pedirlo como al otorgarlo) como herramienta para liberar el dolor, aliviar las heridas, y eliminar las incomodidades que la situación haya causado. Esto nos hará sentir bien, dejando pasar los eventos incómodos, porque los malos recuerdos permanecen el tiempo que nosotros les permitimos estar ahí, dando mayor o menor importancia al evento. Cuando dejamos de lado todo aquello que nos dolió o nos disgustó, nos permitimos a nosotros mismos valorar de todo lo demás que es bueno y que se puede disfrutar al máximo.
En la familia es importante inculcar en nuestros hijos la virtud del perdón, y le estaremos dando a nuestros hijos una herramienta más para construir su presente y su futuro.