Obediencia y rebeldía son antónimos, términos opuestos. La rebeldía se refiere a la actitud de oposición, resistencia o desobediencia a la autoridad. Espiritualmente hablando, la rebelión es un rechazo a la autoridad de Dios, es decir, a su persona y a sus mandamientos.
Dios creó al hombre con la capacidad de decisión de obedecer o no a Dios. Adán y Eva se rebelaron contra Dios al desobedecer el único mandamiento que tenían, instigados por Satanás. Desde entonces, la humanidad tiene una naturaleza rebelde, apartada de Dios.
La rebeldía es un asunto muy serio y grave. Fíjate como la ve Dios: “La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería, y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos.” (1a Samuel 15:23)
Es equiparable a las peores cosas de la oscuridad como el pecado, la hechicería y la idolatría. Una persona rebelde está haciendo equipo con el diablo, lo sepa o no, lo quiera o no.
Te voy a mencionar tres tipos de personas que actúan así:
- Los hijos rebeldes. La rebelión de los hijos es responsabilidad total de los padres que no se atreven a disciplinarlos, enseñarlos y corregirlos.
- Los rebeldes a las autoridades humanas. Son, entre otros, los que no respetan las leyes del país y los que se rebelan pasiva o activamente contra sus jefes del trabajo.
- Los cristianos rebeldes a Dios. Son aquellos que no obedecen ni las sus más elementales instrucciones: no evangelizan, no discipulan, no sirven en la iglesia y no diezman.
El diccionario dice que autoridad es : “Poder que tiene una persona sobre otra, derecho de mandar”. El Señor tiene TODA la autoridad sobre TODA la creación y de Él procede toda autoridad. Por lo tanto, tiene todo el derecho de mandar y tú toda la responsabilidad de obedecer, si es que quieres vivir en Su Reino bajo su protección y bendiciones.
Dios no te manda obedecer nada que te vaya a perjudicar, al contrario, lo que te manda es para beneficiarte y, al mismo tiempo, beneficiar a otros. Así que te conviene obedecer.
Obediencia, en la Biblia, significa una respuesta activa a lo que uno oye, en lugar de un escuchar pasivo. Cuando uno ha oído el mandamiento de Dios, está bajo la obligación de obedecerlo.
Él da a conocer su voluntad mediante Su voz, Su Palabra escrita o su palabra predicada, y frente a ella no hay neutralidad posible: obedeces o te rebelas. No hay término medio. Dios nos ordena ser obedientes porque esa es Su voluntad y porque eso es lo que más nos conviene.
El principal mandamiento es amar a Dios y el amor a Dios solo se demuestra a través de la obediencia a Dios. Jesús dijo: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.” (Juan 14:15)
Veamos una breve historia de Jesús: “Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, gritaron: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: —Vayan a presentarse a los sacerdotes. Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.” (Lucas 17:12-14)
Ellos recibieron una palabra de Jesús y pudieron haberla ignorado, pero obedecieron, y como consecuencia de su obediencia a Dios, fueron sanados totalmente.
Jesús es tu amigo, es tu Salvador y te ama, pero es tu Señor y tiene todo el derecho de mandar y a ti te toca obedecer. Cuando obedeces, todo es posible con Dios y de maneras maravillosas e insospechadas, pero no obedezcas por los resultados sino por considerarte siervo de tu Señor. Sin embargo, Dios no se queda con nada, porque la obediencia produce milagros, produce prosperidad en todas las áreas de la vida y produce autoridad.
Dios debe ser Señor de tu vida, por lo tanto, debes dejar de tomar los mensajes que lees en la Biblia y los que oyes en la iglesia como sugerencia y hacer que comiencen a determinar el rumbo de tu vida. Cuatro letras: OBDC.
Pastor Jorge Cupido
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