La resurrección de Jesús es un evento profetizado tanto en el Antiguo Testamento, como por Jesús mismo. Es un hecho histórico narrado en los 4 evangelios y citado en todo el Nuevo Testamento.
La historia de Jesús es sobrenatural desde el principio hasta el fin. Su historia está llena de Dios, de participaciones de ángeles y demonios, está llena de eventos milagrosos y de sanidades divinas. Todo ello demuestra quién es Él, pero el máximo evento sobrenatural llegó con su resurrección, demostrando, sin lugar a duda, que Jesús es Dios.
El viernes, antes de las 6 de la tarde, Jesús fue sepultado en una tumba y la entrada sellada con una piedra que pesaba alrededor de 2 toneladas. Como los religiosos que lo mataron tenían miedo de que fueran a cumplirse las profecías acerca de su resurrección , procuraron tomar medidas. Fueron ante Pilato y le dijeron que temían que los discípulos se robaran el cuerpo y después dijeran que había resucitado. Consiguieron que se pusiera el sello romano sobre la piedra que cerraba el sepulcro y que se pusiera una guardia romana.
En cierto momento del domingo, en la madrugada, Jesús resucitó. Después hubo un violento terremoto causado por un ángel del Señor que descendió del cielo, quitó la piedra que cerraba el acceso al sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era tan espectacular, que los feroces y valientes soldados romanos se pusieron a temblar y se desmayaron del miedo.
Ese mismo domingo, más tarde pero aún muy de mañana, cuando las mujeres fueron al sepulcro, encontraron la piedra removida y el sepulcro vacío. El ángel les dijo: ¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado! (Lucas 24:5-6). La resurrección de Jesús manifestó su victoria sobre la muerte y demostró su identidad divina.
Existe más evidencia histórica de la resurrección de Jesús, ocurrida hace más de 2000 años, que la evidencia histórica que existe de que realmente ocurrió una batalla en Waterloo donde Napoleón fue derrotado, hace poco más de 200 años. Estas son algunas evidencias irrefutables:
- La tumba vacía. Las tumbas de Confucio, Buda, Moisés, Mahoma y de todos los lideres religiosos del pasado están ocupadas. La de Jesús está vacía.
- El testimonio del Nuevo Testamento.
- El testimonio de los más de 500 testigos oculares.
- El testimonio de historiadores no cristianos, como Flavio Josefo.
- La repentina y total transformación de los discípulos y de los demás testigos presenciales, para ser decididos seguidores de Jesús, dispuestos a dar su vida por la verdad de la resurrección.
El apóstol Pablo declara que la resurrección de Jesús es una verdad fundamental, sin la cual la fe no tiene valor y el pecado no tiene remedio. Su importancia es vital:
- La declaración de fe que hacemos de que Jesús es Dios y resucitó, es la base de nuestra salvación.
- La resurrección de Jesús nos ofrece certidumbre en cuanto al perdón de Dios.
- El hecho de que Jesús venció a la muerte nos garantiza nuestra propia resurrección y nos libra del temor a la muerte.
- La resurrección de Cristo Jesús nos da la certeza de vida eterna.
- La resurrección nos asegura que todo lo demás que dijo Jesús es cierto.
- La resurrección nos asegura que Cristo vive, gobierna y volverá.
Podemos descansar en una firme certidumbre, y exclamar junto con Pablo: ¡Cristo ha resucitado de los muertos! (1a Corintios 15:20).
Pastor Jorge Cupido
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