La queja es una reclamación en disgusto por alguna circunstancia que la persona percibe como negativa, agresiva o en contra de sus intereses.
Desde luego que hay quejas justificadas, pero el problema con la queja es que se puede volver una adicción, lo cual crea raíces de amargura que penetran cada vez más profundo causando un sufrimiento permanente en la persona, repeliendo o contagiando a los que la rodean. Además, la queja se convierte en un pecado porque su base es el egoísmo. El quejoso cree que los demás están mal y que él merece lo mejor.
La gente comienza a hacerlo porque algo no les parece, son sabios en su propia opinión y no confían en Dios. La queja tiene como base el razonamiento carnal y egoísta, por eso tal vez la lección más difícil es aprender a confiar en Dios y no en nuestro razonamiento.
Hay una historia en la Biblia que nos ilustra y enseña acerca de la queja y sus funestas consecuencias. El pueblo de Israel se quejaba de tres cosas.
En primer lugar, se quejaban de la bendición de Dios. Dios había enviado a Moisés a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Con grandes milagros el pueblo salió y se internó en el desierto. Al poco tiempo, Dios dio la instrucción de entrar y conquistar la tierra prometida, pero el pueblo, en vez de obedecer con fe, se quejó. Seguían sus propios razonamientos y no confiaron en Dios.
Al ver la tierra, se dan cuenta que hay mucha bendición, pero hay también gigantes y se niegan a ir. Hay algunos cristianos que viven quejándose y no caminan hacia adelante a tomar las promesas que Dios da, porque ahí hay gigantes. Pero hasta que confíes en Dios, disfrutaras de sus bendiciones y promesas.
Por eso, Dios les dijo que, de todas las personas mayores de veinte años, solo dos entrarían a la tierra prometida, los demás morirían en lo que escogieron: el desierto.
En tu vida cristiana tienes que aprender a confiar en Dios para que no vivas en el desierto. Conoce y recuerda su poder y sus milagros, nada es imposible para Él. Solo confía en Él.
En segundo lugar, se quejan de las circunstancias. Israel empieza su peregrinar por el desierto y necesitaban la provisión de Dios y Él les dio todo. A pesar de eso, ellos se quejaron de las circunstancias.
Dios los proveía y los sostenía, pero ellos se quejaban, no agradecían el sostén, querían su satisfacción personal. Y es que muchas veces el hombre busca que Dios lo satisfaga en sus deseos, no que lo sostenga para cumplir los deseos de Dios.
Esta forma de queja fue confrontada por juicios de Dios en varias maneras, porque las quejas de las circunstancias siempre traen consecuencias negativas.
En tercer lugar, se quejaron de la autoridad. El quejoso siempre cree tener la razón, y ellos se creían muy santos, sentían que estaban bien en la manera en que se comportaban, se justificaron a sí mismos y atacaron a la autoridad.
El pueblo comienza a rebelarse contra Moisés y Aaron y contra Dios. Porque todo ataque contra la autoridad establecida por Dios es, en realidad, una rebelión contra Dios. Como consecuencia atraen sobre si una plaga de serpientes venenosas que hacen estragos en la población.
Dios le ordena a Moisés hacer una serpiente de bronce y ponerla en un madero y le dice: “Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán.”
Bíblicamente la serpiente representa lo malo, el pecado, la enfermedad y las maldiciones. Este acto en realidad se trata de un acto profético de la obra de Jesús en la cruz. Ante la imposibilidad del hombre, Dios mismo se hizo hombre, vivió una vida perfecta y fue a la cruz a cargar con nuestros pecados, enfermedades y maldiciones.
Por eso, todos los que en aquel entonces volteaban a ver el sacrificio de Jesús quedaban libres del veneno de la serpiente y de la muerte. Y esta verdad sigue vigente hoy, porque todo aquel que mira a Jesús será libre del pecado y de la muerte eterna.
A pesar de que Israel falló, Dios evidenció Su amor por ellos. Aun en tiempos de debilidad, Dios mostrará su gran amor por nosotros.
Sin embargo, si quieres entrar a las promesas y bendiciones de Dios es necesario un cambio en tu vida. Necesitas dejar de quejarte.
Lo opuesto a la queja es una actitud de satisfacción y contentamiento, independientemente de las circunstancias. El contentamiento es una actitud positiva que se aprende. El apóstol Pablo dijo: “he aprendido a estar contento con lo que tengo.”
Debes saber que habrá momentos difíciles y debes aprender a estar contento en ellos, sin quejarte, porque creemos que Dios está en control de todo, que Él es fiel para con sus hijos y que todas las cosas ayudan a bien.
Necesitas dejar las quejas y aprender contentamiento. Y el mejor maestro es Dios mismo. Pon tu mirada en Jesús, conoce y recuerda su poder y sus milagros, ten en mente sus propósitos y no los tuyos, y deja que el Espíritu Santo produzca en ti su fruto, entonces entraras a la tierra prometida, donde sus promesas y bendiciones se hacen realidad y así podrás vivir en paz, contento y agradecido con Dios.
Pastor Jorge Cupido
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