Mientras realizaba el proyecto de un vivero orgánico, al estar descargando las pesadas cajas de fruta que llegaban de importación, Tenoch, que usaba unos muy gruesos pantalones de mezclilla, se sentó a descansar unos minutos sobre una de las cajas. De pronto, sintió un ligero desvanecimiento, al que no le dio importancia.
En poco tiempo, Tenoch comenzó a tener en su cuerpo sutiles sensaciones antes nunca sentidas. Jamás, pero jamás, supuso que era el principio de un cambio tan drástico en su vida y no imaginó lo que desencadenaría.
Ese mismo día, a las pocas horas, Tenoch sintió un ligero desvanecimiento, pero nuevamente, no le dio importancia. Después de un rato, las sensaciones iban en aumento.
De manera simultánea, comenzó a tener en su boca un muy desagradable y nunca experimentado sabor.
Más tarde, fue con los dueños del vivero a comer una sopa de hongos que, desde su sentir, tenía un sabor asqueroso. Por no causar malestar a sus compañeros y a los comensales, de origen alemán, se abstuvo de cualquier comentario al respecto.
A lo largo de la siguiente semana, fue presentando síntomas como malestares gástricos, diarrea, dolor acompañado de ardor entre las piernas, hinchazón en los testículos, punzadas en las ingles y piel con apariencia arrugada… en muy mal estado.
Tenoch, como frecuentemente suele pasar, pensaba que las desgracias sólo le sucedían a los demás, pero… a él no.
¡Nunca imaginó que esta negación traería terribles consecuencias a su vida!
Los días transcurrían entre dolor de cabeza, horrible sabor de su saliva y cada vez mayor dificultad para caminar.
En esos días, haciendo uso de su rebeldía, combinada con la actitud siempre positiva que le caracterizaba, junto con su hermano, realizó un corto viaje con el fin de asistir a un encuentro de fútbol americano. Tenoch había sido jugador durante 16 años en equipos como UNAM, CUM y Anáhuac Querétaro. También fue manager y coach durante 12 años, así como representante de equipos en el salón de la fama.
Durante ese corto viaje, Tenoch comenzó a aceptar que, si bien le era muy molesto y doloroso estar de pie, ahora también lo era estar sentado.
Por la tarde del sábado siguiente al lunes donde comenzó su actividad en el vivero, cayó en cama. Lo acompañaba un fétido olor a podrido entre las piernas, los testículos eran más grandes que una naranja y la hinchazón entre la nalga y la pierna era algo indescriptible.
Así, en estado grave, con temperatura alta, Tenoch tuvo que regresar de emergencia a la Ciudad de México, en donde afortunadamente se encontraba su tío Eduardo, quien es médico internista con conocimiento de enfermedades tropicales.
El tío y otros médicos le practicaron una minuciosa revisión. Transcurridas interminables horas en las que le hicieron muchos tipos de estudios, al fin determinaron cuál era la causa del tan terrible estado de salud de Tenoch.
Tenoch se definía a sí mismo como un ser positivo, tranquilo, controlado, luchador invencible y, como su dicho favorito: “Echado para delante”.
Aun experimentando tan fuertes dolores, no se quejaba ni comentaba lo mal que se sentía. Trató de seguir su rutina de siempre: trabajo, estudio de su carrera de administración, cuidado de su hijo de 16 años y ejercicio diario.
El tío Eduardo y los otros médicos, determinaron que la causa de tan mal estado de salud de Tenoch, era la mordedura de una araña violinista en la región pélvica, entre los glúteos y la zona de testículos.
Tenoch, sin sospechar la tragedia que se avecinaba, trató de conservar la calma.
El tío Eduardo, de inmediato, con el objeto de informar el parte médico, llamó a la madre de Tenoch, con quien él vivía, y comentó los tres escenarios posibles:
Perder la vida por el tiempo que había transcurrido sin tener cuidados ni medicamentos, lo que había provocado síntomas de una, tal vez, ya no controlable infección.
Luchar por la vida de Tenoch, pero aceptando las consecuencias, posiblemente muy graves, causadas por las altas temperaturas que había experimentado.
Infiltración de fuertes cantidades de antibióticos y medicamentos antiarácnidos, que casi siempre tenían consecuencias en páncreas, riñones e hígado.
Tenoch, en absoluto reposo, comenzó a recibir atención médica.
Así, en situación de cama, con lavados, medicamentos, tratamientos de todo tipo y análisis… transcurrieron 8 meses.
Durante este tiempo, el admirable y tenaz Tenoch, siguió estudiando, vía internet, el penúltimo año de su carrera. Con la ayuda y comprensión de sus empleados, continuó al frente de su empresa.
Se presentaron los llamados SIDAT (Síntomas de Inmunodeficiencia Transitorio), que debilita el sistema inmune, por lo que fácilmente se contraen infecciones y otros problemas graves de salud.
Por lo anterior, y como si fueran pocos todos los cambios de vida a los que la familia y Tenoch se tenían que adaptar, ahora, durante cuatro meses, le fueron prohibidas las visitas, a la vez que debía permanecer aislado.
Para Tenoch, sin suponer lo que aún estaba por suceder, la vida valía la pena.
¡No estaba en su vocabulario la expresión: Darse por vencido!
@gvirginia SM