Los «estropicios» de Estados Unidos en América Latina y el Caribe son un «hilo conductor» de los desastres que obligan a millones de personas en la región a abandonar sus lugares de origen, difundió el diario mexicano «La Jornada».
En una editorial publicada en su edición del pasado 5 de mayo, el rotativo apuntó que si bien la crisis de desplazamientos forzados que ha padecido América Latina y el Caribe en los últimos años «es de una gran complejidad y responde a múltiples factores», el papel de Estados Unidos en la región es una de sus principales causas.
«Todos los países que se encuentran en la lista de mayores expulsores de personas cargan con un historial de intervenciones armadas, instalación de gobiernos títeres corruptos y violentos, sanciones, injerencismo, rapiña corporativa y otras agresiones por parte de la superpotencia», subrayó el periódico «La Jornada».
Cifras del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) indican que más de 22 millones de personas padecen desplazamiento forzado en el continente americano. De esa cantidad, siete millones son venezolanos, la tercera parte, mientras que otro tercio corresponde a personas de Colombia, El Salvador y Honduras.
El elevado volumen de personas desplazadas impacta sobremanera a México, que en la actualidad se encuentra entre las cinco naciones con mayor número de solicitudes de asilo y sólo el año pasado registró 273.000 peticiones de ciudadanos de más de 100 países, entre los que destacan Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
«La Jornada» sostuvo en su editorial que las raíces históricas de los desplazamientos forzados en esos países están relacionadas por el actuar de Washington y sus políticas intervencionistas, así como por sus «recursos ilimitados para destruir países».
De acuerdo con la editorial, los casos de Cuba y Venezuela son inevitables al hablar de los «estropicios» de Washington en América Latina y el Caribe, ya que ambos países han sido oprimidos con «los más crueles e ilegales bloqueos comerciales, políticos, financieros y diplomáticos» por parte de Estados Unidos.
Pese a todo y a pesar de ser la mayor potencia del hemisferio, así como el «principal responsable» de las condiciones actuales de la región, Estados Unidos «no se siente obligado a dar un dólar para revertir los daños ocasionados por dos siglos de imperialismo», según ponderó la publicación.
Estados Unidos, contrario a su actitud actual, podría emprender varias acciones para atenuar la situación. Entre estas acciones está levantar «las sanciones ilegales que mantiene contra los países que no se pliegan a sus dictados», así como aportar «fondos para atajar la pobreza, la inequidad, la violencia y la corrupción, fenómenos que son los principales generadores de refugiados», concluyó.