jueves, septiembre 19, 2024

El tiempo líquido y el caos – Teresita Balderas y Rico

Al ver la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en París, me emocioné tanto que una lagrimilla furtiva escapó de mis ojos. Ver a la gente feliz aplaudiendo, observando con atención cada aspecto de la ceremonia, hacía suponer que sus sentidos estaban en alerta máxima, queriendo atrapar en la memoria la mayoría de las imágenes retenidas en la pupila. 

Esta experiencia me conminó a reflexionar sobre tanta violencia que existe en el mundo, en especial en México. ¿Por qué pelearse, destruir, transgredir, robar, secuestrar?, si podemos convivir respetando a los otros y a las instituciones que fueron creadas para la construcción de un país donde todos tuvieran derecho a la educación, a la trascendencia de una forma de vivir, teniendo segura la alimentación, así como el derecho a discernir y la libertad.  

Pareciera que se vive en un continuo torbellino, se despierta dando un salto de la cama, moviéndose con rapidez, para que el corto tiempo nos permita tomar algún licuado, un cereal o emparedado, antes de salir corriendo a la escuela o al trabajo. Todo pasa tan rápido, sin saciar nuestras necesidades inmediatas. Las horas se nos escapan de las manos, son tiempos líquidos. 

El tener se ha convertido en una prioridad, más que el ser. En ocasiones, el monto de las compras supera la capacidad de pago. El ser, entonces, corre el peligro de transformarse en un sujeto cuya vida es un caos. El estrés lo acompañará, será su asiduo compañero.

En estos tiempos líquidos es fácil perder el sentido común, quedando a la deriva, vulnerable a los acontecimientos imprevistos. Ante el caos en que vivimos, es imprescindible recuperar el sentido común, considerando la violencia que se vive en el país.

Ante esta situación convulsa y la ceguera que viven algunas personas, volvamos al centro neuronal educativo: la familia. Una sólida educación familiar puede crear una conciencia social. No esperemos a que otros resuelvan la catástrofe existente. Hagamos lo que nos corresponde.

Es necesario estimular el desarrollo de la inteligencia emocional así como el pensamiento racional, capaz de comunicar, escuchar, comprender, crear y emprender proyectos de vida orientados a un desarrollo integral como ser humano.

Existe la esperanza en que las familias que han rehuido la comunicación con sus hijos, puedan recuperar tan importante misión educativa. Al insertar la práctica de valores universales, existe la posibilidad de evitar tragedias en las escuelas, las que jamás pensamos que sucederían en México.

Creo en la sinceridad, espontaneidad y curiosidad infantil. En su luminosa mirada y sonrisa que contagia, dulcifica el carácter y transporta a una zona de tranquilidad. Existe la esperanza de configurar un estado de paz, de vencer el miedo a la violencia, a través de la educación y la comunicación entre padres e hijos. No es una tarea sencilla, es un largo camino, que es necesario andar. 

Los niños y jóvenes nos demuestran que podemos reconstruir nuestro país. Ellos han aprendido a observar: piensan, analizan y reflexionan para tomar decisiones.

La educación y las relaciones humanas son antídoto ante la ignorancia y la violencia.   

Tengo la esperanza de que la educación hará libres a las mentes enclaustradas por el olvido y la ignorancia. Los pueblos que han tenido la oportunidad de recibir una educación acorde a las necesidades de la época que les ha tocado vivir, han tenido mayores oportunidades de acceder a una vida digna.

Sin el caos que traen consigo los tiempos líquidos, los ideales de trascendencia continúan vigentes. El ser humano no ha perdido su interés por descubrir otras formas de convivencia humana, donde el individuo se respete a sí mismo, a sus congéneres, a la naturaleza. Entonces comprenderá que la vida puede disfrutarse en el tiempo y espacio que nos hayan correspondido.

Podríamos empezar recuperando el sentido común, tan importante en los quehaceres de la vida cotidiana. Hacerlo nos permitirá pensar y reflexionar antes de actuar, aligerando la carga de adrenalina, con opciones a mejores soluciones del problema en ciernes.   

Nuestros cinco sentidos nos dan la oportunidad de adentrarnos a espacios que la naturaleza nos regala. A veces, no apreciamos las maravillas que hay en ellos. 

Utilizar nuestro sentido de la vista y darnos el lujo de observar las tonalidades del amanecer, dando la bienvenida a un nuevo día. Disfrutar la romántica puesta del sol, en esos maravillosos atardeceres queretanos. Voltear en la noche hacia la bóveda celeste y observar las estrellas, luceros y algún otro cuerpo celeste. 

En ocasiones, pasamos cerca de un jardín, sin darnos tiempo de voltear a ver las hermosas flores que nos obsequian exquisitos perfumes, o escuchar el trino de las aves, la risa de un niño, las notas de un piano, violín o saxofón. Existen maravillas que hacen de un tiempo líquido un espacio de armonía.

Los humanos aún tenemos la dicha y libertad de seleccionar lo más conveniente para el proyecto de vida que deseamos.

Algunas universidades se interesan y apoyan los proyectos de sus alumnos, porque reconocen que estas generaciones serán las constructoras de la nueva era que se vislumbra.

Cuando se trabaja en aras de un beneficio mutuo, se abren también las puertas hacia nuevos senderos.

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