Eres un buen amigo cuando…
Verónica Maldonado Soto
¡La amistad es un regalo de la vida social! Algo que uno valora en cuanto empieza a relacionarse con los demás.
En el desarrollo infantil, se pasa por el juego individual, pero cuando se descubren los pares, los que son similares a uno, se hace factible la amistad. Aunque dure sólo unos minutos, unas horas o unos días, es algo que uno disfruta.
Observo cómo en los juegos del parque, los niños llegan con un acompañante adulto, pero en el instante en que se acercan a los otros niños, hacen equipo tras la grandiosa pregunta: “¿Jugamos?” No hay saludos ni presentaciones. Se unen al grupo diciendo: “¡Juego!” Es sólo el aviso de una participación auténtica.
En un momento, ¡son cuatro o cinco jugando a lo mismo!
¡Maravillosa frescura!
Cuando se van, sólo dicen: “¡Adiós, me llama mi tío o mi mamá!” Y se van. No supieron ni el nombre de sus compañeros, pero eso no tiene importancia para esa edad.
Con el tiempo, se tiene un mejor amigo, ¡o un grupo de amigos! Y se es afortunado cuando de adulto, se tiene alguien con quién platicar, con quién compartir, con quién llorar, u oír el otro punto de vista.
¡Hacer lo cotidiano de manera acompañada es una delicia!
El buen amigo está en las buenas y en las malas.
Pero hay quienes sólo están en las malas. Es particularmente interesante notar que, en las buenas, muy pocos festejan o se acercan a alegrarse con el que triunfa. ¿Se hará evidente que somos egoístas?
De momento nos preguntamos: ¿por qué él sí y yo no? La pregunta es humana y cabe ser honesto para poder notar otras habilidades o el trabajo que se ha hecho, o las buenas relaciones que lo llevan al logro.
Creo que el buen amigo se alegra y festeja con uno la buena nueva que ocurre.
Así, cuando uno tiene amigos que están en momentos importantes, sean fáciles o difíciles, la vida se hace más ligera.
Si, además, cuenta uno con lealtad, sinceridad y amor, uno ya tiene una de las cosas fabulosas que suceden en la vida: tener un amigo.