domingo, diciembre 22, 2024

A PUNTO DE UN INFARTO – g.virginia SANCHEZ MORFÍN

Mi experiencia en organización de eventos corporativos, a pesar de que poco a poco aumentaba, aún era poca. Esta se centraba en contratar y supervisar edecanes, así como en conseguir locaciones para filmación de anuncios para televisión.

El número de empresas que me contrataban (casi todas transnacionales), fue aumentando a medida que iba cumpliendo satisfactoriamente sus excéntricas peticiones como conseguir un oso vivo, una recámara con jacuzzi, una avioneta que durante un partido de finales en el Estadio Azteca sobrevolara exhibiendo un anuncio, conseguir doce balones de fútbol a las diez de la noche, organizar en Acapulco parte del concurso de Miss México, etc. 

Uno de los ángeles que he tenido a lo largo de mi vida, un día sorpresivamente me citó en su oficina para hacerme un ofrecimiento de magnitud inimaginable. 

Pronto sería el lanzamiento en México de la tarjeta de crédito más exclusiva a nivel mundial: American Express Platinum. Pidió que le ayudara en los tres eventos magnos en los que se daría a conocer. 

Uno sería en las pirámides de Teotihuacán con Plácido Domingo. Asistirían quinientos invitados de diferentes partes del mundo, incluyendo a los directores de la empresa, que llegarían de Nueva York. 

El segundo, en el Hotel Camino Real, el tercero en la Hacienda de Tlalpan. 

La logística para cada uno de los eventos era sumamente complicada. Con mucho miedo, acepté la increíble oportunidad. 

El trabajo y las juntas de planeación aumentaban día a día. Llegó el momento en que no había tiempo para ir a dormir a nuestras casas. 

El gran evento en la pirámide del Sol, resultó perfecto. La noche estuvo preciosa y hasta el clima nos favoreció.  El CEO de la empresa contratante… ¡Felicitó efusivamente a cada uno de nosotros!

No sé qué fue mayor; si la angustia que me invadía antes y durante el espectáculo, o la incredulidad de haber sido parte de la organización. 

Después del magno evento, los dos restantes parecían mucho más sencillos de organizar.

¡Qué equivocados estábamos! 

Durante varias juntas con el director de Relaciones Públicas de Amex, se le expresó nuestro desacuerdo en su elección del conductor. La oposición estaba basada en que se sabía que este personaje, a pesar de estar de moda en muchos programas de televisión, tenía una fuerte adicción al alcohol… aún así, fue el elegido. 

Fui designada para llegar al salón tres horas antes de que se realizara el lanzamiento. Mi principal labor, además de supervisar los preparativos, era no separarme de Riancho, el conductor, y vigilar su comportamiento. 

Yo había invitado a dos directores de grandes empresas internacionales para mostrarles la magnitud de eventos que organizábamos y así llegar a ser su agencia. 

¡La pesadilla estaba por comenzar! 

Esta rebasó a todos los problemas y contratiempos posibles. 

En el salón había dos palmeras dentro de pesadas macetas sostenidas por tres picos del mismo material. A las cinco de la tarde, escasa una hora antes del arranque del evento, llegó a supervisar el director de American Express y ordenó que estas se movieran de lugar. 

A las 5:15 p.m. llegaron mis invitados. Minutos después, Riancho. Cuando le pasé el micrófono para que hiciera una prueba, comprobé lo que tanto temíamos… estaba borracho y se le notaba al hablar. Mis invitados se dieron cuenta. 

Recibí la orden de rentar una habitación para que el locutor se bañara con agua fría y se sentara unos minutos sobre hielo que solicité. Conduje al tipo a la habitación y después de indicarle que tenía veinte minutos para volver a estar en el salón, lo esperé afuera del cuarto. 

Pasado este tiempo, al ver que no salía, toqué a la puerta, pero no abrió. Fui por una camarista y al entrar, lo que vimos fueron botellas de cerveza tiradas sobre la alfombra y a Riancho dormido en un sillón. 

¡Se había tomado todo lo que encontró en el servibar! 

Los contratiempos de ese fatal evento fueron:

  1. El director general de la empresa contratante, tuvo que ser el conductor del evento de gala. 
  2. Al iniciar el evento, no funcionaba el sonido porque, cuando se cambiaron de lugar las macetas, la pata de una de ellas quedó sobre el cable y lo trozó. 
  3. Al subir a la pasarela, una de las edecanes tropezó y rompió el vestido que nos había prestado la embajada de Alemania. (Se contrató una edecán por cada país en que era aceptada la tarjeta. Las embajadas nos habían proporcionado un vestido representativo).
  4. Al empezar a tocar el piano, Armando Manzanero se dio cuenta que se habían reventado dos cuerdas. Comentó que esto jamás le había sucedido. 

Por falta de espacio, suspenderé el relato y desenlace de este hecho real y del que siguió en la Hacienda de Tlalpan. 

g.virginiasm@yahoo.com

@gvirginiaSM

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