En la primera semana de febrero de este 2025, me encontré con una amiga a la que hacía meses que no veía. Fuimos a tomar un café, me platicó que vivió acontecimientos diferentes a otros años. Asistió a las bodas de oro de su hermana. Fue un evento que superó todas las expectativas, pues participó toda la familia: hijos, nueras, nietos, sobrinos. Algunos fueron padrinos, madrinas y damas de honor al mismo tiempo.
Al estar involucrada en la complicada logística de la boda, la hermana de mi amiga no puso atención a otros cambios. En su casa se abrió lentamente una puerta por donde los niños salieron, abriéndose otra, por donde entraron los adolescentes.
Ese diciembre de 2024, por primera vez el árbol de navidad estaba sin regalos, todavía en diciembre de 2023, el árbol estaba rodeado de todo tipo de regalos: para hijos, nietos, abuelos, amigos y familiares. Inés, la hermana de mi amiga, estaba muy triste, al ver a su árbol solitario.
Al enterarse de esos cambios, se atrevió a escribir una carta a Santa Claus para hacerle un encargo especial. Le remordió la consciencia porque no ha sido seguidora de este personaje, lo tomó como un juego infantil y, escribió su petición. Al día siguiente, encontró un sobre lacado en el arbolito de navidad. Con suma curiosidad lo abrió. Se escucharon ruidos como de una carreta, Inés se asomó para observar quien había llegado, la sorpresa fue mayúscula.
─Hola, Inés, ¿a qué debo que te hayas tomado el tiempo para escribirme? Sabiendo que no soy santo de tu devoción, como fue pedido de última hora, no hubo el tiempo requerido para atender lo que pediste, con gusto pasé tu petición a los Santos Reyes. Tú los conoces mejor, creo que te llevas muy bien con ellos.
Inés se quedó impresionada ante la visita. Santa continuó:
─Quiero comentarte que estuve a punto de mover la entrega de regalos para poder atender la solicitud, me dio tristeza ver tu árbol de navidad solo con una bolsa de regalo, realmente quedé sorprendido. Me gustaba ir a tu casa porque había regalos para toda la familia y para los amigos, ¿qué pasó?
─También yo me hice esa pregunta Claus, sabía que algún día pasaría algo así, pero que sería lentamente, no de un solo golpe. Perdón por la expresión, duele, sin embargo, es una realidad.
─Sí, incluso para mí, fue duro ver a tu solitario alumbrado y adornado árbol, pero solo.
─Gracias, Santa, los niños crecieron, son adolescentes, ellos compran los regalos a su gusto, ahora adornan el arbolito de su casa.
─Es parte de la vida, espero que los reyes cumplan tus deseos.
─Gracias, Santa, en este siglo XXI he adquirido varias figuras que te representan.
─Sí, ya me di cuenta, por eso pasé a verte, cuídate. Feliz Navidad.
Este personaje simpático se despidió amablemente y mi amiga quedó esperando la llegada de los Reyes Magos.
El día 5 de enero, Inés sentía cierta nostalgia. Prendió con entusiasmo las luces del árbol. Como no tenía sueño, calentó el ponche y se quedó en la sala leyendo una revista que le regaló un amigo, hace muchos años. Son dos hermosos cuentos de navidad. Cada vez que los lee, se identifica con los personajes y camina con ellos, sin que la vean.
Estaba tan absorta en la lectura que no dio importancia a los susurros en el patio delantero, creyó que era gente que caminaba en la calle. Continuó la lectura emocionada con las actitudes de los personajes, hasta que escuchó que alguien saludaba. Antes de voltear, pensó que sería alguno de sus hijos.
Quedó asombrada, tardó en contextualizar lo que estaba sucediendo, ¿estaba soñando? ¡Y para ser un sueño, eran tan reales!
─Buenas noches. Esta noche hace mucho frío ─dijeron los tres personajes elegantemente vestidos.
─¿Realmente son ustedes o estoy soñando?
─¿Por qué dudas ahora, si nos tienes bien identificados. De niña siempre nos esperabas, incluso hasta el día siguiente —dijeron en coro los tres Reyes Magos.
─Aprovechando que estamos aquí te aclaramos que nosotros cada año queríamos pasar a tu casa, pero tu mamá nos impedía el paso ─dijo Melchor.
─No se preocupen, eso lo supe años después.
La madrugada estaba muy fría, ella ofreció un ponche bien caliente a los reyes. Aún les faltaba repartir algunos juguetes, irían a las colonias: La Trinidad, Bolaños y San Pedrito Peñuelas.
─Santos Reyes, en Nochebuena vino a mi casa, su casa, Santa Claus. Yo le había hecho una solicitud, pero me dijo que ya no había tiempo de cumplir con esa petición, que se la había dado a ustedes, estoy muy emocionada en saber si es posible lo que pedí.
─Sí la atendimos, pero no lo que solicitaste, pediste realizar ese viaje a Europa que por muchos años has soñado, sabemos que lo mereces, fue difícil para nosotros tomar una decisión ─dijo Baltazar.
─No te pongas triste ─habló Melchor─, tenemos un regalo mejor. Tu salud ha estado frágil los últimos meses. Nos pusimos de acuerdo con tu amiga Alicia Figueroa, ella te llevará con un buen neurólogo, con un oftalmólogo y un otorrino. Así, sana, podrás disfrutar ese anhelado viaje.
Inés reaccionó como una niña, estaba un poco frustrada, pero después comprendió y agradeció el gran regalo de los Reyes Magos.
El regalo es real. Su amiga desde hace muchos años, Alicia Figueroa, ya logró una cita con ese prestigiado neurólogo para el mes de marzo.
La hermana de mi amiga es muy afortunada, tiene maravillosas amistades.
Los regalos a veces llegan directo, sin hacer escala en el árbol de Navidad.
