Nadie hablaba. Querían salir corriendo, pero los pies no se movían.
Jamás imaginaron encontrarse ante una visión tan impactante. La imagen parecía escena de una película de Buñuel. Sólo porque estaban ahí sabían que era real. Estuvieron sin hablar y sin moverse tres minutos. Para ellos, una eternidad.
El doctor, debido al polvo acumulado por los años (casi un siglo), empezó a toser. Ese momento fue la oportunidad para regresar a un presente, secarse las lágrimas y dejar el lugar. Con los pies casi arrastrando, salieron de la covacha.
Al estar todos fuera, no podían evitar seguir viendo a los novios. El llanto regresó ahora con espasmos, sintiendo el dolor ajeno.
Gerardo abrazó a sus amigas, tratando de tranquilizarlas, cuando él mismo lo necesitaba. Con delicadeza, Damien dijo a su amiga Lulú que se apoyara en su hombro, de alguna manera él se sentía culpable de lo que había provocado al recargase en el muro. Fue tan impactante la experiencia, que jamás podría olvidarla.
Por su parte, el doctor habría querido tener cerca a Margarita, la fuerte de la familia. Además, sabía más de historia que él. Margarita había dado cátedra de historia y antropología en la UNAM.
─¿Qué vamos a hacer, papá? ─con voz quebrada, preguntó Gerardo.
─Volvamos a casa, tu mamá ha de estar muy preocupada, haremos lo conveniente de acuerdo con lo que hemos descubierto ─dijo el doctor Andrés.
Cada uno pensando en lo que debieron sufrir los novios, caminaron hacia la casa, solo la leve briza del viento rompía la monotonía.
Margarita, al verlos, supo que algo andaba mal. Un calosfrío recorrió su cuerpo.
─Se tardaron mucho, ¿hasta dónde fueron?
Nadie respondía.
─Estamos llenos de polvo, nos daremos un baño antes de sentarnos a la mesa ─dijo Andrés, dando tiempo para que los jóvenes asimilaran lo vivido.
El doctor se metió a la recámara, seguido de su esposa.
─¿Qué ocurrió, Andrés? ─preguntó Margarita.
Empezó a narrar la terrible experiencia que habían tenido en el túnel. No pudo continuar, Margarita lo interrumpió con un llanto continuo con abundantes lágrimas. El doctor estaba alarmado, algo había sucedido a su esposa.
─¿Qué tienes?, ¿por qué lloras de esa manera?, ¿algo sucedió en mi ausencia? ─preguntaba Andrés, alarmado.
Con voz poco entendible, Margarita inició el relato de un sueño recurrente que había tenido dos semanas antes de estar en la finca.
El doctor le sugirió que se calmara un poco, fue a la cocina a traerle una taza de té, Margarita lo tomó con pequeños sorbos. Más serena, continuó la narrativa.
─Soñé que estaban en un lugar muy oscuro donde había cosas muy viejas, de gente que huían de sus perseguidores, se escondían en ese lugar para salvar su vida. Por la madrugada, sus familiares les llevaban comida, agua, cobijas, velas, trastes. Durante un tiempo, así sobrevivieron. De pronto, ningún familiar los ayudó, tal vez los capturaron.
─Pero ese fue un sueño, no te espantes, Mago. Aquí estamos sanos y a salvo.
─Estaba muy asustada, pensé que ustedes habrían entrado a uno de esos túneles sin saber cómo salir después. Como se tardaron, estaba aterrada.
Ahora quien estaba más preocupado era el doctor. ¿Cómo decirle a Margarita lo que habían visto en el túnel? Se escucharon las voces de los jóvenes que bajaban al comedor. Los esposos salieron de la recámara para incorporarse con los chicos, quienes ya se veían más tranquilos.
─Comamos primero y después comentaremos y tomaremos decisiones sobre lo acontecido ─propuso Andrés.
—Padre, creo que, ante las circunstancias, es conveniente tomar un tequila o vino tinto, según apetezcan —dijo Gerardo.
—De acuerdo —dijeron los demás.
Durante la comida se habló de cualquier cosa, menos del tema.
—En el jardín, tomaremos el café y el postre. Creo que ya hemos asimilado la importancia histórico social de lo encontrado, y nos corresponde el honor de actuar en consecuencia. Escucharán a Margarita contar su propia historia. Ella, a través de los sueños, ya había estado en el mismo lugar que nosotros —dijo Andrés.
─¿Puedo llevarme la botella del tinto? La situación lo amerita ─ dijo Damien.
Margarita tenía conocimiento acerca de la guerra de los Cristeros, había impartido clases de historia y dado conferencias. Los desacuerdos entre gobierno e Iglesia dieron lugar a enfrentamientos sangrientos, muriendo mucha gente inocente. Los católicos buscaban la forma de cumplir con los sacramentos de la Iglesia, todo lo hacían a escondidas, jugándose la vida.
─Mi bisabuela nos decía que una hermana se iba a casar en un lugar donde solo dos personas sabían dónde estaba y como entrar, solo el párroco y los papás de la novia estarían presentes. Al término de la ceremonia, pudieron salir el párroco y los padres de la novia. No hubo tiempo de ayudar a los novios, después vendrían por ellos.
─¿Por qué no regresaron por los novios? ─preguntó Dalia.
─Días después, mataron a las dos personas que conocían el lugar y la entrada, nadie podía salvarlos. Estoy segura que ella es la hermana de mi bisabuela —dijo Margarita.
Los chicos seguían asombrados. La situación cambiaba, los esqueletos encontrados podrían ser familiares de Margarita. Cada quien se preguntaba cuál sería el desenlace de ese drama.
─El túnel es de nuestra propiedad, pertenece a la finca, buscaré a mi amigo que conoce de estos descubrimientos para que nos oriente ─expresó Andrés.
Con los permisos oficiales y el apoyo de expertos, antropólogos e historiadores, extrajeron cuidadosamente los esqueletos. El pueblo se enteró de lo que pasaba, emergieron entonces muchas historias.
Al reconstruir con técnicas modernas la imagen de los rostros, se comprobó que eran familiares. Margarita tenía una antigua fotografía de la bisabuela.
Vistieron al novio con un elegante traje charro y a la novia con un hermoso vestido velo y ramo. Hubo una misa a donde acudió la mayoría del pueblo. También fueron al panteón, los depositaron en una bella cripta con este epitafio.
Los eternos amantes
Nadie olvidaría aquellas vacaciones en la finca. Damien regresaría a México a escribir su novela.