El ministerio del profeta Elías se sitúa en el contexto del reinado de Acab en Israel, quién fue el peor rey en muchos sentidos. Se casó con una mujer extranjera, Jezabel, quien era una fiel devota y promotora del dios falso Baal y determinó establecer ese culto idolátrico como la religión oficial de estado. No satisfecha con eso, intentó desarraigar del país la adoración a Dios y, con ese fin, ordenó matar a todos los profetas de Dios.
En Elías, vemos a un hombre que tomó una posición valiente por el Señor, pero lo más importante, vemos a un Dios poderoso cuya presencia y aliento están disponibles para nosotros cuando adoptamos una postura audaz a Su favor.
El Señor envió al profeta Elías a hacer volver a Acab y la nación a Él. El mensaje que Elías le dio a Acab fue contundente. El territorio experimentaría una larga sequía hasta que Dios volviera a enviar la lluvia. La predicción de Elías con respecto a la sequía constituía un desafío directo a los adoradores de Baal, quienes creían que su dios tenía el control sobre la lluvia.
Acab vio la profecía de Elías como una afrenta directa contra la creencia en Baal, pero la profecía de Elías se hizo realidad.
En el tercer año de sequía el hambre era grave y el Señor mandó a Elías a enfrentar a Acab, y pidió una confrontación con los profetas de Baal. Acab aceptó el desafío de Elías, pues creía que los profetas de Baal saldrían victoriosos y convocó a todos los israelitas, tal como Elías había pedido.
Entonces Elías le preguntó a la multitud: “¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, ¡síganlo! Pero si Baal es el verdadero Dios, ¡entonces síganlo a él!”. (1ª Reyes 18:21)
Tarde o temprano, cada uno de nosotros tendremos que elegir. El creyente hoy día toma una posición valiente cuando muestra con determinación que sigue al Señor, aun cuando su cultura está dominada por una adoración falsa y aun cuando tenga que sufrir acoso.
Ambas partes colocaron un sacrificio sobre el altar. Elías clamaría al Señor, y los 450 profetas de Baal clamarían a su dios. La deidad que respondiera enviando fuego que consumiera la ofrenda sería reconocida como la única deidad verdadera. Los profetas de Baal fueron los primeros. Clamaron a su dios desde la mañana hasta la tarde. Sus gritos, sus danzas rituales, y su derramamiento de sangre fueron en vano. Baal no respondió.
Elías mojó el altar con agua y luego invocó al Señor. El profeta quería que el pueblo supiera que el Señor era Dios y que la gente se diera cuenta de que el Señor, en su amor y misericordia, quería volver sus corazones a Él por medio de esta confrontación.
Dios escuchó la oración de Elías y consumió por completo el altar y todo a su alrededor. Se demostró que Baal era una deidad falsa. Dios respondió a su oración, porque decidió asumir una posición audaz por el Señor y confió en la ayuda de Dios.
¿Responde Dios las oraciones hoy como lo hizo en los días de Elías? ¿Debemos esperar en esta época la intervención milagrosa de Dios? Claro que sí.
Todos tenemos la oportunidad de defender nuestras creencias y las verdades de la Palabra de Dios. Al tomar posiciones valientes en nombre del Señor, podemos contar con Su presencia y poderoso respaldo.
Pastor Jorge Cupido
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