lunes, diciembre 23, 2024

La terrible levedad del ser mexicano

Los “cuetes” y fuegos artificiales iluminan el cielo de Querétaro, los observo por primera vez desde mi estudio, con un vaso de paloma preparado con hielos y sin tequila, para mí no hay nada que festejar el 15 de septiembre, por mandato gubernamental y de la conciencia colectiva no se pueden llevar a cabo los festejos que tanto nos gustan, dar el grito con más de 8 jarritos en la barriga y las mejillas pintadas con nuestros colores patrios, comernos un guajolote y recorrer el pasillo gastronómico de la calle de Madero. Esperar las campanadas y gritar contra todo aquel que amenace nuestro bello país: ¡Viva México! Y en medio de toda esta nostalgia recuerdo la obra de Daniel Lezama la Gran noche mexicana.

En los cánones de la estética en el arte y sobre todo en la gran mayoría del mercado, se busca generalmente obras para decorar y amenizar espacios, vestir y engalanar muros en casas de coleccionistas exigentes, es por eso que el paisajismo en cualquiera de sus técnicas y expresión tiene una alta demanda, muy sobre el figurativo, le precede el arte abstracto y naturaleza muerta

Sin embargo y contra todos los pormenores que exige el mercado, existen varios artistas que sus obras, aunque no encajan con estos estereotipos sí que tienen propuestas crudas, reales, metafóricas y muchas veces realistas.

Daniel Lezama ( México 1968) es un pintor mexicano que gusta de tomar discursos nacionalistas y darles una reinterpretación muy característica, influido por los grandes maestros como Goya, Caravaggio y Rembrandt particularmente en esta, influida por “ La ronda de noche” .Con una paleta ya muy característica, la cual no son los colores, Daniel establece su territorio en el lienzo con cuerpos sin nombres, cuerpos que no obedecen a los modelos afrancesados, obedecen al tema, al discurso social y se convierten en personajes con una lectura poco simple y totalmente emocional y social.

La gran noche mexicana
óleo sobre lino,
240 x 320 cm
Año 2005

En esta obra, la cual nos da una lectura exquisita de los símbolos patrios y de estos temas sociales, de los manjares gastronómicos colectivos, de la pasión e inclusión del pueblo mexicano, de sus ídolos integrando por ejemplo a quien pareciera el cantautor Juan Gabriel al centro de la obra, como una referencia social y artística, La Virgen María a la derecha la cual pareciera que guarda algo en un costal que parece parte de su vestimenta, el mariachi y ¿porque no? el carrito de lo que pueden ser los esquites, la cerveza y dos charros deleitados con la música, una mujer casi en primer plano que pareciera estar dando luz al mismo sentido de la independencia y un menor imberbe esperando cortar el cordón umbilical, la desnudez sin causa de los cuerpos tristes de quien representan a México. Porque para el artista en realidad la intencionalidad del tema es lo que más le ocupa, sin desapegarse de los cánones estéticos de la pintura.

El peso en esta obra descansa sobre los cuerpos amontonados, imposibles de visualizar en esta época de enfermedad y decadencia mundial. Porque lo que más nos proyecta la obra es esta idea simple de la libertad, sus personajes son libres de hacer lo que se les dé la gana, de disfrutar, comer, fumar y también manifestarse en lo que puede ser una embriaguez de afecto y unión.

A Daniel le antecede una carrera prolífica y ha sido un buen representante del erotismo mexicano al ser temas centrales de algunas de sus obras, también dolorosamente de una historia familiar acompañada por la desgracia, sin embargo, desde su estudio en la Alameda central se vuelve un simple espectador como muchos artistas más de nuestra historia, de los contratos icónicos que se fundamenta en los vínculos sociales y culturales que nacen en su obra, en sus lienzos.

“Lo que yo de alguna forma pinto es lo que digiero, de lo que veo o de lo que imagino de mi entorno espiritual y cultural… mi trabajo no habla de los malestares sociales, de hecho, la forma en que yo presento esos cuerpos aparentemente indeseables es una forma deseable, entonces no es una crítica” Daniel Lezama.

Así pues, esperemos algún día desnudarnos simbólicamente para poder representar un país al que le debemos mucho, a su tierra, a sus minerales la cual ha sido generosa con nosotros. Quizás algún día no muy lejano no gritemos ¡VIVA MEXICO! con nostalgia sino con orgullo y sobre todo, satisfacción.

Por. Esmeralda Neresis

Licenciada en Administración de Empresas, Artista visual, Docente en Artes plásticas y Terapeuta enfocada en terapia familiar y prevención del suicidio

Contacto: Esmeralda.gaia@hotmail.com

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