En ocasiones, las circunstancias se alinean para favorecer la solución de un problema dado.
Buscaba con desesperación el libro “Historias conversadas”, a leer en este mes de enero de 2023, en un círculo de lectura. Recodaba que lo había dejado en la biblioteca, supuestamente a la vista. Claro está que, de la mía, no.
En ese vaivén de quitar y poner libros, encontré uno sobre ángeles y arcángeles, justo lo que necesitaba para un tema de escritura. Al hojearlo, leí un poco acerca de los ángeles y sus deberes en el plano celestial, así como las tareas que deben realizar en la Tierra por mandato divino.
Continué pasando páginas. Encontré un apartado más extenso dedicado a los arcángeles.
El libro me interesó, lo dejé sobre el sillón, fui a la cocina a preparar un café. La noche aún era joven.
En cada página había algo interesante referente a los ángeles, querubines, potestades y arcángeles, una clasificación acorde a la religión católica. Pronto me involucré en la lectura. Mi imaginación, que solo espera una oportunidad, empezó a hacer de las suyas.
Visualicé un listado de los siete arcángeles, ordenados de acuerdo con sus funciones, días y color de vela.
El arcángel San Miguel representa el poder, la fuerza y la fe. Su trabajo es mantener el orden y el equilibrio. Su día es el domingo, la vela es azul.
Jofiel se relaciona con la inteligencia, sabiduría y la iluminación. Su día es el lunes y su vela es naranja.
Chamuel con el amor, unión, y confort. Su día es martes, la vela es rosa.
Gabriel representa “La fuerza de Dios”, es el mensajero. Su día es miércoles, la vela es blanca.
Rafael: la salud, sanación del cuerpo, y del alma. Día jueves, vela verde.
Uriel es transformador, da fuerza ante las complicaciones. Su día es el viernes, la vela es roja.
Zadkiel es el arcángel de la alegría, libertad y diplomacia. Acompaña en la transmutación de lo negativo a lo positivo. Día sábado, vela violeta.
Trataba de saber quién sería mí arcángel. Al enterarme de la misión de Zadkiel, y los sucesos raros que me suceden algunas noches (ver con los ojos cerrados la luz violeta, grandes árboles verdes, percibiendo paz en mi ser), infiero que él es mi arcángel.
Escuché al reloj cucú enunciando las doce de la noche, hora de subir a dormir. Como un flashazo, vi un rayo de luz violeta atravesar el patio. Enseguida sentí una presencia a mi derecha. De pie, estaba él. Fue impactante, tan real, que no sabía si estaba despierta o soñando.
─Buenas noches, me invocaste, ¿qué necesitas?
─¿Tú, eres mi arcángel?
─De ti y de millones de personas más ─confirmó─. Los humanos suelen olvidar nuestra existencia. Solo cuando nos necesitan, se acuerdan de nosotros, como tú, ahora.
─Perdón, Zadkiel, ahora que me has confirmado que eres mi arcángel, estaré más en contacto contigo.
─Bien. No me invocaste sólo para presentarnos, supongo que tienes algo más interesante que debas decirme.
─Tengo curiosidad en saber: ¿cómo habría sido mi vida, si en 1973 hubiera aceptado la plaza docente en el estado de Chihuahua?
─ ¡No creo que sea relevante, ahora que ya tienes una familia!
─Adoro a mi familia, y estoy agradecida con Dios, con la vida; es solo un deseo.
─¿Cuál es el propósito de querer saber algo que no existe, porque no lo construiste? El pasado ya se fue, el presente es una brevedad, y el futuro, solo Dios lo sabe.
─Tienes razón, Zadkiel, perdón por lo infantil de mi actitud.
─¿Tienes otra pregunta?, ¿cuál es?
─Sí, tengo otras, pero me gustaría que Dios las respondiera.
─No creo que sea posible. Pregúntale al arcángel Miguel, él tiene contacto directo con Dios. Lo veré en la quinta dimensión, le comentaré tu caso ─dijo Zadkiel.
Agradecí a mi arcángel su presencia, se retiró diciendo que nos volveríamos a encontrar.
Vi el libro: estaba abierto en la página correspondiente al arcángel San Miguel. Creo que me dormí un rato, recuerdo que leía a Zadkiel.
En el patio, escuché un fuerte ruido, como el vuelo de una enorme ave. Enseguida, el golpe de algo metálico. En segundos, una sombra alada cubrió la habitación. Tuve miedo de voltear.
─¿Qué tan importante es el asunto, que necesitas de mi presencia? ─preguntó con voz de mando el arcángel Miguel.
Lo reconocí por sus atributos, con los que suele aparecer en libros, pinturas y esculturas.
─Buenas noches, no imaginé que vinieras tan rápido.
Con sus alas plegadas y su brillante espada, su presencia era imponente.
─¿Cuál es el asunto tan relevante, que te atreves a solicitar que Dios te dé las respuestas? Ni los santos se atreven a molestarlo, ellos esperan ser llamados.
─Quiero saber, ¿en qué seres nos convertiremos al morir y a qué dimensión iremos?
─Espera a que tu alma abandone la Tierra y lo sabrás, no necesitas molestar Dios.
─Tengo un buen recorrido de mis años, el tiempo se acorta, y me gustaría saber si hay otra vida después de ésta.
─¡Qué necedad! mujer de poca fe ─dijo quien habla directamente con Dios.
─Con la visita de Zadkiel y tu divina presencia, creo que el proceso de ser escuchada por Dios se ha iniciado.
─Cuando Dios me llame a dar los informes de los hechos en la Tierra, le plantearé tu petición. Por cierto, ustedes deben orar con mayor frecuencia, tu país está al borde del colapso.
El arcángel san Miguel caminó hacia el patio, desplegó sus hermosas alas doradas, se acomodó la espada, la capa roja, anudó las sandalias. Su vestuario era de la época de los romanos. Observé sus movimientos.
Levantó el vuelo, perdiéndose en la bóveda celeste.
Con el libro en la mano, permanecí estática por algunos minutos, tratando de explicarme si me había quedado dormida de pie, recargada en la ventana.
