domingo, diciembre 3, 2023

Un canto a la patria – Teresita Balderas y Rico

Las naciones del mundo tienen un himno donde se narran cantando sus acontecimientos históricos .

En competencias internacionales, ceremonias cívicas, encuentros de jefes de estado y otros eventos relevantes, se entona con orgullo y gallardía, por ser símbolo de la nación a la que se pertenece.    

México, desde la guerra de independencia, ha sufrido frecuentes batallas militares de carácter interno, o debidas a fuerzas avasallantes con intereses mezquinos, que aprovecharon la vulnerabilidad de la nación para invadirla.

Siendo presidente de la república el general Antonio López de Santa Anna, en 1853 lanzó una convocatoria para la creación de un canto a la patria. Un himno que hablara de las batallas, y de la gran valentía de los mexicanos en la defensa de la nación. 

Muchos fueron los concursantes. Era un honor escribir la letra del canto a la patria. La composición del potosino Francisco González Bocanegra fue seleccionada: él tuvo el privilegio de escribir las estrofas del ahora Himno Nacional mexicano. 

La música se terminó de crear en 1854, un año después de la letra. En ese intervalo hubo varios intentos de editar la composición, se revisaban con frecuencia los avances, pero no lograban convencer al presidente Santa Anna. Similar situación se sucedía a quienes seleccionaban la melodía. Fue la creación del músico español Jaime Nunó, la que armonizaba a la perfección con la letra.

En México había nacido ¡un canto a la patria!

La primera vez que se cantó el Himno Nacional fue el 15 de septiembre de 1854 en el Gran Teatro Santa Anna, ubicado en la calle 5 de Mayo en la Ciudad de México. 

Integrantes de un grupo de ópera italiana que estaba de gira en el país, fueron contratados para realizar tan magno evento. El director de la orquesta fue el maestro Giovanni Botecini. La interpretación estuvo a cargo del tenor Lorenzo Salvi y la soprano Claudini.

“A la distancia de los años, puedo visualizar la elegancia del recinto, y la empatía con las emociones de los asistentes”.

El teatro Santa Anna lucía sus mejores galas. Grandes candelabros iluminaban el recinto, dejando ver su propia elegancia y la de los asistentes. Las carretas fueron llegando. Los caballeros con traje de rigurosa etiqueta, a la usanza de la época. Las damas con elegantes vestidos de fina seda y hermosos encajes, luciendo costosas joyas.

Los autores de la letra y música del Himno de México estaban en primera fila. Francisco González Bocanegra estaba acompañado por dos damas: su novia, y una sobrina. La novia lo había impulsado a participar en el concurso. En principio él pensaba que era una responsabilidad mayúscula, que tal vez no podría terminarlo, sin embargo, su novia fue insistente, diciendo que él tenía la capacidad poética para crearlo.

A Jaime Nunó lo acompañaban dos caballeros: su abuelo y un primo que se encontraba en México, visitando a sus parientes.  

Los asientos de los palcos poco a poco fueron ocupados. Los invitados especiales del palco presidencial habían llegado. El lugar del presidente se encontraba vacío, no asistió. Más tarde se conoció la causa de su ausencia: estaba indignado porque en la letra del Himno Nacional no había halagos para él.    

El maestro de ceremonias anunció la apertura del evento, los comentarios de los asistentes cesaron, silencio expectante. Solo los instrumentos de los músicos y los sonidos emitidos por la batuta del director se escuchaban. Conforme los acordes de la orquesta y las bien afinadas voces de los intérpretes seguían el curso de la letra; los asistentes emitían algunas exclamaciones de júbilo.

La interpretación culminó. Al unísono, el público se puso de pie, los aplausos duraron cinco minutos. Las damas, discretamente, con sus pañuelos de seda,  secaban alguna lágrima furtiva. La dureza de algunos generales en el fragor de las batallas, fue doblegada ante la marcialidad del Canto a la Patria. También ellostuvieron que enjugar alguna lágrima. 

Los creadores del Himno a la Patria fueron invitados a subir al foro. Francisco González Bocanegra, brillante compositor, pero un tanto tímido, se resistía al llamado, fue su prometida quien lo animó con un ligero empujón. Él y Jaime Nunó, agradecieron los aplausos.

La salida del teatro fue lenta, las conversaciones afloraban por los pasillos. Todos los comentarios eran alusivos a la brillante creación del canto a la Patria. ¡Había nacido un himno para México!

El abuelo de Nunó ofreció una suntuosa cena para agasajar a los brillantes compositores. La cena fue exquisita, las anécdotas militares y familiares amenizaron la reunión.

Los adultos estaban tan emocionados en sus propias historias, que no observaron las tiernas miradas de María Inés y José Antonio, jóvenes acompañantes de los compositores. Se habían conocido cuando Jaime Nunó, acompañado de su primo, visitaron el hogar de Bocanegra. Ese día estaban de visita la sobrina y su prometida.

Desde el primer momento en que las miradas de los jóvenes se cruzaron, surgió una empatía entre ellos, que se fue convirtiendo en un amor adolescente.

Había nacido un canto de amor a la Patria y un amor para honrarla.

¡Qué emoción tan grande se siente al escuchar las notas de nuestro glorioso Himno Nacional Mexicano, dentro y fuera del país! 

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