La tentación se define como el impulso o estímulo que invita a una persona a actuar de una manera que contradice sus principios morales, éticos o espirituales. Es la atracción hacia algo malo que, aunque puede parecer placentero o beneficioso en el corto plazo, resulta dañino a largo plazo.
Seamos honestos, todos somos tentados, hasta Jesús fue tentado cuando anduvo en esta tierra. Es una realidad que nos pega a todos y que tarde o temprano nos afectan las consecuencias de las decisiones tomadas en una tentación. Entonces, si es algo que a todos nos afecta, aprendamos algo al respecto.
La Biblia dice que la tentación “viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran.” (Stg 1:14) La tentación en sí no es algo malo, el problema es ceder a la tentación. Generalmente, se sigue un proceso de 4 etapas: pensarlo, desearlo, hacerlo y pagar las consecuencias.
Es evidente que la tentación empieza con un pensamiento que entra a nuestra mente. Ahora, ¿cómo es que ese pensamiento llega a nosotros? Debemos hacer un análisis cuidadoso de cuál es la tentación que enfrentamos y seguramente hallaremos un detonador para estos pensamientos. Generalmente estos detonadores son situaciones, escenarios o influencias que abren la puerta o te hacen más vulnerable a la tentación. Estos detonadores los identificamos como personas, lugares, influencia de los medios o de las redes sociales, deseos, sentimientos, emociones, soledad, frustración, etc. ¿Cuáles son tus detonadores?
Una vez que identificas aquello que abre la puerta a tus pensamientos de tentación, podrás encontrar formas de evitarlos. Sabiendo cuales son las etapas de la tentación podemos ver que es mucho más fácil parar la tentación y resolverla cuando estamos pensando en ella que cuando ya ha escalado de nivel. Hay más maneras de resolver y quitar un pensamiento, que de limpiar el desastre causado por las consecuencias de caer en la tentación.
¿Como vencerla? Hay algo que podemos hacer para prevenir la tentación, o por lo menos para parar el proceso antes de que lleguemos a tomar la decisión de ceder a los deseos. La estrategia que da la Biblia es ¡HUIR! (2ª Tim 2:22) Esta palabra impone un sentido de urgencia de correr en la dirección opuesta a la tentación o de aquello que detona la tentación.
A veces huir es considerado una cobardía. Pero las personas sabias saben que, frecuentemente, alejarse físicamente de la tentación es el acto de valentía más grande. Por eso, a Timoteo se le advirtió que huyera de cualquiera cosa que produjera malos pensamientos.
Termino con una buena noticia. Al acercarte a Dios y convertirte en su hijo, obtienes los privilegios de hijo. Uno de ellos es obtener ayuda para la tentación. Dios no va a dejar que seas tentado más allá de lo que puedes resistir y además te va a dar la salida de la tentación. (1ª Cor 10:13) Teniendo a Dios de tu lado, seguirás siendo tentado, pero tendrás más herramientas y ayuda para vencer la tentación y evitar malas consecuencias en tu vida. Acércate hoy a Jesús. Entrégale tu vida y tus pensamientos.
Pastor Jorge Cupido
@jorgecupidoqro
EL SELLO
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