Cuando somos adolescentes y jóvenes tenemos una pasión por lograr cambios en el mundo, tenemos sueños de hacer grandes cosas con nuestra vida: ser presidente, ser un gran científico que descubra algo para la humanidad, ser médico y salvar vidas en África, tener un orfanato o una escuela para pobres, ser una gran artista que promueva el arte, etc. Otros sueños juveniles son quizá menos elevados, pero igual de valiosos.
20 años después nos encontramos con que casi ninguno de esos sueños se cumplió y cada joven cambio su pasión y convicción de hacer algo con su vida o de cambiar al mundo por un esfuerzo de pagar sus cuentas y créditos de cada mes. En lugar de lograr un sueño logró un salario y un lugar más entre la masa de millones de personas viviendo su vida, acumulando cosas y sin un propósito que trascienda.
La mayoría transcurre su vida sin volver a pensar en sus sueños o sin siquiera darse cuenta de cómo está transcurriendo su vida. Los que se dan cuenta, no les agrada mucho lo que ven.
La gran pregunta es ¿Le importan a alguien nuestros sueños? A Dios sí. No solo le importan, sino que te tiene preparada una nueva oportunidad de soñar y de hacer realidad tu sueño.
Moisés era un judío que creció en el palacio de faraón en Egipto. Él tenía un sueño: ser un hombre prominente en el gobierno y hacer algo para librar a su pueblo de tanta opresión. En su enjundia, al ver que un esclavo judío era maltratado por un egipcio, mató al egipcio y tuvo que huir al desierto dejando atrás su posición y sus sueños. Parecía que todo se había venido abajo.
Sin embargo, Dios había estado interesado en sus sueños. Después de un largo periodo de prueba y aprendizaje, Dios lo llamó, lo restauró y lo envió a cumplir sus sueños.
Dios es el “reciclador” por excelencia. No importa cuantos errores hayas cometido, no importa cuantos sueños has abandonado, no importa cuánto tiempo haya pasado, no importa que tan oxidado estés o que tan bajo hayas caído, Dios está listo para levantarte, lavarte, “hojalatearte”, pintarte y enviarte a cumplir un sueño y un propósito de grandes proporciones.
Dios te eligió a ti, no porque fueras fuerte (que tal vez lo seas), sino para hacerte fuerte. Dios te escogió a pesar de que te sabes débil, aunque aparentes lo contrario. Te designó a ti a pesar de tu dolor porque Él es tu sanador. Dios te seleccionó a pesar de que no seas una figura prominente, para hacerte una persona con un propósito importante.
Dios tiene planes para ti. Planes que tienen que ver con tus sueños y que no solo van a afectar este mundo, sino que aun van a afectar la eternidad. Jesús tuvo un sueño que siguió y partió la historia y la vida de millones de personas en antes y después de Él
Dios te escogió, porque te amó primero y oyó el clamor de tu corazón. Seguir el sueño que Dios te dio es la manera de lograr satisfacción en la vida y de lograr todo lo que Dios quiere que seas y hagas.
Acércate a Dios, conócelo, platícale tus sueños y pídele que los haga realidad. Su respuesta te sorprenderá.
Pastor Jorge Cupido
@jorgecupidoqro
EL SELLO, IGLESIA CRISTIANA
Domingos, 11.30 am
San José 498, Col. Carrillo Puerto, a 100 m. de Av. 5 de Febrero
Querétaro, Qro.