Muchas personas quieren que Dios actúe en sus vidas, pero quieren que lo haga a su manera y no a la manera de Dios. Estas personas ven a Dios como una especie de criado o Santa Claus galáctico, que debería siempre estar dispuesto a complacer al patrón. Pero Dios es Dios, el Omnipotente, el creador y dueño del universo. Él es el patrón y es quien pone las condiciones, si es que queremos que actúe en nuestras vidas.
Las cuatro condiciones bíblicas básicas se encuentran en 2ª de Crónicas 7:14:
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Este versículo, posiblemente más que ningún otro de la Biblia, expone los requisitos para que alguien reciba las bendiciones de Dios. Debió poseer una significación especial para sus destinatarios originales, quienes habían comprobado la veracidad de lo que Dios decía.
Es muy importante conocer y entender bien lo que significan cada una de estas condiciones que Dios nos ha puesto.
- Humillarse. No quiere decir algo ofensivo, sino que esta palabra significa ser humilde, dejar a un lado el orgullo, quebrantar el corazón, reconocer las faltas y la incapacidad propias y someterse a Dios. Es reconocer y confesar que dependemos de Dios para todo y que sin Él nada podemos hacer. Es estar dispuesto a someterse a la voluntad de Dios y no a la propia.
- Orar. Es comunicarse con Dios CONSTANTEMENTE. Contarle lo que sentimos, nuestros miedos, peticiones, agradecimientos, preocupaciones y alegrías, así como darle nuestro reconocimiento por lo que Él es y hace. Aunque Dios lo sabe todo, nos ha dado el mandato de que mantengamos comunicación constante con Él porque le agrada y nos ama. Además, es importante saber que Dios no hace nada en la tierra si no es como respuesta la oración.
- Buscar el rostro de Dios. Es escuchar sus enseñanzas y leer Su Palabra. Es estudiar lo que Él nos dice e instruye para cada aspecto de nuestra vida. Es estar cerca de Dios, en obediencia y amándolo. Es hacer las cosas que Él nos manda hacer, cumplir Sus propósitos con nuestra vida.
- Convertirse de los malos caminos. Tenemos reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados, de nuestras malas acciones, actitudes y pensamientos que nos dañan, lastiman a otros y ofenden a Dios. Es alejarnos del pecado y volver a Dios, teniendo a Jesús como nuestro Salvador y al Espíritu Santo como nuestra guía, para vivir una vida pura que agrada a Dios. El verdadero arrepentimiento es algo más que palabras, es un cambio de conducta.
Así que luego de ver lo que significan cada una de estas condiciones podemos ver que Dios nos dice que, si reconocemos que dependemos de Él, mantenemos comunicación constante con Él, sacamos tiempo diariamente para Él y nos alejamos del pecado, entonces Dios escuchará nuestras oraciones, nos perdonará y sanará nuestras vidas.
Cuando eso suceda, Dios actuará, nuestras vidas serán llenas de bendiciones, peticiones contestadas, sanidad y restauración. La gracia y la bondad de Dios estarán sobre nosotros. Si cumplimos las condiciones, las promesas tienen seguridad de cumplimiento.
Pastor Jorge Cupido
@jorgecupidoqro
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