martes, abril 16, 2024

Pérdidas y lecciones – Sandra Fernández

Todos hemos perdido algo material a lo largo de nuestra vida, pérdidas como pueden ser, la cartera, el celular, dinero, algún documento importante. Nos causan molestia, incluso rabia. Queremos regresar al momento exacto en que por descuido u olvido, repasamos el instante. No nos explicamos como pudo haber sucedido.

Me sucedió hace unos días cuando me encontraba en un viaje en el extranjero. De pronto, me di cuenta de que había perdido mi visa, recorrí los mismos pasillos del hotel con la esperanza de encontrarla pero sin fortuna.  Afortunadamente, horas más tarde, me avisaron de la recepción del hotel que un huésped la había encontrado tirada en uno de los pasillos. Agradecí infinitamente el gesto y una vez recuperada del susto, me di cuenta de que, de no haber sido así, definitivamente, el hecho hubiera cambiado el rumbo del viaje y otra historia hubiera contado.

Entonces, recapitulé que era lo que había sucedido, como es qué en un segundo, pueden cambiar las cosas y  hasta donde puede cambiar la vida. 

Cuantas veces llevados por la emoción del momento, por nuestros impulsos, incluso por descuido o falta de interés, soltamos lo realmente valioso. Y así, perdemos un trabajo, una amistad, la salud, un matrimonio o la vida. Por los pequeños descuidos, malentendidos, por no prestar atención, por subestimar el hecho, por confiar en nuestra buena suerte, pero, pienso que más que nada, por no valorar lo que tenemos en nuestras manos y que tenemos responsabilidad sobre de ello. Las cosas no suceden solo por el azar o por el destino, en cada decisión o en una serie de decisiones que tomamos, lleva implícita nuestra participación en el resultado final.  Como versa el dicho: “Somos hacedores de nuestro propio destino”.

Y aunque hay factores que no están bajo nuestro control, la verdad es que nosotros mismos somos los que terminamos cavando nuestra propia tumba.

En esta ocasión, la casi pérdida que tuve, me dejo una gran enseñanza que terminé agradeciendo.

Me propuse hacer una revisión de que aspectos de mi vida pudieran estar sucediendo de la misma manera, sin que siquiera me percatara de ello, qué era lo que estaba soltando y a cuáles otras cosas me estaba aferrando, que quizá no eran tan importantes.

Había dejado postergado una conversación con mi hija, la llamada a esa amiga, la cena romántica con mi esposo, la visita a mis padres, los análisis médicos que había olvidado. Son las cosas que soltamos, poco a poco, dejándonos llevar por la vida y sus ocupaciones. Y así pasa, que cuando las personas ya se han ido, o dejamos de tenerlas, regresamos a recorrer los pasillos del hotel en su búsqueda con tal desesperación. Pero a veces no tenemos tanta suerte y ya los hemos perdido para siempre.  La mayoría no se pueden sustituir.

Entonces, valdría la pena sujetar con fuerza lo que amamos, lo que valoramos. No soltarlo. No olvidar que podemos perderlo y después ya todo será distinto.

No perdí mi visa, no me ocasionó un problema, pero si gané, porqué obtuve un aprendizaje y una lección. 

Para el siguiente viaje que haga, estoy segura de que no la soltaré y para el viaje de mi vida, el más importante de todos, sujetaré con fuerza, todo lo que amo.

Por: Sandra Fernández

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