El pueblo de Israel había sido esclavo por cuatrocientos años en Egipto, pero eso pronto llegaría a su fin. Dios usaría a Moisés para darles libertad. Moisés fue un judío que milagrosamente fue salvado de la muerte, que creció y se educó en casa del faraón.
Después, Moisés salió de la casa del faraón en desgracia, por haber matado a un egipcio. Durante las siguientes cuatro décadas, Moisés fue pastor de ovejas, hasta que tuvo un extraño encuentro con Dios, que se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza.
Cuando Moisés se acercó, Dios le dijo que lo estaba comisionando para liberar a Su pueblo de la esclavitud en Egipto. Sin embargo, Moisés sabía que no era apto para la tarea.
El Señor simplemente le dijo: yo estaré contigo, es decir, no necesitas de nada, más que de mí. Dios obra a través de personas comunes como nosotros. Dios ama y usa a las personas, no porque sean capaces, sino porque Él es capaz. En otras palabras, Sus propósitos se cumplen por Su poder, no por el nuestro. A nosotros solo nos toca creer y obedecer.
Después de su encuentro con Dios, su fe se había fortalecido a tal grado que ya no abrigaba dudas acerca de lo que sucedería. Dios le había dicho que sacaría a Israel de Egipto por Su mano poderosa y que ni el faraón ni su ejército le detendrían de cumplir Su voluntad.
Tal y como Dios lo dijo, el corazón del faraón se endureció y se negó a la petición de Moisés de dejar salir al pueblo en paz. Y entonces se desató el ciclo de plagas milagrosas.
Antes de la decima y última plaga, Dios le da una orden a Moisés que recordaría y anunciaría a todo el pueblo, de manera profética, la promesa hecha a Adán y Eva de traer un Salvador que pagaría el precio de muerte por ellos. El pueblo sabría que de Dios vendría la salvación física, pero, más importante aún, que la salvación espiritual de la muerte eterna también viene de Dios. Todo es obra suya. Las instrucciones de Dios eran para celebrar la primera Pascua, que anunciaba en detalle la futura llegada y sacrificio de Jesús por toda la humanidad.
Finalmente, ante la negativa del faraón de dejar salir al pueblo, a pesar de haber visto repetidas veces el poder de Dios, se desató la última y terrible plaga: la muerte de los primogénitos. Esa misma noche, el faraón mando llamar a Moisés y dio su permiso para que el pueblo saliera de Egipto.
El pueblo fue liberado. Moisés los sacó de Egipto, pero el faraón una vez más cambió de opinión y envió su ejército para llevar de vuelta a los antiguos esclavos. Para Moisés, este era otro momento de crisis, con el poderoso ejército egipcio persiguiéndolos por un lado y el mar Rojo por el otro. No había salida aparente.
Entonces Moisés se levanta como un líder de fe y le dice al pueblo que se mantengan firmes, que Dios presentaría batalla por ellos.
En momentos de crisis, es necesario levantarnos como líderes de fe, ya sea en la iglesia o en nuestra familia. Los que están bajo nuestro liderazgo se contagiarán de esa fe y Dios actuará para liberarnos, tal y como sucedió de manera sobrenatural, destruyendo al ejército egipcio.
Como el faraón, hay personas que, a pesar de ver la grandeza de Dios, endurecen su corazón ante Él. Dios es paciente porque los ama, pero que no quede duda de que todo el que rechaza a Dios, todo el que hace lo malo, tarde o temprano enfrentará la justicia de Dios. La buena noticia es que todos podemos encontrar perdón y vida eterna en Jesús.
Pastor Jorge Cupido
@jorgecupidoqro
EL SELLO
@ElSelloQueretaro
Domingos, 11.30 am
San José 498, Col. Carrillo Puerto, a 100 m. de Av. 5 de Febrero
Querétaro, Qro.