Miguel Septién es director de escena, productor, traductor y fundador de la compañía teatral Ícaro y del centro de exploración artística Laberinto. Con Ícaro y/o en Laberinto ha puesto en escena varias obras con grandes significados, dándole la oportunidad tanto a los artistas de expresarse a través de papeles profundos, como a los espectadores de disfrutar del incomparable arte dramático.
Miguel nos comenta que su interés por el teatro no nació espontáneamente, sino que se fue moldeando a lo largo de su joven vida. Cuando era niño soñaba con dedicarse al arte visual, en la adolescencia tuvo la oportunidad de acercarse a la danza, y entendió que la expresión a través de la forma, del movimiento, y la relación de los cuerpos con el espacio era lo que en verdad le atraía. Finalmente, a través de la danza que descubrió el teatro, fascinándose de sus posibilidades expresivas fue que decidió ser director de escena.
Es conocido que vivir del arte no es fácil, y el teatro no se salva de esa dificultad. Le preguntamos a Miguel qué es lo que se necesita para dedicarse a este medio artístico, y nos respondió que, ante todo, se debe tener claridad de propósito. Es una disciplina muy demandante y un ambiente complejo. Si no tienes claro por qué deseas dedicarle tu vida y lo que eso implica, puedes sufrir un exceso frustraciones en el camino– comenta.
Es por eso que, buscando tener la mejor oportunidad para dedicarse a lo que ansiaba, decidió estudiar en Estados Unidos. Después de un competido proceso de audición, y gracias al apoyo de su familia, pudo ingresar a la recomendada Emerson College (Boston), donde obtuvo su licenciatura en dirección y actuación. Sin embargo, una vez concluidos sus estudios, en lugar de buscar una oportunidad en Broadway, decidió regresar a Querétaro para cumplir su anhelo de formar una compañía teatral, para poder contribuir al desarrollo de la ciudad y sus artistas.
Una vez que volvió a Querétaro dio prioridad a su sueño de crear una compañía, y trató intentar concretarlo a corto plazo. Con el apoyo de un núcleo de personas interesadas en su trabajo y de un grupo de artistas teatrales hambrientos por colaborar, logró fundar Ícaro en 2011, con sólo 24 años. Para Miguel, Ícaro es una empresa, una familia y un sueño cumplido, todo a la vez y en la misma medida, pues, si una fuera parte más importante que las otras dos, está seguro que la compañía no funcionaría tan bien como lo ha hecho por estos 9 años. Necesitamos la exigencia estructural de una empresa, el respeto y cariño de una familia, y el hambre de trabajar para materializar nuestros sueños.
Miguel nos comenta que uno de los puntos clave para Ícaro, a nivel discurso, sería siempre tener en claro que se enfocarían en montar pilares de la dramaturgia internacional que fuesen poco conocidos en la ciudad. Querían convertirse en una de las compañías más importantes del Estado, y cree que han logrado superarse en ese aspecto, pues han logrado abrirse paso también en la CDMX, obteniendo una reputación sólida con el público, el medio y la crítica especializada. De hecho, le preguntamos si Ícaro podría cambiar de sede, porque que la mayoría de sus últimos proyectos sólo se han presentado en CDMX; aunque no tiene una respuesta certera, sí puede afirmar que, por el momento, están cómodos teniendo su base de operaciones en Querétaro, adicionalmente, están trabajando duro para poder generar una oferta estable y potente en ambas ciudades de forma simultánea.
A la hora de buscar obras para traer a escena, Miguel y la compañía tienen interés en traer obras que tienen un mensaje o reflexión social, ejemplo de ello son Urinetown, Pillowman o Elena. Este interés se debe a que desean fervientemente plantar semillas de cambio a través de sus producciones; con el público, a través del montaje; y con los equipos humanos, a través de sus filosofías durante los procesos.
Una de las semillas de cambio se dio para el propio Ícaro con la puesta en escena de Urinetowm (del dramaturgo Greg Kotis), por el que obtuvieron el premio Mejor Musical 2017 en CDMX. Miguel asegura que ésta obra cambió sus vidas por completo, ya que les permitió crecer enormemente como artistas, afianzar lo que son como compañía y dejar huella en circuitos teatrales muy importantes, a tal punto que les abrió y les sigue abriendo muchas puertas a nivel profesional. Para mí, es el parteaguas más importante que he vivido en mi carrera y sé que gran parte del equipo lo considera de la misma forma.
No es de sorprender que, entre las obras dramatúrgicas que ha llevado al público, le tenga particular cariño a Urinetown. No solo por todo lo que le ha dado, también porque la considera una de las mejores obras musicales contemporáneas, pues satiriza y parodia tanto situaciones de la vida real como otras obras teatrales. Incluso, Miguel nos menciona que sigue aprendiendo infinidad de cosas cada vez que la presentan.
Al final de esta entrevista, le preguntamos cómo le ha ido a Ícaro durante esta pandemia, pues el teatro, como la mayoría de las artes, ha sido uno de los sectores que más ha sufrido en estos tiempos de crisis.
¿Cómo ha sobrellevado la compañía esta pandemia?
̶ Definitivamente fue un golpe muy fuerte tener que interrumpir nuestros proyectos de forma tan súbita. Aunque no hemos podido continuar con nuestras actividades primordiales, los que conformamos el núcleo de producción hemos trabajado en buscar alternativas; estamos a punto de comenzar «Elementos» un ciclo de charlas y talleres con miembros de la compañía y figuras importantes de nuestro medio. También estamos generando dramaturgia original, que es algo que deseábamos desde hace tiempo.
Con la reapertura de los teatros, ¿Ícaro estará haciendo alguna presentación para este año?
̶ Estamos comprometidos con reanudar nuestras temporadas, pero no nos atreveremos a dar el paso hasta que las medidas evolucionen a un punto en el que la integridad artística de nuestros proyectos, la seguridad de todo el equipo y la viabilidad comercial de los montajes puedan coexistir.