En 1894 Edvard Munch pintó el retrato de un hombre con la mirada perdida, ausente, rodeado de colores y movimiento, concentrado en sí mismo, cabizbajo y perdido como sólo están aquellos inconformes que se cuestionan una y otra vez su lugar en el Universo. Con una mano sostiene su cabeza, sostiene su caos sumido entre remolinos de pensamientos y dudas, conmueve en su nostalgia, en el reflejo de aquellos instantes en que deseamos alejarnos, huir del ruido, vencer al tiempo y permanecer absortos frente al horizonte, recordando. A esa pintura la nombró: «Melancolía».
Melancolía es ese escalofrío que nos recorre el cuerpo al extrañar, al añorar el pasado irremediablemente perdido. Cuando te das cuenta de que esa persona no volverá más, de que nunca volverán las risas, los abrazos, ni su voz, nunca volverán los consejos que te hicieron más fuerte, su perfume, los secretos que los unieron, los recuerdos que quedaron grabados en sus flores favoritas.
La obra de Félix Parra Hernández (Morelia, Michoacán, 17 de noviembre de 1845 – Tacubaya, Distrito Federal, 9 de febrero de 1919) fue un pintor y académico mexicano.
Ingresó al Colegio de San Nicolás de Hidalgo en donde fue discípulo de Octaviano Herrera, quien impartía la clase de pintura académica. Se trasladó a la Ciudad de México para continuar sus estudios en la Academia de San Carlos en donde fue discípulo de Pelegrín Clavé, Santiago Rebull y José Salomé Pina.1 Radicó durante cinco años en Europa gracias al apoyo de Ramón Lascuráin, quien dirigía la Academia Nacional de Bellas Artes. Cuando regresó a México, en 1882, dirigió la Academia de San Carlos siendo sucesor de Petronilo Monroy. En 1890, junto con Gabriel Guerra, decoró el Palacio Municipal y el plafón del Salón de Cabildos. En 1894, realizó un cuadro que se encuentra en el muro izquierdo de la Colegiata de Guadalupe. Fue maestro de Diego Rivera.
Entre sus obras destacan Fray Bartolomé de las Casas de 1876, la cual fue presentada en la Exposición Internacional de Filadelfia, Una escena de la Conquista de 1877, por la cual fue becado para viajar a Europa, Matanza de Cholula de 1877 y Galileo en la escuela de Padua de 1873.
Una de sus obras mas representativas es una representación de la viuda que Sobre todo en las vanguardias del siglo XX, las cuales impusieron una serie de rupturas que transformaron paradigmas respecto a los límites de lo humano, con la fuerza de la melancolía como respuesta ante la guerra y la modernidad. Dichas tendencias hicieron eco en el arte mexicano, en una temática poco explorada a pesar de sus vastas interpretaciones.
No habrá jamás manifestación de las emociones humanas mas finitas y sublimes que las que la pintura nos hereda.
Estos tiempos serán tiempos que marquen en cada uno de nosotros una perdida, pero debemos adaptarnos a la vida tanto como a la muerte
Por: Esmeralda Neresis
Licenciada en Administración de Empresas, Pintora, Docente en Artes plásticas y Terapeuta enfocada en terapia familiar y prevención del suicidio
Contacto: esmeralda.neresis@gmail.com