Destapa el champagne
Apaga las luces
Dejemos las velas encendidas
Y afuera las heridas…
Llega a mí la canción: “Luz de día” y me emociona, igual que lo hizo hace un par de décadas cuando la escuché por vez primera.
Es el entrañable recuerdo de una época, de un momento especial como el amor de ayer que vuelve a desaparecer y me pregunto: ¿dónde quedó ahora esa hermosa ilusión?
¿Cómo hacer un homenaje a quien entregó por medio de su voz, de su música, lo mejor de sí mismo?
Música potente que te pone en acción, que da vida a un mundo de emociones. Su voz nos recuerda quienes fuimos; chavos inquietos, pachangueros, libres, y regresa para que nunca lo olvidemos. Mientras que parados sobre la muralla mirábamos cómo esas viejas ilusiones se hacían realidad, cómo se cerraban las heridas y se desangraba un nuevo corazón.
La voz del “Marciano” Cantero, integrante de la banda de rock; “Enanitos verdes”, suena como un volcán que pronto va a estallar, como un lamento boliviano, borracho y loco. Esa voz que amará por siempre y que amaremos también.
Esa voz que rompe el silencio que se escucha en Nueva York, en Roma o en Disneyworld, que pedía bailar, cantar, tener un poco de diversión, mientras que la guitarra blanca siguiera tocando.
Esa voz que nunca olvidaremos porque era un corazón que ardía mientras la rueda loca de la vida seguía girando en nuestra cabeza al escuchar el inolvidable enigma cautivante de su voz.
El otoño se acerca, golpeará nuestra puerta y el recuerdo de las viejas cartas regresará para abrazarnos, y lo mejor de su imborrable memoria seguirá existiendo por el resto de nuestros días.
Hoy es uno de esos días que los sentimientos no se pueden manejar y que cuando nos atrapan no se puede escapar porque su partida nos entristece.
Hoy haremos que choquen nuestras copas por haberte conocido y porque podemos mirar el cielo y sabremos que no te irás, que te quedarás con tu música y con tu voz entre nosotros.
Porque fuiste luz de día, luz de noche.
Frenaste el mundo y has dejado una huella imborrable que vivirá en la memoria de nuestros corazones.
Porqué tu corazón, querido “Marciano” Cantero, brillará por siempre…
Por: Sandra Fernández
