Elegimos los disfraces influenciados por la cultura popular, por la moda, por nuestros personajes favoritos de series o películas, por las estrellas de rock que admiramos o incluso inventamos un disfraz en nuestro deseo ferviente de ser quienes no somos por un momento, de romper la cotidianidad y divertirnos.
Disfrazarse se convierte en la ocasión perfecta para vivir la experiencia de esconder nuestra personalidad. Aunque, pudiera ser que las razones no sean tan sutiles u obvias.
Lo que si es un hecho es que el comportamiento da un giro al mostrarnos detrás de una máscara, de esta forma no somos juzgados y creamos un mundo en donde jugamos un juego en el que quizá el disfraz llegue a revelar más de nosotros mismos de lo que pensamos, muestra rasgos de nuestra personalidad que escondemos pero que quizá se más fiel a nosotros.
Es interesante ver como funciona esto, ya que al desconectarnos de la realidad vivimos una experiencia placentera, es una máscara más como muchas otras que llevamos en el día real, en el trabajo, en la familia, como papás, estudiantes, como hijos; vamos adoptando roles y actuando en concordancia a ese rol y lo que más se asemeje a ellos, reprimiendo conductas y acercándonos a un estereotipo.
Los disfraces de alguna manera nos muestran en realidad como somos, quizá como un deseo reprimido para llevar a cabo nuestras fantasías, además de que empodera. Es divertido ver los disfraces de la mujer maravilla, de Pokemón, de vampiro, de hada madrina. La sensación es adictiva y liberadora. El gran riesgo es que la forma de deshibinirnos sea solo detrás de una máscara.
No dudes en vivir esta experiencia y al igual que los niños, cuando desean vivir en un mundo de fantasía se dejan llevar por el momento.
Habría que analizar cual es el disfraz que nos acomoda y que hay detrás de él. Seguro que algo tiene de nosotros, algo que queremos decir, o algún sentimiento que queremos reprimir.
La temporada de Halloween es el momento perfecto, las fiestas, los cumpleaños. No podemos negar el asombro que nos causan los disfraces.
Hay algo más que eso, somos más del disfraz que vivimos.
Por : Sandra Fernández