Esta obra representa la agresión y la confrontación que busca Balthus en el entorno surrealista que le rodea. Analice mucho tiempo en presentar esta pieza como una referencia del pintor, en hacer una crítica breve y sencilla de la misma. pero por sus dimensiones artísticas y narrativas esta vez no lo haré, prefiero que nuestros queridos lectores la interpreten de acuerdo a su criterio y percepción, esperando que 87 años después rompamos la burbuja de cristal y podamos solo disfrutar de la historia del arte en todo su esplendor
Balthus
¡Pero si es figurativo!, exclamaban, decepcionados, muchos visitantes en la primera exposición pictórica de un joven de veintiséis años, en 1934, en la Galería Pierre de Paris. Arrastrando su estilo marginal Balthasar Klossowski de Rola: BALTHUS, El rey de los gatos.
Ahora en la que en el arte pareciera que se exige más el realismo, se someten las obras al escudriño microscópico para extraer de ellas lo inarticulado, lo perfecto, los errores. Pero el artista consciente de sus habilidades y potencial construye a su ritmo imágenes, temas, pensamientos e ideas, después las plasma al lienzo y me atrevo a decir que la primera intención no es vender si no para liberar su propio ser y expenderlo con el todo.
Balthus, fue hijo de un historiador del arte de la élite francesa de principios del siglo XX. Su desarrollo se ahogaba en un ambiente burgués, con un pasado aristocrático y sumergido en el surrealismo, Balthus encontró en el escándalo la forma de sobresalir.
En su infancia solía visitar el Louvre, el cual sería una gran fuente de aprendizaje en las técnicas que desarrollaría después robándose algunas de sus atmosferas, las cuales asentarían sus bases.
La Calle
Óleo sobre lienzo 195×240
1933
NY, Museo de Arte Moderno
Balthus pinta pues sobre luces y formas, pinta la luz de una pared, los desnudos adolescentes que hoy en día sería casi imposible aceptarlos y contribuir a esta percepción articulada entre el arte y la moralidad, desnudos, crudos, Los veo y me parecen duros y algunas veces fríos, perfectamente colmados, crueles que invitan al amor. Pinta gatos comiéndose al mundo, gatos que gobiernan en una habitación entre las sombras con alfombras rojas. Explota como nadie el aspecto sexual, incluso hasta hoy algunas o muchas de ellas serían una gran provocación y abrirían sin querer la polémica entre lo que el arte debería de proyectar.
Pese a los escándalos que provocaban sus exposiciones, el primer cuadro fue adquirido por Picasso, le seguirían para sus colecciones privadas a Miró, Artaud y Camus, que vieron en él, ese potencial que muchos pintores se guardan en el misterio y silencio de sus cerebros creativos, Balthus con la firme intención de la rebeldía ante su linaje y su buen apellido sino también por crear algo nuevo y distinto.
“Algunos periodistas creen que mi obra es pornográfica, ¿qué significa eso? Hay pornografía por todos lados, la publicidad es pornografía, las modelos de belleza parecen tener un orgasmo… “
Nota del escritor: Estimado Balthus, hoy en día te daría cuenta que la cultura de la pornografía ha crecido más en muchos planos sociales, noticias, consumismo, violencia, todo coronado en un hartazgo hasta vomitarlo.
A Balthus le preceden, Lucían Freud, Paula Rego, de la cual escribiré después y el más contemporáneo; Daniel Lezama
Balthus aseguraba que sus personajes eran totalmente inocentes, que el espectador, ese oscuro voyeur era el que manchaba su inocencia. Así pues, por eso esta obra no requiere de mi descripción personal.
¡Quizás espere 87 años a poder escribir sobre Balthus sin que me envíen a la hoguera!