lunes, diciembre 2, 2024

La independencia y su concepto – Teresita Balderas y Rico

En septiembre, Tamara y yo fuimos a desayunar. El tema de nuestra conversación fue el grito de Miguel Hidalgo en la parroquia de Dolores. En México, a este mes, solemos llamarle de la patria, en honor a la revolución de independencia de nuestro país. Nos jactamos de ser una nación independiente, lo mencionamos con frecuencia, sobre todo cuando se conmemora su aniversario, pero no profundizamos en su significado; algunos recordamos fragmentos de las clases de historia que recibimos en la escuela primaria y secundaria.

En nuestra memoria queda a resguardo que somos una nación independiente, porque no pertenecemos a otro país, tenemos nuestro propio gobierno y leyes, razones por las cuales festejamos nuestra liberación de la corona española.

Tamara expresaba emocionada sus conceptos sobre la independencia:

─Ángela, nos gusta el mes de septiembre por sus fiestas de gran colorido y los exquisitos platillos que se acostumbran en esta época. Me encanta el pozole. Concentrados en la fiesta, a pocos les interesa adentrarse en el conocimiento histórico de este suceso. ¿Cuál es el significado de la palabra independencia? ¿Qué implica ser una persona independiente?

Busqué la respuesta en internet, usando mi celular.

─De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, independencia es la situación de un territorio que no depende de otro, Tamara. Ser independiente significa que no depende de otra persona, nación o cosa. Se toman decisiones sin contar con los demás. La actitud y la conducta son responsabilidad de quien las ejerce.

Estas fueron mis conclusiones:

—Respecto a nuestro país, como nación independiente, si analizamos nuestra situación actual, de acuerdo a la definición dada, tendríamos que dilucidar qué tan independientes somos. Estamos lejos de ser autosuficientes y sustentables. No pretendo hacer un análisis socio histórico de la situación en que vivimos, solo reflexionar acerca de sentirse y ser independiente como persona. En mi vida, algunas veces he realizado acciones temerarias, con el anhelo de adquirir mi independencia. El tomar decisiones propias implica un alto grado de responsabilidad, y de autosuficiencia económica. Desde estos parámetros, es complicado alcanzar el grado de independiente. En mi caso, ha sido un largo y sinuoso camino, el costo ha sido alto.

Tamara comentó el tema con entusiasmo. Recordé uno de los aforismos de Nietzsche: “Un amigo debe ser un maestro en el arte de adivinar y callar: no debe querer verlo todo”. Callé para darle mi atención.

─Me agrada sentirme con la fortaleza necesaria para tomar decisiones, atender alguna problemática que requiere solución inmediata, considerando que de su asertividad depende la resolución de otras, tendientes a beneficiar a terceros —dijo Tamara.

La escuché con interés. Asentí con la cabeza y ella siguió:

—Podría decir que soy una persona independiente. Tomo mis decisiones, asumo la responsabilidad que implica hacerlo. Suelo analizar la situación antes de cualquier acción, considerando ciertos parámetros: área laboral, familia, situación económica, riesgos y beneficios. Estas estrategias me han dado buenos resultados, evitando rotundos fracasos. 

—Tienes toda la razón, amiga —dije. 

—Desde estos parámetros, pienso que soy independiente, he encontrado formas de actuar en la vida. Sin embargo, si recurro a la definición psicológica, descubro que no soy tan independiente como creía. Desde la psicología, la persona independiente manifiesta la libertad de actuar y elegir sin depender de otras personas, ni hacer caso a presiones y obligaciones, sintiéndose libre de todo tipo de relación obligatoria. Toma decisiones y actúa en consecuencia sin entregar el control de su vida.

—Eso sería formidable, querida.

—La expresión “ni hacer caso a presiones y obligaciones” ha entrado en mi subconsciente, obligándome a dilucidar sobre mi supuesta independencia. Reflexionando en este aspecto, asumo que soy una persona independiente por la libertad que tengo de elegir y decidir, asumiendo mis responsabilidades. Éstas son tantas, y las obligaciones también, que me siento presionada. Desde esta perspectiva, se diluye un poco mi independencia.

─Tamara, ¡estás muy filosófica! Hace años que no te escuchaba hablar así.

─Me conoces, Ángela, considero que soy una persona independiente, organizo mi vida, escojo lo que considero conveniente, tomo decisiones y cumplo con mis responsabilidades en lo profesional y personal.

Las estrategias empleadas en la resolución de problemas, las analizo pensando en un bien común, primero en el beneficio de los otros. Cuando el asunto se resuelve permeando el bienestar de mi familia, amigos, alumnos, disfruto intensamente los resultados. Esa ha sido mi filosofía de vida.

Ser independiente implica conocer el concepto libertad. Hay situaciones en las que se desdibuja la frontera entre el hacer y el ser; es necesario ser cautelosos, o nuestra libertad se convertiría en libertinaje. 

Mi pensamiento fue el primero en construir ideas fuera de los parámetros establecidos en la casa paterna, en una época muy conservadora, donde las familias eran numerosas, y pocos los recursos económicos. Las niñas debían ayudar en casa, teniendo pocas oportunidades de asistir a la escuela.

Era complicado salir del contexto socioeconómico y cultural donde había nacido, brinqué la barda y visualicé otros senderos. 

De esta acción obtuve una gran experiencia: sabía que podía abrir mis propios caminos.  Empecé a palpar la libertad y emprendí mis primeros vuelos.

Una segunda sensación de independencia la sentí con mi beca, en mis estudios de normalista. Al tener recursos económicos, no solo tenía palabra, también voto. Podía comprar los insumos para elaborar el material didáctico necesario en las prácticas escolares. Nuestro equipo de trabajo escolar fue uno de los sobresalientes.

Cuando recibí mi primer salario como profesora, me sentí feliz. Ayudé a construir una vivienda digna para mis padres, motivé a mis sobrinos a estudiar.

Tan pronto tuve recursos económicos, continué mis estudios, que coadyuvaron en el fortalecimiento de mi independencia.

 Ser independiente implica tener gran fortaleza y asumir responsabilidades.

 Cuesta, ¡pero, qué bien se siente!

—Estoy de acuerdo contigo, Tamara. Aún tenemos el privilegio de tomar nuestras propias decisiones, vivimos en un país libre, no lo perdamos. 

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