domingo, diciembre 22, 2024

La amistad en pandemia y otros tiempos – Teresita Balderas y Rico

Amistad, es un sentimiento que arropa, envuelve en mantas tejidas con hilos de lealtad, suave como la sonrisa infantil, fuerte como el abrazo solidario.

La amistad tiene diferentes colores: el azul zafiro con tintes violeta, lo usa cuando la esperanza y nuevas ilusiones permean el ambiente.

Los tonos rojizos adheridos a los naranjas y amarillos, suelen surgir en los frescos amaneceres con olor a jazmín, cuyos aromas se esparcen en la suave brisa de primavera.

 En estos años de pandemia se han ido familiares y amigos muy queridos, su presencia nos hace falta, su ausencia duele. Nos sentimos en deuda con ellos, porque no estuvimos cerca para ofrendar nuestro último adiós. No se nos permitió, solo pudimos llorar en solitario, recluidos en nuestras casas, prisioneros de las circunstancias.

A ellos, de quienes recibí siempre una sonrisa amable y un abrazo solidario, los recuerdo con amor y agradecimiento por su sinceridad, lealtad y cariño. 

Es afortunado quien tiene una amistad, bendecido aquel que en su vida ha tenido más de dos. Sabio el que ha aprendido a cuidar y engrandecer este maravilloso placer de tener amigos. 

Al cuestionarme sobre la grandeza de la amistad, por segundos permanezco en silencio, me adentro en mi subconsciente, cierro los ojos y logro escuchar los movimientos que se generan en mi cerebro. 

Las neuronas se comunican formando sinapsis, envían mensajes a esa estructura que llamamos cuerpo. Al recordar momentos agradables, surge un estado de bienestar.  

Un apacible confort recorre mi ser, en incontables ocasiones el bienestar que he sentido, ha sido bajo el abrigo de los amigos.   

 La amistad desempeña varios roles, acorde al espacio y tiempo en que se disfruta. Cuando se requiere compañía para mitigar el frío de la soledad, he tenido a mi lado a mis amigas, que escuchan atentamente las historias de las ausencias que en ese momento me atormentaban. En ocasiones han tomado mis manos como ofrenda de solidaridad, regalándome sonrisas francas y ternura en su mirar. 

 La amistad es como una copa de buen vino, que al degustarlo alerta a los sentidos. Entibia suavemente la entidad corpórea, transita por el torrente sanguíneo hasta llegar al complejo neuronal despertándolo de su letargo. 

Renace entonces la euforia de la esperanza, de sentirse vivo con la energía necesaria para continuar la sorprendente aventura de aprender a vivir. 

 La amistad desempeña diversas funciones: nos proporciona buenos consejos ante la toma de decisiones. En diversas situaciones se convierte en bálsamo que mitiga el dolor ocasionado por los amores y desamores.

 En situaciones como ésta, se recomienda tomarlo en pequeñas dosis, de preferencia en noches de luna plateada, como preludio de tiempos luminosos. Así, lentamente, el corazón recobrará su ritmo cardiaco, se fortalecerá, y nuevamente estará listo para volver amar.

 También juega un papel importante para resguardar esa entidad que a los humanos nos hace diferentes a otros seres vivos. No la conocemos, ni sabemos cómo es, pero vive en nuestro cuerpo y la llamamos alma.

Desempeña un valioso papel, fortaleciendo el pensamiento propositivo, lo acompaña en la búsqueda de la luz después de las tinieblas.

Los amigos son maravillosos seres que están cuando más los necesitamos.  Escuchan, cuando solo queremos ser escuchados, aconsejan de ser necesario y, sobre todo, hacen eco de nuestro dolor. Son grandes acompañantes, su presencia diluye la angustia y sutilmente bosquejan caminos hacia nuevos horizontes. 

Tienen la capacidad de compartir su felicidad, contagian con su alegría, modifican nuestro estado de ánimo. Su presencia puede transformar una frugal comida en un delicioso banquete. 

Los espacios y diálogos compartidos entre ellos, transforman el tiempo, hacen que las horas trascurridas parezcan minutos, surge entonces la conocida frase “¿Qué hora es? Qué rápido pasó el tiempo, debo retirarme, no vemos la próxima ocasión”. 

 La amistad es un sentimiento espontáneo, simplemente se da. Con esa libertad puedes elegir o ser elegido. Después vendrá el proceso de identificar ciertas afinidades. Con este renuevo, el sentimiento se va desarrollado, nutriendo nuestro ser con trocitos de felicidad.

 Está entretejida con eslabones macizos, que unen y sostienen los afectos de los amigos. Cada uno de ellos representa los valores que la fortalecen: la honestidad, lealtad, solidaridad, estándares en la confianza que cada amigo siente con respecto al otro. 

Se puede afirmar que la amistad ayuda a fortalecer al espíritu, por ser inherente al carácter gregario del género humano. 

Tener amigos, y saber serlo, es un arte.    

Ellos nos ayudan a trascender. A través de su memoria quedarán nuestros recuerdos de la estancia en este planeta. Los amigos al hablar de nosotros, darán pinceladas en diverso colores y tamaños de lo que hicimos y fuimos en el tiempo que permanecimos en el espacio terrestre.      

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