Gynes, mi cartografía femenina

Lunes 21 de septiembre de 2020
En una cocina perdida de la bella ciudad de Querétaro.

Estoy sentada frente a la estufa, hirviendo algunos vegetales en esa olla que se derrama ocasionalmente y mancha mi cocina que luce pulcra… es una desgracia.

Por primera vez en mucho tiempo no estoy motivada para cocinar, estoy lidiando con esos 6 kilos de más, me han reducido muchos alimentos y para mí, que encuentro en la crujiente mordida de unos tacos dorados de queso, con lechuga y salsa como los de mi abuela todo el goce de la vida es un infortunio. Me consuela que más mujeres de mi edad tienen también esas banales preocupaciones, para ellas y para mi después escribiré como salir triunfantes de las frustraciones estéticas de la madurez.

Además, estoy un poco cansada, he tenido una master clase de 5 horas de dibujo y expresión artística, me duelen los pies y debo hacer otro platillo pues mi hija también está a dieta, debo ordenar el agua y pagar mi suscripción para mi curso de escritura, hacer cuentas, pagar parte de la renta y otros gastos personales, también recuerdo que mis nietas no tienen una Tablet para sus estudios y me da pena por ellas, no pueden jugar y tampoco puedo abrazarles.

Todo esto se desarrolla mientras mi obra está secando el barniz, ayer por la noche le di los últimos retoques a los cantos, pienso que esta vez cambie un poco mi propuesta, estoy influida por Remedios Varo…es una lástima que haya muerto tan joven.

Escucho el chisporreo de la olla de los vegetales…. ¡Qué alegría! el jueves se inaugura en el Museo de Arte de Querétaro la exposición que lleva por título: Gynes, cartografía de la estética femenina. Ahí estará de invitada mi pieza, esta, que se seca en el caballete, me ha reinventado, es una cartografía de mi estado ansioso y depresivo a veces, es un recordatorio, un cuento, una fábula, una novela. Es una obra que habla por sí sola, que puede ocuparla el observador y borrarme de la misma, para que él tenga un lugar de introspección.

Mi paleta la he definido del color de los recuerdos, debe ser esos pues así convergen los momentos íntimos conmigo misma.

El titulo relata por sí mismo los contratos iconográficos y la lectura narrativa de la intención de la obra, se puede observar un reloj que no marca horas, en realidad al darme cuenta que el tiempo es relativo y que quizá no existe, este objeto no marca el tiempo, indica edades que simbolizan un estado emocional, porque la radiografía de esta obra son los estados emocionales de la condición humana.

A los dos cuerpos los une un hijo rojo que representa un rescate, también, suspendido en la nada emerge un espejo que abre un portal místico a una realidad alterna, es la misma mujer, pero en otro estado de conciencia que invita a salir del desánimo y seguir adelante.

Porque al final lo que rescato es que cuando nos hundimos en estados profundos es necesario viajar al interior para generar los recursos emocionales, psicológicos y físicos para salir triunfante o mínimo menos raspados.

El marco ha sido intervenido, con hojas secas, envejecidas con café y barniz para escribir sobre ellas en mi Olivetti roja frases de autoayuda, que ayuden a conectar con nuestra parte espiritual que puede ser nuestro mejor terapeuta.

En el centro se puede leer “Al hijo de Dios no es necesario curarlo, es necesario despertarlo”, UCDM.

Esta exposición tiene dos particularidades, es la primera en el Museo que se organiza solo para mostrar los trabajos de artistas femeninas, haciendo un poco de investigación hay muchos museos en donde solo tienen hasta el 5% de obra de este género, el resto pertenece a nuestros homólogos masculinos. En los museos vemos que las mujeres son utilizadas como objetos pasivos parte de un paisaje o cualquier narrativa y pocas veces como autoras. No ahondare en términos de genero pues no es el propósito de esta columna, aunque si son datos reales.

Mi obra está rodeada de 79 piezas más, de mujeres como yo que tienen historias propias, familias, novios, estudios y que aun asi tienen la dedicación de seguir una carrera difícil, mujeres que cuentan una historia, que pintaron emociones, autorretratos, situaciones, ideas y demás, el Museo es de nosotras hasta enero, pienso entusiasmada mientras se mojan mis ojos.

Aplaudo con pasión, que el Director del Museo, el Maestro Roberto González, se haya dado a la tarea de reconocer a las autoras y lo cito: “como la luz que emerge en las cuevas profundas y oscuras “me parece que sin querer es un acto de reivindicación y al escucharlo explicar el propósito en una entrevista, descubro a un hombre apasionado y sensible ante esta necesidad de equilibrar un poco la situación en el mundo del arte, no puedo sentir más admiración por ello. Pues en esta dejamos de ser musas para ser creadoras, porque en mi caso, yo prefiero ser la creadora, aunque no descarto que alguna vez me vuelva… también musa de alguien.

Mis pensamientos se ven invadidos por un olor seco a quemado, miro con desasosiego que el agua se ha evaporado, las verduras se han quemado y la comida se ha echado a perder, aunque improvisar es lo mío, por hoy pediré pizza haciendo un fracaso total por hoy mi dieta. Ni modo, no siempre se puede ser mujer atractiva, madre, auto empleada, cocinera y pintora.

Tú, mujer… ¿cuál es tu cartografía femenina?

Posdata: Visiten la exposición, lleven a sus hijos, nietos o sobrinos, el arte refresca el alma y la mente.