miércoles, marzo 12, 2025

Ese sentimiento llamado nostalgia – Teresita Balderas y Rico

Después, al paso de los días, dedicamos un rato a ver las fotografías de esa reunión. Entonces sonreímos o suspiramos por el momento tan hermoso que vivimos con los amigos y familiares. A veces, con cierta nostalgia lo recordamos.

Hay personas que sufren el mes de diciembre, porque tantas fiestas les resultan dolorosas. Este estado de ánimo no respeta edad, puede sucederle a un niño, joven, adulto o de la tercera edad, que sufren una fuerte depresión, generada por situaciones problemáticas en la familia, escuela, trabajo y amores. Con las demandas de un mundo globalizado y la tecnología avanzando, los jóvenes de este siglo deberán tener una educación y una formación académica actualizada, acorde a las necesidades de la época y cuidarse de no ser atrapados por la depresión. 

El bullicio de la ciudad de Querétaro de los años setenta del siglo XX era muy diferente al de ahora. Vivimos en una ciudad cosmopolita. He tenido la fortuna de apreciar y disfrutar aquella época del rock en los bailes, y de la bella música romántica. A veces, solo a veces, recuerdo con cierta nostalgia los años idos.

El pasado mes de diciembre en mi hogar fue muy diferente a los anteriores. Durante muchos años el árbol de navidad estuvo rodeado de regalos para los niños, primero fueron los hijos y después los nietos. Me encantaba ver la expresión de su rostro al abrir sus regalos.

Los nietos dejaron de ser niños, los juguetes desaparecieron. Mi árbol estaba muy adornado e iluminado, con pocos regalos.

Con cierta nostalgia, veía cada día mi árbol navideño. Cuesta trabajo soltar amarras de una etapa que se disfrutó plenamente, pero que llegó el momento de cerrar la puerta de la niñez y abrir la de los adolescentes. La vida avanza más rápido de lo que pensamos, con las múltiples ocupaciones queda poco tiempo para ocuparnos de los pequeños detalles.

Reflexionemos que la vida, aún con sus avatares, nos da muchas oportunidades para vivirla plenamente. Solo debemos aprender cómo aprovechar cada momento para que no se convierta en una pesada rutina. Cada amanecer es necesario reinventarnos: un arreglo de mesa, el platillo preferido de la familia, disfrutar una película que más tarde comentarán. Los pequeños detalles en lo general hacen de la vida cotidiana un día diferente.

La educación, la enseñanza de los valores básicos en el seno familiar irán formando la personalidad del niño, quien podría desarrollar la capacidad para diferenciar entre lo correcto e incorrecto en las relaciones humanas. Tendrá la oportunidad de discernir y argumentar su pensamiento.

Existen ciertas formas de vivir la vida que no debemos perder de vista: el respeto al libre pensamiento, cultivar las buenas costumbres, las mejores actitudes, lo que permitirá las buenas relaciones humanas, dando espacio a una vida más tranquila.

Con cierta nostalgia recuerdo cuando las puertas de las casas permanecían abiertas, algunas tenían rejas, permitiendo voltear para ver los patios con macetas de bellas flores. Los saludos con una sonrisa o voz pausada eran parte de la vida cotidiana, niños y adultos lo hacían. El respeto era mutuo, no por tener la puerta abierta se podía pasar sin la anuencia de quien en ese momento resguardaba el hogar. Se debía tocar el timbre, o directamente la puerta y esperar la respuesta para ser recibido o regresar en otra ocasión.

Cuando se caminaba por la banqueta los niños deberían ir por el lado de la pared para su protección, a la gente mayor se le cedía el paso; al abordar un autobús, si no había asientos disponibles, un caballero se ponía de pie, dejando su lugar a la dama. 

El lenguaje indicaba si los niños eran bien educados. En ocasiones escuché decir: “Qué niños tan educaditos, ustedes tienen muy buenos padres”

Me encanta ver a mi Querétaro lindo tan progresista, tan lleno de vida, con las puertas abiertas a las oportunidades de estudio para la superación y trascendencia de los queretanos y quienes aman a esta hermosa ciudad. Querétaro es como el título de un libro del periodista y escritor Luis Spota, “Casi el paraíso.”

Sin embargo, se extraña la quietud y respeto que había, hacia los otros y a sí mismo. El respeto al libre pensamiento, saber escuchar y discernir con argumentos sólidos, abonarán al desarrollo de una buena conversación.

La nostalgia llega al recordar las tiendas que fueron icónicas en los sesenta y, setenta del siglo pasado: la enorme tienda “La Luz del Día”, “Farmacia el Fénix”, Tienda de telas “La Villa de París”, La elegante tienda “La Ciudad de México” la librería “El Sagrado Corazón” donde, si no había en existencia el libro que buscábamos, la angustia invadía nuestro ser.

Nuestro Querétaro sigue creciendo. Cuidémoslo.  

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