Algunas personas piensan que la oración es una especie de castigo, o una especie de rito u obligación. Pero la oración es un privilegio. La oración es parte de la comunión con Dios. Es la manera de comunicarse con Dios. En pocas palabras, orar es platicar con Dios. Es la forma que Él escogió para que sus hijos se comuniquen con Él y es el conducto que Dios escucha para iniciar cualquier acción Suya en la tierra, es decir, cualquier intervención de Dios se inicia con la oración de Sus hijos. Por eso es tan importante y por eso es un privilegio.
La oración debe ser constante y usada para hablar con Dios, alabarle, agradecerle y pedirle todo aquello que necesitamos, tanto en lo personal como para realizar su obra.
Reitero, orar es platicar con Dios, de la misma manera como si platicáramos con nuestro padre o con un amigo o con nuestro jefe acerca de todas las cosas que nos interesan a ambos. Intercambiamos inquietudes, planes y consultas, solicitamos consejo y planteamos necesidades, agradecemos apoyos recibidos, exponemos nuestras preocupaciones y, en general, todas las circunstancias que rodean nuestra vida.
Probablemente muy pocas personas tengan el privilegio de hablar en privado, alguna vez en su vida, con el Gobernador de su estado y, menos aún, con el presidente de México. Pero todos los cristianos tenemos el privilegio de hablar en privado con Dios a cualquier hora, cualquier día, el tiempo que queramos; y lo mejor de todo, es que el Señor desea que tengamos esta comunicación constante con Él, porque nos ama.
Debe quedarnos muy claro que la oración es un medio que Dios usa para favorecer a sus hijos. No le hacemos un favor a Dios orando. Nos beneficiamos a nosotros mismos ya que, además de las respuestas que se reciben, la misma acción de orar es una inigualable experiencia para fortalecer a los cristianos y elevarlos sobre sus problemas. Dios sabe que nos conviene orar, por eso nos invita a hacerlo constantemente.
Nuestras oraciones deben estar dirigidas solo a Dios. No hay en toda la Biblia una sola oración que no esté dirigida a Dios directamente. Y el único que nos abrió el camino al Padre es Jesús, por lo que oramos al Padre, en el nombre de Jesús.
La Biblia dice que Dios escucha y responde las oraciones de sus hijos. Solo de sus hijos. ¿Le gustaría convertirse hoy en hijo de Dios para obtener salvación eterna y para que El escuche y conteste sus oraciones? Solamente tiene que admitir su pecado y reconocer a Jesús como su Dios y Salvador. Dígaselo a Dios hoy mismo y reciba la bendición.
Pastor Jorge Cupido
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