Soy lo que el tiempo, el lugar y las circunstancias han hecho con mi historia. Pero, también soy y puedo ser algo más que eso. Todos los humanos tenemos esa gran oportunidad.
Con la intención de analizar esta postura detonante de múltiples preguntas y endebles respuestas, indagué un poco sobre el ADN.
Es el material hereditario de los seres humanos, contiene el código para crear y mantener todo el organismo.
Este código tiene cuatro bases químicas: (A) la adenina, (C) la citocina, (G) la guanina, y (T) la timina. El ADN humano tiene tres mil millones de bases. Más del 99% de éstas, son iguales en todos los seres humanos. Se agrupan en pares. A con T y C con G.
El ser humano tiene entre veinte y veinticinco mil genes, dos copias de cada uno. Una por cada progenitor. La mayoría de los genes son iguales en todas las personas. Sin embargo, existe una minúscula parte, menos del 1%, que varía un poco de una persona a otra. Estas pequeñas diferencias son los rasgos únicos en cada individuo.
Esta información es indispensable para entender nuestra procedencia, el porqué de nuestro comportamiento en determinadas situaciones, así como las respuestas rápidas y asertivas en la resolución de problemas inesperados.
Nacemos con una carga genética que incidirá en el desarrollo físico, emocional e intelectual en nuestra vida. Éste se verá permeado por el capital socio económico y cultural de los padres y el contexto en donde se nace.
Durante la infancia, los niños interiorizarán las enseñanzas de los padres; más tarde, la institución escolar participará en los procesos de enseñanza aprendizaje.
En estos procesos, el sujeto, tal vez sin saberlo, hará uso de ese menos uno por ciento del genoma humano y empezará a construir su propia historia, con las vicisitudes que implica la toma de decisiones.
Desde mi perspectiva, ese menos uno por ciento del ADN hace las pequeñas diferencias en las actitudes de un humano a otro. Es la estafeta que recibimos para correr la vida. Las oportunidades están, lo difícil es saber qué hacer con ellas.
En diversas ocasiones, el sujeto se ha preguntado: ¿cómo y por qué soy así? ¿Por qué decidí tomar una ruta diferente a la de mis hermanos? ¿Qué me impulsó a dejar el cobijo del rebaño, si podría ser devorado por los lobos?
Una parte de mí, encaja en lo que todo ser humano es: lo que el tiempo, circunstancias y la historia han influido en mi vida.
La primera parte de este pensamiento ha sido el andamiaje donde se empezó a construir la narrativa de mi existencia.
Son muchas preguntas a las cuales no tengo todas las respuestas. De lo que sí estoy segura, es que mi espíritu tenía otros planes. Debí romper el cerco y hacer mi propio camino asumiendo la responsabilidad de los riesgos.
Sin saberlo, en ese momento me aferré a ese menos uno por ciento que me correspondía. En estos años de mi existencia, no puedo visualizarme como una mujer iletrada, con muchos hijos y grandes carencias económicas.
Dejé llorar a la niña que se escondía asustada para no ser maltratada.
Vi a la adolescente con mucho trabajo en la escuela y en la casa, con pocas horas para dormir. Sin embargo, atesoraba grandes esperanzas. Los obstáculos en el camino fortalecieron su espíritu en el continuo de sus proyectos de vida.
El ser humano puede reconstruir y transformar su historia de vida. Salir a respirar nuevos aprendizajes, para iluminar los nuevos senderos. Es necesario sacudirse las nefastas ideas, superar las cosas que ya pasaron, hay que dejarlas ir.
Los acontecimientos dramáticos finalmente son parte de las columnas que sostienen la estructura de una historia construida.
En los caminos andados, he encontrado los elementos para comprender que nacemos con las capacidades requeridas en nuestro crecimiento humano. Lo complicado es reconocer que las poseemos. Es un potencial que al ser desarrollado nos brinda la oportunidad de construir el estilo de vida soñado.
La fuerza interior que sentía al realizar acciones no correspondientes a mi edad ni condición socioeconómica, me permitía continuar con mis proyectos.
Cuando descubre el individuo que tiene un pensamiento diferente, y que puede caminar por su cuenta, estará listo para abrir otros senderos.
Cuando podemos relacionar que a mayor esfuerzo se pueden alcanzar mejores objetivos, hemos encontrado el camino hacia la luz; los sueños se poden convertir en realidades.
Los genes donados por los padres, dadas las circunstancias de la época y contexto donde se nace, se pueden aprovechar rescatando lo mejor de cada uno aprovechado lo mejor de cada uno de ellos.
Con las experiencias vividas, queda claro que la tarea no es fácil. Se requiere de frecuentes autoanálisis. El despliegue de las energías necesarias en la culminación de los proyectos planeados. Visualizar la ruta del querer, ser y tener, considerando las circunstancias, época y el desarrollo del potencial que se dispone como humano.
Comprender que es necesario trabajar en las actitudes. Eliminar lo que daña entorpeciendo los propósitos, y mejorar las estrategias para transformar lo que realmente se quiere ser.
La vida es una gran oportunidad del ser, se convierte en una aventura, el cómo vivirla depende de cada sujeto. Elegí la mía, y me gusta lo que soy y tengo. Reconozco que pude haberlo hecho mejor, pero en su momento no contaba con los elementos necesarios.
El individuo que logra reconstruir su historia, en lo general conserva un espíritu inquieto, el gusto por seguir aprendiendo, ese elemento que lo motiva a levantarse temprano, y arreglarse para la fiesta de hoy. Porque dado lo agitado del mundo, vivir es la fiesta de cada día.
Esta historia contada, ha sido orientada por mi ADN y mis circunstancias.
