Ahora que pasó el día del niño, confirmo que la infancia es una de las etapas más bonitas en la vida del ser humano, pero ¿qué lo hace tan especial?
En la niñez está presente: la inocencia, la bondad, la amabilidad, alegría, la fantasía, la solidaridad, la ilusión, la esperanza, los sueños, la amistad, los juegos; y hay dos cualidades que definitivamente son las principales para hacer de ésta etapa la más especial de todas… la primera es el AMOR. El amor que los niños dan en: detalles, servicio, empatía, al sonreír, al ayudar, al compartir, al abrazar, al platicar, al cantar, bailar, y en cada acción que realizan con todo lo que está a su alrededor.
La segunda es la gran capacidad de DISFRUTAR cada minuto. De niños disfrutamos todo, sea mucho o poco lo que tengamos (material y no materialmente hablando), cuando somos niños nos adaptamos a las circunstancias sin expectativas de nada y aprovechamos lo que la vida nos presenta; de niños nos divertíamos igual jugando con canicas que con corcholatas, igual nos entreteníamos armando una casita con palitos de madera que con legos, aprovechábamos los recursos naturales igual que los electrónicos, disfrutábamos igual sin tener tanta noción del tiempo, del espacio y del dinero.
Conforme crecemos nos distraemos con superficialidades y competencias que van haciendo que esa capacidad de disfrutarlo todo se condicione a nuestras expectativas, y es entonces que disfrutamos sólo lo que decidimos disfrutar.
Si los adultos disfrutáramos como niños todo lo que nos rodea, no veríamos personas con caras largas, estresados, malhumorados, frustrados.Los adultos tenemos también cosas que aprender de los niños, empecemos por amar y disfrutar la vida y seguramente la felicidad estará presente en cada día de nuestra existencia.