Damas y caballeros.
Por: Araceli Ardon.
Paula de Allende
Paula de Allende se dedicó con pasión a las letras, dejando en Querétaro un legado espléndido hecho de sus poemas, sus libros y su forma de convertir nuestra ciudad en un espacio propicio para la literatura, las artes plásticas y las manifestaciones de la cultura.
Cuando Paula entraba a una sala, parecía derramar a su alrededor una luz clara, fina como polvo ingrávido, que la convertía en un ser encantador. Quien la conoció, dará cuenta de su manera suave, de su voz educada, de su impecable gusto. Nació en Monterrey en 1938, vivió en la Ciudad de México hasta 1968 y a partir de 1969 habitó en La Cañada hasta su partida, en la Navidad de 1979. Pensar que era tan joven. Sentir el dolor de su prematuro adiós. Apreciar todo lo que hizo. Admirar su capacidad de convocar voluntades, reunir talentos, conciliar a los opuestos.
Doña Lupita Flores, su madre, trajo al mundo a cuatro hijas, mujeres bellas e inteligentes. Paula era la mayor: “Llegué a un cuarto madrugado por el hambre / donde una niña de dieciocho años / —flor de ámbar / espada y puño, / metal y violeta— / me paría / en la desolada canción de sus lágrimas y en la piedad vegetal de sus esperanzas”.
En la Ciudad de México, estudió las carreras de Derecho y Psicología. Fue parte del equipo de producción de programas de televisión cultural con Jorge Saldaña. En la capital de la nación tuvo tres hijos: Paulina, Francisco y Fuensanta. Sus hermanas Lupita y Martha vivían en Querétaro, así que Paula se mudó con sus niños y trabajó aquí como periodista, realizó gestión cultural, dirigió talleres de poesía y fundó una galería de arte con el actor Alejandro Aura.
En 1969, ganó el primer premio de los Juegos Florales de San Juan del Río. De ahí, surgió una amistad profunda con el gran pintor Restituto Rodríguez.
A su muerte, el poeta Andrés González Pagés escribió: “Paula volvió a la tierra desde la que hoy florece en nuestra memoria. Está en ese jardín que es la muerte, durmiendo el sueño de siempre, está como el amor dormido, en la morada blanda de su puerto de abrigo. Su calidad humana excepcional, su bondad infinita, su sensibilidad y talento extraordinario están presentes. Trasciende en esa generosa semilla de su palabra. Paula de Allende está viva y presente”.
Esa mujer extraordinaria fue mi amiga muy querida. En su casa de La Cañada se reunían algunos de los más valiosos poetas, escritores y artistas de México. Ahí conocí a Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Rosario Castellanos, Edmundo Valadés, Jaime Labastida, Jaime Augusto Shelley, Eraclio Zepeda, Efraín Huerta y muchos más. En la Casa de la Cultura de los años setenta, frente a Plaza de Armas, a cargo de su hermana Guadalupe, Paula inició a muchos niños en la poesía.
Dice Paula: “…me hice dueña de mis horas, / de mis parajes solitarios, / de mis libros, / del lívido dolor que abre surco interno / y acepté la nueva cara de mis manos / que están, / estarán, por los días de los años, / húmedas de lluvia y tiempo”.
Este poema se titula “Retorno a las raíces”:
Nacida bajo el signo de Piscis
alquilé para mis años
el delirio del mar,
de ahí mi afán temprano
para ungirme con él,
de ahí la obsesión circular
de tenderme desnuda
a escuchar su cautiverio en los caracoles
y de coleccionar el tributo que rinde a sus playas
en el reposo despiadado
de combatiente seguro, invencible…
Llegué de un país extraño
donde los niños hablábamos con Dios
—querencia prematura
y memoria pálida—
al árido territorio
de una ciudad donde el norte
se hace de montañas,
con el don que consagra febrero
a los nacidos en sus días,
el don de la clarividencia
y vencí entonces,
de todas mis semanas,
los jueves
que son un amaranto lunar a las adivinaciones.
El narrador y editor Carlos Campos declara: “La poesía de De Allende destaca por su musicalidad, la riqueza de las imágenes y la experimentación con nuevas formas poéticas, marcando un cambio radical y enriquecedor para la literatura de su tiempo y del nuestro. Los temas radicales en la poesía de Paula de Allende son el dolor, el deseo, la nostalgia y la ausencia, explorados mediante metáforas y símbolos que trascienden las limitaciones del lenguaje común”.
En el periódico Noticias, dirigió el suplemento cultural “El ruido de las letras”, donde dio cabida a escritores locales. En 1989, el Gobierno del Estado publicó una selección póstuma de su poesía bajo el título Puerto de abrigo, que contiene poemas del libro Acuático lecho espejo de sol. La colección Letra Capital del Municipio de Querétaro publicó la antología La errática vigilia, en 2023.